sábado, 30 de junio de 2012

Una situación inestable

Lejos de convertirse en un claro catalizador de la situación política, la importante concentración en la Plaza de Mayo convocada hace unas horas por el secretario general de la CGT, el camionero Hugo Moyano, sí logró introducir un nuevo factor referencial en el complicado escenario que ofrece el futuro del país en todos los terrenos.
Precisamente, esto último es lo que contribuye a los interrogantes acerca de lo que sucederá de aquí en adelante, a lo que debe agregarse lo que venimos sosteniendo desde tiempo atrás: el kirchnerismo no abandonará el poder suceda lo que suceda. Bien lo sabe la presidente Cristina y los principales funcionarios que la rodean y por eso cabe esperar cualquier clase de acontecimientos derivados de esa intención que podrá o no transitar por lo legal o lo ilegal. Concurrentemente, la suerte del camionero aparece atada a otra gestión política, como es la del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, a quien el poder central no le dio una solución definitiva a sus problemas financieros de corto plazo: un faltante de nada menos que de 1.000 millones de pesos. El reciente aporte de 1.500 millones de pesos es insuficiente y pone a su administración en un grave aprieto para poder pagar a los acreedores directos y sobre todo completar los sueldos y el aguinaldo del personal administrativo y funcionarios políticos. El componente socialmente alterador que posee esta circunstancia no puede pasar inadvertido para nadie. La posibilidad de un desborde puede ser utilizado por la Casa Rosada como un instrumento institucional que aleje definitivamente las aspiraciones políticas de Scioli o, a la inversa, que las fortalezca dentro de una situación de gravedad inusitada pero de difícil vaticinio. Así están las cosas.
En otra parte de esta edición aportamos elementos de juicio adicionales que incluyen los resultados de una encuesta que puede modificarse por cualquier imponderable o por la acción deliberada del “núcleo duro” del oficialismo, lo que constituye un fiel reflejo de esa inestabilidad a la que nos referimos. Lo que sucede en Chubut con el grupo autidenominado “Los Dragones” es un ejemplo de lo que decimos. Llegaron a desarmar y desnudar a los gendarmes enviados para controlar los increíbles destrozos que realizaron en las oficinas y otros lugares neurálgicos de la petrolera que funciona en el cerro que lleva el mismo nombre de los activistas. Aunque nadie lo reconozca es tan sólo un paso más, una demostración del comienzo de una atmósfera parecida o preparatoria -lo que se prefiera- de un estado anárquico plagado de sorpresas ya ubicadas al margen de lo simplemente electoral que de todos modos se avecina en medio de estas dudas que crecerán con el correr de los días.
Por otra parte, el estado mental de la presidente supera los rumores, se hace evidente y es motivo de severas y fundadas inquietudes compartidas, con la reservas del caso, por ministros, secretarios y asesores, además de los integrantes del mundo diplomático extranjero, que siempre se entera de estas intimidades. Entre ellas, además, las correspondientes a la viciosa enfermedad del heredero varón de los Kirchner, el urgente viaje a España de su hermana y de vicios similares que aquejan a determinadas figuras pertenecientes a los altos niveles de decisión de los “camporistas”. Realmente, para enloquecer a cualquiera.
Reiteramos que la incógnita es lo que reina, con el añadido de que Cristina W. Fernández puede dar pasos signados por lo inusual e incluso, por lo peligroso. Más aún, podemos utilizar el vocablo “inescrupuloso” si lo aplicamos a la falsa inauguración en la provincia de San Luis de una planta de chacinados de cerdos, organizada con la presencia presidencial en el mismo momento en que Moyano debía comenzar su discurso en la concentración. Cristina se dio el gusto de hacerlo esperar quince minutos, gracias a la calculada operación de hablar por la cadena de radiodifusión y televisión para la aparente puesta en marcha de la fábrica de chorizos Magret. Esto suena -y con razón- a insólito, pero lo incalificable es que, según parece, dichas instalaciones habían sido puestas en marcha el 7 de abril del año pasado, con la acotación de que la caída del consumo había determinado el despido del veinte por ciento del personal, que alcanzaba al centenar de empleados de distintas categorías y especialidades. Si no fuera que a esta altura de los hechos nada alcanza para el asombro, cabría esperar alguna reacción o al menos una explicación acerca de qué es lo que realmente significó esa ceremonia y si es cierto que lo sucedido con la compañía Yanketruz fue nada más que una parodia rayana en el infantilismo.
Con anterioridad y gracias a la intervención de jerarquías eclesiásticas, Moyano había puesto en conocimiento de un grupo representativo de dirigentes -especialmente empresarios- de los alcances moderados de su estrategia, del contenido de su pensamiento y de cuales serían sus próximos pasos. La reserva de esta gestión impide el aporte de más datos, pero sí podemos afirmar que sobre la proximidad de las elecciones cegetistas, el gremialista deberá soportar un agudo y mayor proceso de desgaste. Esto se desarrollará -al menos así está previsto- a través de la justicia en función de las causas que tiene pendientes y de futuras denuncias, además de lo que podrían aportar sucesivas inspecciones de la AFIP en las obras sociales y otras medidas que, sin duda, serán altamente conflictivas.
De todos modos, la realidad de su verdadero significado les restará eficiencia, disminuirá su peso y ofrecerá flancos para una respuesta que incidirá más todavía en la aludida inestabilidad que posiblemente para ese entonces -es decir, para dentro de muy poco- admitiría otro calificativo. Paralelamente, el gobernador Scioli, que estará abocado a “hacer pininos” para afrontar los agujeros financieros, amén de las protestas de todos los sectores seriamente afectados por la presión fiscal que deberá encarar para evitar que los conflictos lo superen, tendrá otro problema que afectará sus aspiraciones: la gestión por sumarlo al intendente de Tigre, el sonriente Sergio Massa, a la carrera gubernamental de Buenos Aires que tanto se adelantó. Con el apoyo del Intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, y del senador Aníbal Fernández, esta corriente interna del oficialismo se sumará abiertamente al cambiante proceso. Esto sería así por la decisión de este sector kirchnerista que quiere mostrarse como más equilibrado pero que, sobre todo, desea liquidar los esfuerzos del radicalizado vicegobernador Gabriel Mariotto quien, con el respaldo de la red que formó La Cámpora, cree que un decidido giro hacia la izquierda le permitirá afirmarse políticamente. Por lo que se sabe, no dudará en hacer todos los esfuerzos posibles y, entre ellos, tomar más medidas restrictivas contra los presos políticos y avanzar sobre los civiles que tuvieron alguna participación en el gobierno militar surgido el 24 de marzo de 1976. Más aún, con la ayuda de Horacio Verbitsky comenzó a ponerse la lupa sobre lo actuado durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón -Isabelita- siempre en nombre de los “derechos humanos”. De paso, se ampliaría el notable negocio alrededor de este asunto, que engrosaría más todavía los bolsillos de muchos elegidos.
Esto último ya está en marcha y, si bien alegraría a Scioli por obvias razones, la existencia de tantas líneas con los consiguientes pases implicaría un mayor desorden que podría complicarle seriamente sus planes que, al menos por ahora, no contemplan la adopción de posiciones contundentes siempre tan esperadas y nunca concretadas. Pero lo que realmente importa en esta mezcolanza de apetencias, ideologismo, dificultades económicas, inseguridad creciente y agresiones cruzadas, es lo que realmente piensa Cristina y, por consiguiente, a quiénes apoyará y cuál es realmente su objetivo, tanto para gobernar (es una forma de decir) como para definirse ante unos comicios que parecen relativamente lejanos pero que podrían adelantarse… o suspenderse por razones de excepción. Cualquier cosa sirve si facilita mantenerse en el poder.

Anteproyecto de Código Civil y Comercial Unificado

El día 27/03/2012 se presentó el Anteproyecto de Código Civil y Comercial Unificado de la República Argentina ((ver)). La iniciativa tiene un peso relativo menor: 2671 artículos contra los 4051 actuales del Código Civil, a los que deben sumarse los correspondientes al disperso Código de Comercio y las demás leyes complementarias.



De una primera y rápida lectura surgen algunos temas interesantes. Por ejemplo, se determinan distintos aspectos vinculados al derecho procesal o, directamente, se regulan procesos específicos vinculados a los institutos sustanciales.

La Corte Suprema tiene dicho al respecto que la Nación esta habilitada para dictar normas de procedimiento, con relación al derecho común, aplicables por los tribunales locales –sin perjuicio de ser una atribución reservada por las provincias según el art. 121 de la Constitución Nacional–, cuando fuesen "razonablemente estimadas necesarias para el mejor ejercicio de los derechos" consagrados por las normas de fondo (Sagües) [1].
[1] SAGÜES, Néstor P., "Elementos de derecho constitucional", Buenos Aires, 3a ed., act. y ampliada, 2003, T. 2, p. 129. Así, por ejemplo, la Corte en los casos CS, 1968, "Spinetto, Luis Alberto c/ Vincent, Miguel"; "Lanfranchi de Escala, Juana y otros c/ Jaureguiberry, Luis Raúl", Fallos 271:36.

Veamos:

  1. deber de motivar las sentencias (art. 3);
  2. legitimación, partes, prueba, sentencia, medidas de protección en la Sección dedicada a las "Personas con incapacidad y con capacidad restringida por razón de carencias de salud" (ver arts. 34 y sig.);
  3. tipo de proceso en cuestiones vinculadas al nombre de las personas (art. 70);
  4. legitimación (competencia) del Ministerio Público tutelar (art. 103);
  5. proceso de divorcio: legitimación y requisito de admisibilidad (arts. 434 y sig.);
  6. tipo de proceso para encauzar el pedido de alimentos (alimentos provisorios, prueba, legitimados, recursos, efectos de la sentencia, medidas cautelares) (arts. 543 y sig.);
  7. proceso en la "Declaración judicial del estado de adaptabilidad" (admisibilidad y procedencia, legitimados, procedimiento, sentencia) (arts. 607 y sig.);
  8. competencia, intervención del equipo técnico y sentencia en la "Guarda con fines de adopción" (arts. 611 y sig.);
  9. proceso de adopción: competencia, requisito de admisibilidad, procedimiento, efecto de la sentencia (arts. 615 y sig.);
  10. procesos de familia: principios generales, participación en el proceso de niños, niñas, adolescentes y personas con discapacidad, acceso restringido al expediente, prueba (testigos) (arts. 705 y sig.), reglas de competencia (arts. 716 y sig.), medidas provisionales (arts. 721 y sig.);
  11. prioridad del primer embargante en la Sección "Garantía común de los acreedores" (art. 745);
  12. costas en la Sección "Responsabilidad por evicción" (art. 1047);
  13. proceso arbitral (contrato) (arts. 1649 y sig.);
  14. prueba en la Sección "Prueba de los factores de atribución y de las eximentes" (carga de la prueba, prueba dinámica) y "Prueba de la relación de causalidad" (carga de la prueba) (arts. 1731 y 1732);
  15. legitimación en la Sección "Presupuestos de admisibilidad" en el proceso por el resarcimiento de daños a derechos de incidencia colectiva o individuales homogéneos (art. 1747); alcance de la sentencia y cosa juzgada (art. 1748);
  16. legitimación en la Sección "Títulos valores no cartulares" (art. 1851, inc. a);
  17. sentencia y tipo de proceso en la prescripción adquisitiva (art. 1905);
  18. tipo de proceso la subrogación del propietario no deudor (art. 2202) de la Sección "De los derechos reales de garantía";
  19. sentencia, cosa juzgada en las acciones posesorias (arts. 2241 y 2242), prueba, tipo de proceso y legitimación (arts. 2243 y sig.); admisibilidad, sentencia en las acciones reales y cosa juzgada (arts. 2249 y 2251);
  20. legitimación, prueba y sentencia en la acción de reivindicatoria (arts. 2255 y sig., y 2261);
  21. proceso sucesorio: medidas urgentes (art. 2327); objeto y competencia (arts. 2335 y 2336); procedimiento en sucesión testamentaria e intestada (arts. 2339 y 2340); administración judicial de la sucesión (art. 2345 y sig.);
  22. disposiciones procesales relativas a la prescripción: vías procesales, facultades del juez, admisibilidad (arts. 2551 y sig.);
  23. medidas provisionales y cautelares en la jurisdicción internacional (art. 2603); litispendencia (art. 2604); prórroga de jurisdicción (arts. 2605 y sig.).
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jueves, 7 de junio de 2012

Por qué iré al cacerolazo

Los espontáneos cacerolazos de la semana pasada se repetirán hoy jueves 7 de junio en varios puntos del país, tal como se está difundiendo con llamativo entusiasmo a través de las redes sociales. En respuesta a diversas lecturas tendenciosas, reduccionistas y malintencionadas que oportunamente se efectuaron sobre la naturaleza y las motivaciones de estos nuevos cacerolazos del hartazgo, creo conveniente dar algunas razones por las cuales concurrir.
Iré al cacerolazo, en primer lugar, porque valoro la libertad como derecho inalienable del hombre y no acepto que el kirchnerismo pretenda dirigir la vida de los ciudadanos hasta en sus más minúsculos detalles. No sólo han atacado la libertad de expresión y amordazado a la prensa no adicta de manera sistemática, sino que ahora pretenden decidir por nosotros qué debemos hacer con el fruto de nuestro trabajo y controlar hasta nuestros calzones si osáramos viajar al exterior (cualquier semejanza con Cuba o Venezuela no es mera coincidencia).
Iré al cacerolazo porque no me quedaré sentado viendo cómo los funcionarios kirchneristas se enriquecen con el dinero del pueblo. Los casos de corrupción en Argentina, desde los fondos de Santa Cruz que nadie sabe dónde diablos los escondió Néstor, pasando por las valijas de Antonini Wilson, la bolsa de Felisa Miceli, las coimas de Skanska, la cocaína de Southern Winds, las casitas de Hebe y Schoklender, y un interminable etcétera hasta llegar al más reciente de todos, el presunto enriquecimiento ilícito de Amado Boudou, no han llegado a ninguna parte y la impunidad ha sido la regla.
Iré al cacerolazo porque no me creo que este gobierno sea “nacional y popular”. Más que nacional, es estatista (que no es lo mismo en absoluto); y más que popular, es populista, con un fuerte componente oligárquico que deriva del modelo económico del “capitalismo de amigos”, en el que la condición para alcanzar la fortuna material no está vinculada a la idoneidad, productividad o habilidad, sino a los lazos de amistad y servilismo para con el poder (¿le suenan Báez o Ulloa?).
Iré al cacerolazo porque el kirchnerismo, en su infinita arrogancia, politizó la bandera de los Derechos Humanos tras antes monopolizarla, convirtiéndola de una causa naturalmente noble a una causa ideológico-política de la que sacaron provecho los peores sátrapas de nuestro país. Así pues, los Derechos Humanos en la Argentina de hoy no son mucho más que un patrimonio de delincuentes y ex terroristas, y ni se nos ocurra pensar que una víctima de éstos puede ampararse en aquellos.
Iré al cacerolazo porque la inseguridad se apoderó de las calles y llegó a niveles intolerables sin que se perciba voluntad política alguna para controlarla. Tenemos un Estado bobo y obeso, que se cree capacitado para expropiar y dirigir empresas, pero que no es en verdad capaz siquiera de llevar adelante con eficiencia la función principal de todo Estado: monopolizar el uso de la fuerza para proteger a los ciudadanos.
Iré al cacerolazo porque estoy hastiado de la hipocresía oficial. En efecto, se horrorizan desde sus countries que la clase media se exprese golpeando cacerolas, de manera espontánea y sin el “chori” ni la “Coca”; se esconden tras sus guardaespaldas cuando aseguran que la inseguridad es una “sensación”; nos aseguran que la inflación es mínima, mientras los ahorros de los argentinos se hacen trizas en cuestión de meses (y encima, frente a tal panorama, no nos dejan refugiarnos en el dólar); se golpean el pecho por los Derechos Humanos mientras admiran a Fidel Castro, se dan la mano con dictadores africanos y reivindican a las organizaciones terroristas de los años `70; nos hablan de redistribuir la riqueza pero la suya ni se les ocurre tocar; nos piden que nos pesifiquemos mientras ellos continúan dolarizados hasta las orejas…
Iré al cacerolazo porque quiero un país republicano, sin jueces que se prostituyan al poder político y sin Procuradores Generales como Reposo que, tras haberse definido como “soldado de Cristina”, ahora para ganarse el cargo pretenda que le creamos que será independiente en el puesto.
Iré al cacerolazo porque me tiene cansado el cliché del “54%”. La democracia no es una cuestión meramente cuantitativa, sino que también es, y no menos importante, un sistema de respeto a las minorías. Haber sacado el 54% de los votos no los habilita para convertirse en dictadores

Iré al cacerolazo porque no acepto la inmoralidad de tener en la Argentina una caterva de “periodistas militantes” (léase, periodistas que hacen las veces de felpudo oficialista) que lleven adelante su militancia mediática financiándose con dinero del pueblo. Destinar apabullantes sumas del erario público para mantener un programa como 678, que mide menos de 3 puntos de rating, y que se constituye en una usina de irrestricta (y rentada) defensa al gobierno y manifiesto adoctrinamiento, es una inmoralidad a todas luces.
Iré al cacerolazo, finalmente, porque me opongo al anacronismo juvenil que promovió el kirchnerismo a través de lo que dio en llamar “La Cámpora”, rejunte de jóvenes radicalizados que se creyeron el cuento de que estaban llamados a ser los herederos modernos de Montoneros, y adoptaron modismos, categorías, discursos e ideas que no se condicen con los tiempos que corren. Los jóvenes de argentinos estamos llamados a ser mucho más que una versión paródica de un grupo terrorista del pasado.
Llegó el momento de dejar de callar y hacernos oír. Y quienes siempre han despreciado el diálogo, creyéndose que la política podía resumirse en sobreactuados y reiterados monólogos por Cadena Nacional, esta vez no podrán dejar de escuchar el ruido de las cacerolas del hartazgo.