sábado, 22 de octubre de 2011

Con el paracaídas rasgado

Con el paracaídas rasgado

Se aproximan las elecciones y aumentan las diferencias internas alrededor de Cristina. El futuro político aún no se definió formalmente pero la lucha por el poder se ha desatado con su carga de ideologismo e intereses, aunque aún falta para que el problema adquiera intensidad. Mientras tanto, la Presidente de la ex República Argentina guarda silencio y ejerce en plenitud su centralismo sólo roto a sus espaldas. Cristina debió soportar a lo largo de los últimos días tensiones de distinta naturaleza mientras le aseguraban que se habían tomado todos los recaudos para asegurar el resultado de las urnas. Lo más importante es evitar una eventual segunda vuelta que podría resultar trágica para la estrategia del oficialismo. Mientras tanto, pocos recuerdan los alertas que se dieron hace tiempo en el sentido de que el kirchnerismo no permitiría, bajo ningún concepto, perder el control y la iniciativa. En plenitud, este axioma está vigente en todos los sentidos y aunque ya lo sabía, durante las últimas horas el secretario general de la CGT pudo comprobarlo una vez más. Moyano sabe que ante una avalancha de votos la Presidente puede dar una vuelta de tuerca y ordenar a la justicia que avance sobre las causas de las medicinas y las obras sociales que lo afectan personalmente. A su vez, Moyano es consciente de que su futuro político está en juego -y en riesgo- si no mueve rápido sus fichas. Entre ellas, la amenaza pendiente de una acción de fuerza, posible pero todavía improbable por la alta dosis conflictiva que entrañaría la medida. Por eso, lo que vale es la amenaza pendiente y, a su vez, Cristina parece dispuesta a la pulseada. Ambos saben que tienen cartas fuertes y que una vez más, como en el pasado, el gremialismo tiene un gran peso en el desenvolvimiento de los hechos.
Los componentes son complejos. Por un lado, los partidos políticos aparecen soslayados y no son determinantes, en absoluto, de lo que pueda suceder. No influyen, no intervienen directamente, se automarginan sin mayores definiciones y carecen de figuras influyentes para orientar la crisis que se potencializa. Hace unos días, Cristina fue alertada por el ex presidente de España, Felipe González, quien la visitó en Olivos. El dirigente del PSOE, cercano a la monarquía de Juan Carlos, le hizo observaciones serias acerca de los problemas argentinos. Como es lógico, particularizó aquellos que tienen especial importancia para Buenos Aires y Madrid pero asimismo evaluó los severos problemas europeos y lo difícil que será encontrar soluciones. Sin duda, detrás de la visita estaba la mano de nuestro embajador, Carlos Bettini, quien, desde Madrid, monitorea la situación no sin un cierto enojo. Después de la muerte de Néstor, Cristina lo consultó hasta tal punto que pudo ser ministro coordinador del gabinete. Nuestros lectores lo saben y tampoco ignoran que después surgieron desinteligencias, que la Presidente esbozó un proyecto signado por el ideologismo influido por su círculo más íntimo y que la idea era“camporizar el futuro”. Bettini, que fue montonero y asesino, resolvió alejarse pero sin romper lanzas. Es mucho lo que está en juego.
De algún modo, la visita de “Felipillo” y la enorme carga de preocupación que dejaron sus palabras, abrieron el camino para la posterior reunión con Mario Blejer, quien llegó a instancias de un importante banquero del riñón kirchnerista. También nuestros lectores conocen este tema, del que podemos agregar que acentuaron la inquietud presidencial. La fuga constante y sostenida de capitales fue uno de los ejemplos que ahora avanza más rápidamente en el análisis, mientras las reservas del Banco Central se drenan cada vez más rápido, tal como lo dicen públicamente las cifras. Éstas son un reflejo de los mercados, que nunca mienten y son inexorables. La economía acosa a Europa y a los Estados Unidos, que retirarán rápidamente el resto de sus tropas en Irak y reestructurarán a fondo su política militar en todos los sentidos. Así las cosas, Cristina optó por el silencio. Le mencionan a Lavagna como posible futuro ministro de Economía y la Presidente calla. Boudou está más guitarrista que nunca pero no ignora que debe solucionar cuanto antes la situación con el Club de París y con el Fondo Monetario Internacional. Si Cristina opta por este camino ¿cómo lo explicará a los nuevos jóvenes reclutados para gobernar? ¿Qué dirán de los conceptos doctrinarios enseñados por Ernesto Laclau y confeccionados en su residencia de Londres? La incertidumbre avanza junto con las señales de un proyecto hegemónico cuyo aspecto más saliente es el control de la opinión pública.
Las preguntas vuelan y recalan en la necesidad de recortar subsidios y reducir los planes sociales con la consiguiente ola de protestas que puede crecer exponencialmente y signar profundamente (y tal vez para siempre) al famoso modelo y su desarrollo. En parte esto explica la venta hormiga de dólares que compran quienes este domingo votarán al Frente por la Victoria y que luego serán sus detractores. Como lo dijimos en su momento, todo un misterio de los argentinos. La economía brasileña se reduce y afecta a nuestra industria, que ya comenzó con los inevitables ajustes. Esto abre una segunda línea de expectativa, además de la que propicia una severa devaluación. Esa segunda línea tiene defensores un poco confusos, pero expresan su esperanza en el sentido de que finalmente, llevada por su olfato para la supervivencia, Cristina optará por acentuar el proceso de sustitución de importaciones y efectuar ajustes severos respaldados por los votos del domingo. La mayoría de la UIA, con Mendiguren a la cabeza, están esperanzados “en que se impondrá la sensatez”. Otros, como Hugo Moyano, se oponen a que caiga el poder adquisitivo de los salarios y están dispuestos a montarse en un proceso de “indignados” como el que se extiende por las principales capitales del mundo. Es una obviedad escribir que hay una mecha encendida.
Con preocupación, quienes conocen las intimidades de la inseguridad, de la ruptura de las jerarquías, del orden y de la incapacidad por mantenerlo, miran de reojo sin atreverse, todavía, a plantearle a Cristina los factores de este escenario como, por ejemplo, que la Capital Federal, Rosario y otras ciudades están rodeadas por “villas de emergencia”, donde el delito está instalado, aunque se lo niegue. Los propios habitantes, que son decentes y quieren trabajar, lo saben y pueden explicar -como lo hacen las madres entre llantos- del poder de la droga y del narcotráfico. Las versiones crecen. Julio De Vido, enfermo y cansado, es de hecho el pivote de los íntimos tironeos que crecen dentro del gobierno y que es innecesario relatar. Las lluvias prometen buenas cosechas, pero la urgencia por liquidez hace que las miradas giren hacia los inmensos recursos de las cajas de las Obras Sociales, un bocado que Moyano defenderá con uñas y dientes al igual que sus contrincantes en la tensa interna cegetista. Cristina calla por ahora y medita acerca de si convienen medidas graduales o rápidas y drásticas como están escritas en los pertinentes proyectos. Probablemente se producirá una mezcla de iniciativas para llegar, al menos, hasta fines de este verano que se acerca rápidamente, sin problemas sociales y políticos. Cristina, tironeada por el proyecto camporista -por decirlo de alguna manera- y las propuestas ortodoxas, gira sobre sí misma en busca de una salida. La crisis internacional ya le llega de otra manera más aguda -por cierto, sin la intervención de Timerman- pero se ignora si la entiende. La nueva etapa kirchnerista se oscurece antes de ponerse en marcha y todo indica que, con el verano, también se acerca el final del camino.

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