domingo, 1 de enero de 2012

EL SÍNDROME DEL CASO IBRAHIM AL IBRAHIM

El cristinismo podría hacerle firmar a Boudou decretos con costo político

La cátedra, como se llama a la opinión especializada en las carreras de caballos, está dividida en cuanto a cómo se administrará el poder durante la licencia presidencial. Están los que se inclinan por pensar que Amado Boudou será un mero títere controlado por el círculo íntimo de la presidente, que le elevaría la carpeta diaria de firmas sin siquiera preguntarle si está de acuerdo. Otros analistas están arriesgando, en cambio, una hipótesis más audaz. La misma dice que la presidente no habría actuado en el tema de su cirugía apremiada por los médicos y que, por el contrario, habría elegido cuidadosamente las fechas de su licencia. ¿Para qué? Según esta hipótesis le dejaría a su vicepresidente la orden de firmar decretos de ajuste que no tendrían demora y que conllevarían un alto costo político y social. Por ejemplo, la implementación de la eliminación de los subsidios a las tarifas de servicios públicos en todo el resto de la Capital y el conurbano, aunque esta resolución aparentemente sería aplicada recién en el segundo trimestre. Tampoco sería la importación de gas natural licuado que ya se hizo hace unos días por valor de 2300 millones de dólares para el primer trimestre del año, o sea, 10.000 mil millones de pesos. A lo largo del 2012, la cuenta final será entonces de U$S 10.000 millones. En cuanto al AJUSTE SANTACRUCEÑO, su tratamiento en la legislatura provincial fue POSTERGADO CURIOSAMENTE HASTA EL MARTES próximo, coincidiendo con la internación presidencial. En fin, un clima dudoso para que el tema prospere.
Cómo enredar a un vice
A todo esto, el clima se pone a tono con la cristinización de toda la política. Ya apareció en los medios el operativo “donación de sangre” para Cristina -que la Cámpora ahora desmiente- y Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro están aprontando a sus huestes para concentrarse frente al Hospital Austral.
Así las cosas, el asunto difícil que podría llegar a firmar Boudou quedaría para la semana del 9 de enero en adelante y se abre también la variante de que aquél, en realidad, termine cayendo en un trampa. No se conoce hasta hoy ningún acontecimiento importante programado pero Carlos Zannini, Carlos Parrilli y La Cámpora, en su afán de deteriorar al vice, son capaces de entregarle un muerto, como se estila decir.
En la Casa Rosada festejan, por ejemplo, como una maniobra exitosa que Macri se haga cargo finalmente del presente griego de los subtes porteños. En esta materia, los memoriosos recuerdan el caso de Ibrahim al Ibrahim. El 30 de agosto de 1989, Carlos Menem había firmado el decreto 634, a través del cual se explicaba que era imprescindible la creación de un cargo categoría C.T.A. 2 de su planta permanente en la Aduana. Este decreto fue luego complementado por otro del entonces vicepresidente de la Nación y actual gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, quien firmó el 4 de setiembre de 1989 el decreto con la designación de Ibrahim Al Ibrahim. En ese momento Duhalde estaba a cargo del Poder Ejecutivo, porque el presidente Carlos Menem se encontraba de viaje por el exterior. Pocos meses después estalló el narcogate e Ibrahim, que era coronel sirio, se refugió en Damasco. Desde allí, sin inmutarse, culpó a Duhalde por todo. Dijo entonces: “el vicepresidente Duhalde me hacía llegar papelitos indicándome que ciertas valijas no se debían abrir en la Aduana y, por supuesto, esas valijas no se tocaban. También hacían pasar containers”. Veinte años más tarde, hay quienes piensan que Boudou corre el mismo peligro que entonces Duhalde. Por otra parte, no es un secreto que el vice está con culpa por sus consabidas indiscreciones telefónicas y sin fuerza como para resistirse a firmar lo que le lleven.
La expectativa política durante el primer semestre del 2011 era que la aparición de Máximo Kirchner y sus seguidores de La Cámpora se hiciera notar en el segundo semestre. Sin embargo irrumpieron con fuerza recién cuando Cristina reasumió el poder y sólo Guillermo Moreno escapa a sus presiones, ya que es el único funcionario con el cual coinciden 100%. Él es el encargado de “apretar a las corpo” de todo tipo, como llaman ellos a los grandes intereses que se tienen que subordinar, por las buenas o por las malas, a la política del gobierno. La justificación siempre pasa por la misma premisa: para Moreno, Máximo y La Cámpora, la política debe dominar siempre a la economía.