viernes, 19 de abril de 2013

“Levántate y Anda”


- Por Gabriela Pousa –
Desde el hartazgo, una opinión no más…
Lázaro Báez, Leonardo Fariña, Federico Elaskar y una caterva más de nombres que exceden la memoria de cualquiera. En el medio, los Kirchner. Los mismos que hace diez años están haciéndonosla difícil. Pido permiso para usar este lenguaje un poco vulgar. Es el hartazgo, entenderán…
Lo cierto es que con una trama obscena lograron asquear al grueso de la sociedad. Y tal vez no sea tan malo que eso suceda. Nuestro límite, hasta ahora, parecía inalcanzable, siempre podíamos aguantar más. ¿O podemos todavía?
Muchos dirán que la corrupción está globalizada, que no hay paraísos terrenales, que en los noventa el menemismo hizo lo mismo. No me interesa desmentir ni acordar nada. En última instancia lo importante es que podamos mantener esta libertad de disentir, pensar diferente y poder expresarlo sin represalias. Si acaso hoy se puede, ¿mañana se podrá? La respuesta me falta.
Alrededor, un número no definido de gente que a esta altura son pares, tratando de entender, y no pueden. No pueden no por faltos de inteligencia o rapidez. No pueden simplemente porque no manejan los “códigos” de la mafia. Y es entre mafias donde parece que estamos moviéndonos a diario.
Si la trama dantesca que hoy intentan desmantelar es real o forma parte de una operación política importa poco o nada ya, porque la gravedad del asunto se posiciona en otro vértice mucho más profundo. Esta maniobra del gobierno queriendo desmentir la verdad, duele y da lástima. Hiere a todo aquel que debe calcular qué gasto hacer y qué gasto no hacer para llegar a fin de mes.
Hiere al hombre de izquierda y al de derecha, a ese que se levanta sin ganas quizás, pero se levanta cada mañana para tratar de vivir un poco mejor que el día de ayer. Y no puede, no puede porque no le dejan margen para que las 24 horas que tiene por delante pasen sin dejarle una mejilla morada, aunque sea una metáfora.
No se trata de editarle un noticiero de noticias gratas que le hagan placentera la jornada, se trata de respetar su susceptibilidad, su naturaleza humana pero parece que eso tampoco puede hacerlo la dirigencia en general y el gobierno en particular.
No se trata de cuidados especiales, se trata de respeto. Pero no se puede hablar de respeto en un país donde se miente descaradamente, donde se hace política con la necesidad, donde la solidaridad sólo emerge de abajo, donde arriba no hay modelos a imitar.
Porque uno puede vivir en una geografía mal gobernada, de hecho no sería la primera vez que los argentinos sufren una administración nefasta, pero muy distinto es esto de ahora, esto de levantarse y no saber por donde lanzarán la trompada: si el golpe vendrá por el lado de la inseguridad que es una “sensación” no más, si lo darán por cadena nacional, si lo lanzarán bajo la puerta en forma de un impuesto o de una factura por un servicio que quizás no pudiste siquiera disfrutar…
De nada sirve el esfuerzo para saldar las obligaciones básicas si después porque hizo mucho calor no hay luz, o porque hizo mucho frío no hay gas, o porque al gobierno se le antojó no disponer fondos de coparticipación federal, los chicos no tienen colegio hoy. ¿Con quién los vamos a dejar? “Arréglatelas“, te dicen desde el silencio quienes debieran mínimamente proporcionarte soluciones, certezas básicas. No, no las hay.
Mañana no sabremos qué camino tomar porque cualquiera puede cortar una calle total no hay autoridad, cualquiera puede arrebatarte la cartera porque no hay seguridad… El almacenero puede cobrarnos lo que quiera porque el Secretario de Comercio le congeló los precios pero no las naftas, y ahora sale más caro llevar la mercadería al local…
Cualquiera puede dejarnos plantados porque el valor tiempo no cotiza ni en la Bolsa ni en ninguna cueva de las que están tan de moda ahora. Pero  insisten hablando de cuevas, y la única que conocemos es la que habitamos…
¿Progresar? Se puede desde ya, pero no dejan.
No dejan porque suben el mal llamado mínimo no imponible pero entonces te aumentan el sueldo y entrás en la categoría que debe pagar más, y el asenso que te dieron termina siendo un lastre imposible de cargar. No dejan porque si soñabas viajar, ahora no venden moneda extranjera y te cargan un 20% en la tarjeta. ¿La causa? ¿Interesa la causa ya? No dejan porque te atrasas un mes con el pago del monotributo y ya salís en el veraz.
No dejan porque acabas de decirle a tu hijo que estudie, que no se distraiga, y aparece unLeonardo Fariña diciendo que la plata la hizo pesándola. No dejan porque pese a que en tu familia lograron un buen pasar, salís del supermercado y hay una mujer con un bebe en brazo pidiéndote un paquete de fideos o una leche y no sé que más…
No dejan porque si tenés la suerte de estar entre los “privilegiados” que pueden tener lo que desean sin mucha dificultad, vas a tener que estar atento cuando entrás en tu garage que no te entren por atrás, o fijándote que alarma es más conveniente para tu hogar.
Ejemplos hay hasta llenar renglones incalculables ya. Lo cierto es que ahora, nos cachetearon a todos (o a algunos quizás) no porque seamos más débiles o más ingenuos, ni porque Lázaro Báez lave dinero y también todo el resto…, sino porque volvieron a golpear sin derecho y sin necesidad con un entramado donde lo que se dice es pero deja de ser, y te toman por imbécil si les crees, y se te ríen en la cara si desconfiás.
Porque, simultáneamente, en el Congreso están haciendo un golpe a la institucionalidad sin anestesia y gracias a la palabra que resume todo lo que acabó de contar: Impunidad.
Impunidad que consiguen con la plata que vos ganás en tu trabajo, con la dignidad que vos defendés evitando negocios raros, con la fe que vos depositás en las urnas al votar.
¿Qué se puede hacer?, preguntarán. Cuando convoquen, movilizarse creyendo quizás que “hacer titánicamente lo insignificante es también una manera de obrar”, como decía Augusto Roa Bastos. Puede que se pregunten si acaso sirve de algo porque ya lo han hecho el pasado 8 de Noviembre, y al otro día la Presidente salió con la votación del Partido Comunista Chino y no sé qué más… Es verdad.
Sin embargo, hay que expresarse en redes sociales, en la calle, mostrando la disconformidadporque, a lo mejor así vamos sumando hasta que el resto – que aún permanece callado -, se de cuenta que esto que pasa, es tan o más importante que el ahorro que en el 2001 quedó encerrado. Por esa plata sí se ocupó una Plaza de Mayo, ¿esta estafa moral diaria no amerita que venzamos miedos, que salgamos…?
Puede que no tengamos el dinero que maneja el gobierno, que no tengamos su poder, ni su “libertad” de hacer lo que se les da la gana, ni su impunidad, pero aún tenemos algo que ellos no pueden lograr: decencia y dignidad.
Cómo el Lázaro de verdad, levántate y anda. Quizás sea el modo de lavar nuestra humanidad.

Democracia Ciudadana



Indignación es quizás la palabra que mejor ilustra lo que acaba de pasar: todo y nada. Todo porque la gente, en forma masiva, se movilizó y dio evidencia empírica de su existencia y su condición ciudadana. Nada porque mañana, la Presidente volverá a ningunear a la sociedad con un relato autoreferencial, soberbio y seguramente falso.
Entonces se creerá que el gatopardismo que imponen ha ganado, y es posible que así suceda en el corto plazo, pero la taba se está dando vuelta, al menos ya no cae sobre el mismo escenario. A la gente se la está tomando por algo que no es, quedó demostrado.
Es verdad que la movilización no cambia nada en lo inmediato, la movilización suma y oxigena esperanzas bastardeadas a diario.
Ahora bien, hay aspectos que ameritan ser rescatados. En primer lugar, es el ciudadano común el que imparte el espíritu democrático aún cuando el gobierno siembra violencia en cada uno de sus actos. A las ganas de cambiar una dirigencia corrupta y servil, la calle – que ya no le pertenece a ningún “ismo” politico -, le antepone el sentido común.
No hubo actitudes violentas, ni se vivió la marcha como ley del talión, los odios están monopolizados del otro lado. Es necesario revitalizar la paciencia que, a esta altura de los acontecimientos, escasea. Al hartazgo se le unió, quizás, el cansancio de vivir en un país donde cada día hay un escándalo nuevo y otro atropello.
Mientras la gente se movilizaba, en el Congreso Nacional los representantes de sí mismos, daban media sanción a la limitación de medidas cautelares. Nunca fue tan grande la brecha entre el Legislativo y la gente, en consecuencia, la democracia hace mella. Se salió a pelear por ella.
El edificio fue rodeado pacíficamente, los senadores , de alguna manera, se han puesto sus propias rejas. El mensaje debe llegar también a los jueces que, de acá en más, tendrán en su poder dirimir sensatamente. La protesta tendió así a despertar conciencias.
Simultáneamente a ella, Cristina Kirchner se dedicó a tuitear sus “logros” y a ratificar, envalentonada, su condición de vieja terca. De esa terquedad hace virtud justo cuando la sociedad exige en las calles, flexibilidad y divergencia.
La jefe de Estado debería saber que cuando se torna voluntaria la ceguera, lo que no se quiso ver suele adquirir dimensiones gigantescas. De todas maneras, lo cuantitativo se rinde frente a lo cualitativo de la protesta.
Lo cierto es que la escisión que, conscientemente forjaron, no es una división de clases sociales como pretenden hacer creer para identificar un enemigo y justificar su constante belicismo.
No han dividido a los argentinos en clases sociales sino en clases de hombre, algo diferente sustancialmente. Como lo expusiera después del pasado 8N, conforme a los estereotipos que acunara Ortega y Gasset, es admisible situar por un lado a quienes hoy se han manifestado:personas comprometidas con los demás, consigo mismas, con la realidad; y del otro lado ubicar a los hombres-masa, sometidos a explosiones de fanatismo y violencia como ocurriera durante la segunda presidencia de Perón y se repite cada vez que la Presidente habla en algún acto.
Ahí entran los militantes que aplauden como autómatas, los mismos que van cediendo la razón frente a una nueva “lealtad partidaria”. De ese modo, lo que ayer era: “Primero la Patria, luego el movimiento, después los hombres”, hoy se traduce: “Primero Cristina, luego la dignidad, por último la razón y la Argentina”.
La gente, en cambio, demostró pacíficamente, saber que una cosa son los derechos fundamentales de todos, y otra los proyectos y afanes políticos de algunos. Lo esencial es mantener presente que no hay espacio para una imposición tiránica de ideas por parte de los dirigentes, si cada uno de los ciudadanos así no lo quiere.
En lo que respecta a las respuestas que puedan emanar desde la Presidencia, conviene no entusiasmarse. La naturaleza es inviolable, y el kirchnerismo ha dado pruebas de sobra de ser el escorpión al que la rana se confió vanamente.
El gobierno kirchnerista no atiende cuestiones relacionadas al bienestar general, ni sabe de políticas concretas para solucionar las demandas de la gente. Justamente, horas antes de la protesta, desde la Municipalidad de La Plata dieron a conocer una “política de Estado” nueva para casos de tormenta severa. Se trata de un croquis para armar una mochila con cosas básicas, y situarla en lo alto de las casas.
No es broma, es la única ocurrencia que han manifestado después del desastre provocado por la desidia.
Por último, es en vano pretender identificar a los manifestantes con etiquetas ininteligibles en esta época. De lo contrario, tendrán que aceptar que sufren de la hemiplejia moral a la que aludiera Ortega.
Es esquizofrénica la división entre pobres y ricos, entre abundancia y carencia. Falta decir sino, que es la derecha quien propone revoluciones, mientras la izquierda propone tiranías. Y a hacerse cargo de las consecuencias y la autoría.
Ha sido un triunfo del “Todos y Todas” de Cristina. Debería estar satisfecha, pero ella esta en su condición natural: ausente.
La legitimidad de la movilización, finalmente, tendrá su punto culmine cuando se abran las urnas.Mientras tanto solo cabe advertir que la ciudadanía se ejerce en acto, es decir en un constante estar movilizados. Si el 18A terminó al caer la hoja del calendario, sabrá a poco lo logrado.
Gabriela Pousa
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Cuáles son las Consecuencias que Podría Traer Poner un Límite a las Medidas Cautelares


Si bien el oficialismo aceptó introducir cambios al proyecto inicial para asegurar la preservación de derechos humanos fundamentales. Qué opinan los especialistas

Los proyectos que presentó el Poder Ejecutivo en el Congreso para “democratizar la Justicia” avanzan a paso firme.

El kirchnerismo en Diputados consiguió esta semana dictamen de mayoría en el plenario de las comisiones de Justicia y Asuntos Constitucionales, en las iniciativas relativas a dar publicidad a las declaraciones juradas patrimoniales integrales de los funcionarios públicos; la que promueve el acceso al Poder Judicial por concursos públicos; y la que establece la difusión de las decisiones emanadas de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de tribunales de segunda instancia.

En tanto, la oposición adelantó que presentará tres dictámenes de minoría y que dará debate en el recinto.

La discusión también se dio en la Cámara de Senadores, el oficialismo aceptó hacer algunos cambios al proyecto para limitar las medidas cautelares que recibiera tantas críticas no solo de la oposición sino también del propio kirchnerismo.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que preside el periodista Horacio Verbitsky, reclamó la ampliación explícita de excepciones a la ley, para proteger a los grupos en situaciones de vulnerabilidad, derechos de salud, ambientales, de los trabajadores y de los usuarios de servicios públicos.

Tras estos cruces, Julián Álvarez, secretario de Justicia, presentó modificaciones a la iniciativa para "que no queden dudas que este proyecto viene a proteger a los sectores más vulnerables contra los intereses de las corporaciones y aseveró que estas correcciones van a dar por terminada la discusión sobre los derechos fundamentales".

Álvarez dijo que se incluirá el concepto de "vida digna" para los casos sujetos a excepciones de las nuevas limitaciones para la presentación de medidas cautelares contra el Estado.

En el texto que ya recibió dictamen favorable el jueves pasado en el Senado, se incluía como excepciones los casos en los que hubiere riesgo alimentario, de salud o de daños ambientales.

Otro de los cambios planteados por el secretario de Justicia está vinculado a la inclusión de un párrafo, en el articulado en que se menciona el plazo de seis meses prorrogable por otros seis de vigencia de una cautelar, que mencione que el juez debe estar "obligado" a dar celeridad al trámite.

La tercera modificación se refiere a los casos en los que esté amenazada la libertad sindical e indica que el Estado podrá interponer una cautelar contra una medida gremial sólo si afecta un servicio esencial, se concretó sin preaviso y si dictada la conciliación obligatoria no se está acatando.

Ahora bien, cuál es la importancia de la medidas cautelares, Gregorio Badeni, abogado constitucionalista y socio de Badeni, Cantilo, Laplacette & Carricart sostiene que son una herramienta muy eficiente para resguardar los derechos humanos.

En esa línea el especialista agrega que la propuesta de reformar el régimen de medidas cautelares es no solamente inconveniente sino que nos retrotrae a mediados del siglo XX cuando se consideraba  necesario  proteger al Estado en los juicios que tenía contra los particulares;  prerrogativa que se fue diluyendo en la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de la corriente que propicia fortalecer  la defensa de los derechos humanos frente a quienes ejercen el poder estatal, indica.

Acá no se limita la posibilidad de plantear acciones de amparo  sino que se limita la posibilidad de conseguir  medidas cautelares contra el Estado, en ese aspecto si se coloca al Estado en una situación de privilegio nunca van a estar sujetas a las rendiciones y limitación temporal que se establece para las cautelares requeridas por un particular.

Para Daniel Sabsay, profesor titular de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidadde Buenos Aires, las medidas cautelares representan un complemento indispensable ya que permiten que antes que el juez dicte una sentencia definitiva se detenga la ejecución del acto cuestionado cuando quede demostrado que lo que se reclama es verosímil y que hay peligro en la demora, ya que si se espera hasta el dictado de la sentencia el derecho en juego ya no podrá ser restablecido.

Así, el constitucionalista entiende que los requisitos impuestos para la interposición de esas medidas contra actos del Estado en el proyecto que integra la tan mentada “democratización de la justicia”; como son la necesidad de notificar al Estado, la demostración de que le produce un perjuicio a quien demanda, la suspensión de sus efectos en caso de apelación, entre otras novedades, no hacen sino destrozar el sentido de las mismas.

“Se trata de claras garantías frente a la posible omnipotencia de los actos de la autoridad estatal, tienen como sustento la base del constitucionalismo que hemos mencionado”, sostiene.

Sin embargo, Sabsay agrega que la concepción de la Presidenta pareciera reposar en la presunción de que el Estado o mejor dicho quiénes son sus titulares en cada momento, nunca se equivocan y que por el contrario siempre actúan en beneficio de los intereses de los gobernados.

“Los hechos muestran una realidad diferente y que se debe “empoderar” a los gobernados para impedir el avance sobre sus derechos”, agrega el constitucionalista.

En ese sentido, sostiene, que así se logra detener actos e impedir omisiones que atentan contra el derecho a la vida, a la expresión de las ideas, al ambiente sano, a la protección de los consumidores y usuarios, a la preservación del salario digno, a la movilidad de las jubilaciones, entre muchas otras cuestiones de la vida cotidiana de las personas.

Para finalizar, Sabsay explica que de convertirse en ley este proyecto se debilitaría seriamente la defensa de los derechos, ya que carecer de una herramienta tan valiosa se estaría permitiendo que triunfe la irresponsabilidad del Estado sin que los particulares puedan detener a quienes los gobiernan, como sucedió en 2001 para enfrentar al “corralito”.