viernes, 1 de julio de 2011

ANTE EL FRACASO DE SABBATELLA Ishii: la nueva operación para vaciar a Scioli

En marzo pasado, el kirchnerismo se entusiasmó con la idea de arrebatarle al sciolismo y los intendentes del conurbano una importante cantidad de concejales, diputados y senadores provinciales y hasta algunos intendentes. La herramienta elegida fue la colectora de Martín Sabbatella, orientada a captar votos progresistas y del peronismo de izquierda. Pero dos semanas atrás, se lanzó el Frente Amplio Progresista con Hermes Binner al frente y uno de sus efectos fue debilitar a Sabbatella, que al mismo tiempo era golpeado indirectamente por el escándalo Schoklender que alejó de la Casa Rosada a una parte de la izquierda.
Con un Sabbatella cada vez menos significativo en las encuestas, esta estrategia quedó bastante desarticulada. Entonces, el juego pasó a otro nivel. O sea, colocarle a Scioli un comisario político que sea el reaseguro de la Casa Rosada en caso de que aquél intente proyectarse como el candidato natural del peronismo para el 2015. A diferencia de lo ocurrido con Sabbatella, esta operación fue un éxito.
La pinza
Pero hay más. Una tercera operación -ahora en plena ejecución- apunta a arrebatarles a Scioli y a los intendentes una porción importante de los cargos en juego. El intendente de José C. Paz, Mario Ishii, es el encargado del nuevo emprendimiento. En una empresa que parece lírica, presentó listas para concejales, intendentes, legisladores provinciales y gobernador en los 135 distritos de la provincia. Al competir con Scioli en la primaria del Frente para la Victoria del 14 de agosto, Ishii busca movilizar el voto kirchnerista y también algunos progresistas decepcionados con Sabbatella. De acuerdo al sistema que se aplicará en la primaria, la minoría que alcance el 25% de los votos se quedará con una cuarta parte de las listas. Contando con el caudal kirchnerista y algunos votos progresistas, Ishii podría, por adentro del FpV, conseguirle a la Casa Rosada el resultado que se le escapa de las manos a Sabbatella, que lo intentó por afuera.
De llegarse a esto, el kirchnerismo se expandiría en los cargos y le restaría sustentabilidad al segundo mandato de Scioli. La insaciable voracidad K por los cargos se explica en parte por sí misma: el Gobierno cree que sólo puede seguir adelante si toma el control de todos los resortes del poder político. Pero, como el apetito viene comiendo, no hay que descartar que la operación de pinzas que protagonizan Mariotto e Ishii pueda ser, más adelante, la base política para una futura ofensiva en gran escala contra el gobernador. En este sentido, la extrema docilidad puesta de manifiesto por Scioli le está facilitando sobrevivir. Pero tal vez no tenga demasiado en cuenta que hasta ahora al Gobierno esto le conviene. Si esta ecuación cambia, Mariotto e Ishii podrían convertirse en sus verdugos.

Zannini: el López Rega de Cristina Kirchner

La sola mención del apellido terrible despierta reminiscencias de una situación histórica que todavía está vigente en la política argentina. López Rega, el hombre fuerte del Gobierno de María Estela Martínez de Perón, tiene su propio sucesor. Con otro signo y mayores sutilezas, casi como los pañuelos blancos de Hebe de Bonafini y sus amigas que deambulaban, entusiastas, en Olivos cuando se digitaron las candidaturas. O como la sonrisa de Estela Carlotto al abrazarlo a Boudou, el elegido que dispondrá de los subsidios. El nuevo López Rega se llama Carlos Zannini, Secretario de la Presidencia de la Nación y hombre fuerte del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, quien hace y deshace en materia de los planes políticos del gobierno, de su estrategia preelectoral y de las decisiones de fondo supeditadas al factor ideológico. Más aún, como López Rega, Zannini aconseja primero y después decide lo que debe hacer la Presidente de la República, a quien le corresponde la responsabilidad de hacerle caso. La criticada pieza teatral que la convirtió en una mala imitación de una monarca a la antigua, que pone candidatos ansiosos por cumplir funciones que aseguren la sumisión a lo que se les ordene. Como lo dijimos en su momento, fue un acto inédito en la vida institucional del país. Inédito y peligroso, que les costará muy caro a Zannini y a Cristina. ¿O a Cristina y a Zannini? El orden poco interesa pues lo concreto es que la ola del malestar peronista apenas ha comenzado. El desmembramiento ya se manifiesta, lento todavía pero inevitable.
Hace un par de días, dijimos que la vocación de voto en favor de la viuda, que ha dejado de ser doliente de un día para otro, había caído tanto como el esfuerzo que realiza el Gobierno para demostrar lo contrario. Hace 48 horas, el porcentaje era del treinta por ciento, lo que ubicaba al Frente para la Victoria ante la peligrosa necesidad de enfrentar la segunda vuelta electoral. En ese entonces, el porcentaje a favor de Cristina oscilaba en un treinta por ciento; hoy, las mismas fuentes diplomáticas manejan un punto menos, con todo lo que eso significa. Así, se afirmaron las primeras versiones en el sentido de que la Casa Rosada piensa suspender lisa y llanamente las primarias de agosto, que fueron pensadas por Néstor Carlos como una fórmula que fortaleciera las posibilidades de su mujer. Hoy, la maniobra se invirtió y mostrará a los votantes quiénes serán los que podrán competir y ganar. Por eso, el Gobierno quiere cerrar un entendimiento secreto con Binner, tentarlo a Alfonsín con promesas para llegar a un acuerdo parlamentario y amenazarlo a de la Sota más seriamente de lo que se supone, para que establezca un acuerdo con el candidato kirchnerista en Córdoba que frene una actitud independentista que amenaza con extenderse.
Esto tiene una exteriorización concreta en la fotografía de la Presidente Cristina al lado del emponchado Mario Ishii, intendente de José C. Paz, catapultado como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires para competir con Daniel Scioli a quien apoya en simultáneo. Esto también es insólito, pero se explica de la siguiente manera: lo importante es colocar la mayor cantidad de diputados provinciales. Si pierde Scioli, arrastrado hacia abajo por el impuesto Mariotto como compañero de fórmula a raíz de su izquierdismo, casi mejor para Zannini; el manejo con un Ishii, maleable y sin ideas facilitará las cosas para el lanzamiento de leyes que fortalecerán el control absoluto de la economía en la principal provincia productiva del país. El problema, todavía no resuelto, es contener el malestar de los intendentes del conurbano, el núcleo fuerte que puede decidir el resultado de las elecciones.
Los intendentes ya conversan con Duhalde para después de la segunda vuelta, que se estudia suprimir con cualquier argumento. Surge entonces la gran pregunta: ¿Realmente Cristina se maneja con total independencia de criterio o está totalmente sometida como lo dicen los hechos? Por ejemplo: ¿conocía la Presidente la eventual falsificación de documentos para reflotar el tema de Papel Prensa a instancias de Eduardo Luis Duhalde y seguramente por sugerencia de Horacio Verbitsky? El tema promete volverse en contra, si se confirma la maniobra, y generar un nuevo escándalo preelectoral. ¿Fue Cristina quien le ordenó a Filmus que no concurriera a debatir con los otros candidatos para la Ciudad de Buenos Aires en el programa televisivo A dos voces? Si fue así, ¿por qué? ¿Para preservarlo o simplemente para quitarle el nombre de Cristina de su boca...? Todas son contradicciones misteriosas, pero podemos pensar que, fiel a sus ideas, Zannini razona en los mismos términos que lo hicieron las organizaciones armadas de los setenta. Creyeron que podían vencer a las Fuerzas Legales, que eran invulnerables, que la población los apoyaba, para llegar victoriosos al poder, como Fidel y Guevara en La Habana. Se creían invencibles. Así les fue.

Siglo XX Cambalache.....LA BIBLIA Y EL CALEFÓN

La Sra. Presidente Cristina Fernández de Kirchner, una vez más, le faltó el respeto a todo el pueblo argentino por ciertos invitados que, con mucho de circo y por cadena nacional, develó la incógnita desde la Quinta Presidencial; de quién sería su compañero de fórmula como Vicepresidente, siendo consagrado a dedo el impresentable y multi-investigado en varias causas, amigo íntimo de Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender, el “compañero” Amado Boudou.
El espectáculo teatral perfectamente instrumentado con la presentación estelar de la Presidente, más todas y todos los personajes del elenco, nos mostraban el triste y decadente drama que vive nuestra Argentina de hoy. Entre los invitados a participar del anuncio pudimos contabilizar a muchos procesados, prontuariados, investigados, y “sobreseídos” en forma sospechosa, “justicia”de Oyarbide y Cía. mediante.
Grande fue la alegría de todos cuando el hombre que supo cambiar a tiempo de liberal a marxo-progresista, era bendecido por la Reina, por ser el más leal de todos los traidores que rodeaban la infame escena; por otro lado, algunos traidores mal llamados justicialistas recibían el pago de sus traiciones al Movimiento ya que, por voluntad soberana de la Reina, la mayoría quedaban excluidos de las listas de candidatos, donde supuestamente se privilegió a los más fervientes exponentes de apoyatura al “modelo” de su majestad la Reina.
Ahora bien, ya que estamos los argentinos en vísperas de elecciones, bueno sería preguntarse ¿cuál es el modelo? ¿Será el modelo circense y chabacanesco de los invitados aplaudidores al evento? ¿O será el modelo “democrático” de elección de candidatos? Quizás podría ser el modelo que permite pagar deudas de dudosa legitimidad contraídas por militares y equipos económicos con el cual convivió hasta hace muy poco el ilustre elegido Vice-Presidente y que acompañaron al proceso militar endeudando en forma ilegitima a la Argentina. Ya lo dijo el “gran ausente”, “…debemos ser cumplidores, debemos honrar nuestras deudas a través de una política de desendeudamiento…”.
Lástima que esa política de “desendeudamiento” no alcanzó a los legítimos acreedores que tiene el Estado y a quienes desde hace muchos años los vienen estafando, violándoles sus Derechos constitucionales pagándoles la mitad de lo que deberían estar cobrando, concretamente, me refiero a los Jubilados argentinos.
Después de analizar largamente y viendo repetidamente las imágenes, llegué a una conclusión, por supuesto degradante para nuestro Pueblo pero efectiva para algunos fines pícaros y real por lo que se vio.
Entonces, “El modelo”, es la forma de gobernar de manera tal que se pueda delinquir libremente con protección y premio.
Para sorpresa de los argentinos, más allá del Vice elegido “democráticamente por el dedo”, al igual que Schoklender, en algunos negocios turbios como los ocurridos en el Municipio de la Costa con viviendas y ahora premiado con su candidatura, pudimos ver a los abrazos y besos a una invitada de súper-lujo (procesada, por supuesto) con su pañuelo blanco en la cabeza, con total desfachatez y como ofensa a nuestra sociedad. Esta persona que participa de un evento invitada protocolarmente por el primer mandatario en la Quinta Presidencial de los argentinos, debería estar presa junto a Schoklender por asociación ilícita y fraude; fraude que perjudicara a los más pobres de nuestra sociedad por un valor de $70.000.000 destinados a mitigar sus necesidades de vivienda; $70.000.000 de ilusiones y estafados con dinero del erario público junto a su “protegido” quien seguramente, al igual que ella fue invitado al evento, sólo que inteligentemente y menos caradura y sinvergüenza que “la madre de todos” no hizo acto de presencia.
Interesante modelo aquel que permite enseñorearse después de delinquir y para colmo ser premiado ¿Si este es el modelo?... salvados podemos estar los que vivimos de los nuestro.
Al decir del Gral. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano…
!!!AY PATRIA MÍA!!!

Puro cristinismo, muchos gerenciadores y poco peronismo

Nunca se asistió a un personalismo falto de lealtad como el que está desplegando CFK, que se termina por contagiar a todos los demás estamentos de la política; esto encubre la subsistencia de una crisis de valores muy profunda. Esta discrecionalidad, que evita ceder autonomía política y poder, termina por espantar a propios y extraños, alejando definitivamente a los independientes y a los probos.
CFK logra relegar los récords anteriores -que le pertenecían a su difunto esposo- sobre concentración y personalización del poder y la política, alcanzando extremos difíciles de haber imaginado hace apenas una década atrás. Teatralizando un cinismo digno de un Maquiavelo perverso inauguró su campaña, que comenzó -ahora nos venimos a enterar- el pasado 27 de octubre frente al féretro del que era su “compañero de rumbo y de vida”; candor o cinismo o ambas cosas a la vez volviendo a aflorar sus peores costumbres y su inclinación malsana al autobombo, el desprecio por los adversarios y el abuso inconstitucional de las instituciones con fines bastardos y partidarios.
Sobre este accionar se volvió a sintonizar con intensidad plena la forma en que ella considera la política y el armado de la misma, convirtiendo la memoria del ex presidente, por obra de su exageración, en la de un dirigente casi con espíritu asambleísta -verdad a medias si aceptamos que aquel siempre hizo consultas cuando debió diseñar un mapa electoral-; el tono soberbio y el uso indebido de Olivos en el anuncio de “los vices” fueron más rayas de la misma cebra, aunque el nombre de estos contenga otros y diferentes significados. Fue verdaderamente sorprendente la ajenidad que tuvo el peronismo todo mientras “ella”, con la complicidad a medias de Zannini, digitó candidaturas de legisladores en todos los distritos, y hasta la del vice de un Daniel Scioli que fue vilipendiado, humillado y arrastrado por los pisos como un verdadero desperdicio.
El suyo fue un asunto difícil, contra su propia postulación que fue a “todo o nada” ya que un “no” liquidaba definitivamente el kirchnerismo, entre varias opciones viables para encarar la campaña, la continuidad en el poder, e incluso para intentar prolongarla más allá de 2015 como lo imaginaran en los albores del régimen, allá por el 2003; la opción elegida reveló el verdadero modo en que encarará esto y la decisiva cuestión de la decisión: con la más absoluta discrecionalidad. La selección de Boudou resultó absolutamente individual, ya que desde hace rato ella siente dilección por éste, incluso contra la opinión que sobre este mamarracho tenía Néstor; en su presentación llegó a elevarlo al rango de “gurú” equiparándolo a Krugman o Roubini. Seguro que no por lo que hace o dice, aquí o afuera, y mucho menos por sus antecedentes políticos o académicos.
Optar por un gobernador peronista -con ansias presidenciales- suponía asumir compromisos, y creaba un posible delfín difícil de controlar, que podía incluso llegar a frenar el fortalecimiento del “peronismo antikirchnerista”, la emergencia de otra figura o la eventual y muy presente reforma constitucional para habilitar nuevas reelecciones; implicaba en esencia ceder autonomía y generarse problemas tal vez más serios que los que tuvo con los radicales K. Algún día se sabrá, porque siempre se termina por saber, lo que sucedió con Capitanich, si él planteó condiciones inaceptables para ella, o si “la Jefa” lo usó para dejarles en claro a los peronistas que su dedo bastaba para elevarlos, o devaluarlos, como luego quedó absolutamente en claro.
Esto quedó definitivamente en claro a la luz de lo sucedido en Córdoba, Salta y a última hora con Buenos Aires, donde contra la opinión de todo el peronismo Scioli dejará de ser, para empezar, el “delegado”del PEN, pues para eso “ella” lo eligió a Mariotto, dejando en claro que el margen de treguas y simulaciones existentes hasta entonces daba paso a una verdad incontrastable, pues “ella” no le tiene ninguna confianza, como tampoco se las tiene a los caciques de la CGT, ni a los barones del conurbano bonaerense, que dejaron ver en los últimos días que negocian de la misma manera, y como enseñaba Vandor, golpean y negocian, se dividen el papel de romper y apretar desde distintos flancos, para seguir reinando sobre el jefe de turno.
Este claro endurecimiento transmitió varios mensajes: primero, el territorio se debe subordinar a las conveniencias del vértice; segundo, el kirchnerismo se sigue concibiendo como un proyecto de largo aliento con derecho a decidir sobre la orientación y destino del país y -por supuesto- del peronismo; tercero, las reglas formales de la vida interna y de la competencia interpartidaria se subordinarán totalmente a las dos premisas primeras. Daniel Scioli, deberá anoticiarse, si ya no lo hubiere hecho bastante, que la sumisión rayana con la humillación que se le exige no tiene límite alguno, pues encontró en Mariotto la respuesta más contundente a su muy tibia -debe aclararse- rebeldía de pactar con Massa, proponer a Álvarez Rodríguez o a Baldomero “Cacho” Álvarez y dar un mínimo aire a las resistencias de los intendentes peronistas.
Boudou y Mariotto representan cabalmente, junto a los mercenarios juveniles de La Cámpora, un clásico paso de distanciamiento del peronismo, aunque esto pueda espantar unos cuantos votos; “ella” evitó a cualquier gobernador y legislador partidario para afrontar su reelección porque descree de ese sistema, mucho más que del sindicalismo. Aquí interviene otro cálculo en esta estrategia principesca: la de dar prioridad a la competencia por los votantes juveniles, progresistas e independientes; prefiere beneficiar -aparentemente- a Duhalde/Das Neves que ceder posiciones ante Binner, Stolbizer o Alfonsín pues considera que estas fugas no es que serían mayores sino porque serían verdaderamente imposibles de revertir o de compensar para mantener en pie “el proyecto”.
Conoce y es consciente de la permisividad de las “migraciones poselectorales” de legisladores, gobernadores y dirigentes dentro del peronismo hacia los calores del poder de turno; “traición” solíamos llamarlo durante los gloriosos años de la resistencia peronista y las luchas internas de los posteriores años 70, ahora les llaman “migraciones o reposicionamientos”internos. Y aquí los ejemplos abundan desde Pampuro, pasando por Bancalari y Aníbal F., o Camaño, Scioli y hasta Reutemann, Marconatto y tantos otros dirigentes nacionales o provinciales a las menores pero no menos bastardas de los Mussa, Toma, Fariña, Pirotta, Herrera o Villegas. Este conocimiento -por ser personalmente utilizado- la alienta a temerle menos a la dupla peronista que al posible arrastre de Alfonsín hasta dentro de las derechas abandonadas por Mauricio.
Quizás sobrestime en el primero de los casos el número y valor de éstas pérdidas y en el segundo se subestime también al “votante centrista e independiente”, pues la elección de los vices y de esa seudo militancia que solamente “ella” reivindica como continuadora de aquellos jóvenes de los ‘70 y que a diferencia de éstos se forjaron en volanteadas, asambleas universitarias y obreras de alto voltaje verbal y otros duelos menos pacíficos -los de derecha y los de izquierda (según los parámetros equivocados de muchos analistas y peronólogos)-, y que resultan la contratara de la práctica ahora ejercida por estos jóvenes del tercer milenio que premia con puestos de elevadas remuneraciones dinerarias la supuesta lealtad, colocados ahora en puestos clave en las listas legislativas pueden terminar por espantar no solo a los votantes peronistas, sino además a votantes independientes e incluso jóvenes que no están tan desatentos a la capacidad de gestión como se piensa equivocadamente en Olivos.
Este estilo personalista está desnudando falencias a una década de iniciado el siglo XXI, primero una idea de la autoridad que se desliza peligrosamente hacia el autoritarismo; segundo, un desprecio acerca de la participación del peronismo, también la idea clara de que la “identidad” de éste no le agrada, y finalmente que el mismo kirchnerismo empieza a convertirse en tiempo pasado, pues sería la hora del autodenominado “cristinismo”. CFK pasó de alardear sobre la necesidad de un “tiempo político e institucional en la Argentina” al nuevo tiempo y, sobre todo tras la muerte de Kirchner, de un peronismo paralizado, temeroso y aplaudidor, una oposición incapaz de amalgamar alguna propuesta que combine, en forma simultánea, proyectos con liderazgos; ella siguió en su matriz el modelo legado por Néstor, uno en el que el poder y la política serían la misma cosa.
Una sola cosa y excluyente, donde no existe la política sin ese poder, y es con esta concepción que ella pretende encubrir la subsistencia de la crisis política, mientras aquel reconstruía el poder anclado en la idea que tenía al Estado como epicentro, ella parece ahora darle una nueva vuelta de tuerca, con la proyección de los jóvenes advenedizos y mercenarios de La Cámpora al primer plano dirigencial sin cuna peronista alguna pero poseyendo el imprescindible soporte estatal. CFK modela un estilo de mando menos solidario que el del ex, ella se exhibe con una referencia exclusiva en el teatro montado alrededor del relato oficial, su mayor fortaleza lo ancla en el “duelo”, sobre ese duelo intenta navegar desde octubre pasado, y es ese duelo el que le hace presumir la fundación de otro tiempo político que lleve estampado su nombre, antes que su apellido de casada
Cristina Fernández no puede evitar leer el mundo con anteojeras, y ellas le dificultan adaptarse a las condiciones en que se desarrollará sin lugar a dudas los tiempos por venir, que diferirán notablemente de los tiempos reinantes hasta hace apenas unas semanas. El desmadre interior de la inseguridad generalizada, la corrupción galopante en todas las áreas gubernamentales, una inflación que se come y fagocita los salarios de los que por suerte tienen trabajo, la verdadera sangría de la fuga imparable de capitales entre otras tantas realidades, sumadas a la salud de su “amigo”Chávez que pueden tener un efecto mortal para su propio régimen y anticipar lo que tarde o temprano afectarán a otros populismos personalistas berretas que carecen de mecanismos de sucesión.
CFK quiso mostrar indiferencias a esos mecanismos que le dificultan concentrar el poder el mayor tiempo posible, puede que le hubiere convenido curarse en salud, ya que el destino le puede deparar pasar de la omnipotencia a la total impotencia en un santiamén y a no muchos de sus conciudadanos puede agradarle seguir viviendo tan a merced de la suerte.

Una polvareda y algo más…

La decisión de doña Cristina -nominar manu militari al Lic. Amado Boudou candidato a la vicepresidencia- tuvo un efecto ciertamente peculiar: sirvió como esas polvaredas de la antigua pampa que escondían a los indios en malón, a los ñandúes en disparada y de paso a las liebres y quirquinchos, con la ventaja de que la entrada en acción demoraba el alerta de los destinatarios del ataque. Aquí, fue la sorpresa que, pese a ser esperada entre otros, produjo que el Ministro de Economía, famoso por sus avances en el escenario de los rockeros, de pronto tomó la forma del “favorito”. Casi tanto como cuando Isabel I de Inglaterra un día presentó en la corte al Conde de Essex, al que llevaba 40 años de edad pero quien estimaba, pese a que el muchacho resultó un tilingo, no tenía la fibra de su antecesor, Francis Drake, y por eso un día subió al cadalso. Entre nosotros la selección hecha es más una incógnita que un premio, y acaso pudo ser peor.
Cuando se disipó la polvareda, siquiera en parte, los amigos del Gobierno K tomaron conciencia de que, en el ínterin, habían cambiado las cosas fundamentales. El Frente para la Victoria, que no pudo imponer Néstor, el finado, ahora (con esa u otra sigla) apareció resucitado merced a la batuta de mando esgrimida por doña Cristina que, vestida de negro, de pie ante cien aplaudidores, dejó en claro eso de “el poder soy yo”. Entonces el gobernador Scioli se notificó que era inapelable el segundo término para Gabriel Mariotto, el auto-presidenciable Hugo Moyano supo que a los sindicatos sólo les corresponden dos bancas en el congreso, y el consejo directivo del PJ recibió por e-mail una lista de legisladores donde los escuderos de La Cámpora son tantos como casi la mitad, mientras dos personajes de la Rosada (Aníbal y Zannini) oficiarán de factores de poder en los bloques legislativos.
Ha comenzado, pues, un nuevo ciclo del experimento. Los rezongos del iraní y ex concejal Luis D’Elía y las protestas del gremialista Julio Piumato, autorizado vocero de la cúpula cegetista que lidera Moyano, no parecen por ahora síntomas de resistencia o dispersión, pese a que expresan el dolor de lealtades que pueden resultar cristalinas. La dirigencia política del PJ -se dice- iniciará un examen de conciencia para determinar si dichas malas novedades denuncian un caso de ingratitud o, con mayor posibilidad, que se ha desnudado la realidad de una generación que, por los años y por los hábitos, padece de obsolescencia y esterilidad.
De manera que, si en octubre las cifras favorecen al oficialismo, no será el triunfo del peronismo que nació en 1945, aclamó a Isabel en 1974 y votó una y otra vez por Carlos Menem. No queremos anunciar el fin de ese movimiento que históricamente se integró por trabajadores, clase media y una porción de la alta, y que viene funcionando en brazos de una verticalidad que lo llenó de muchos peronistas y pocos ciudadanos. Aunque su veterana dirigencia subsista conforme, aferrada a los triunfos cuantitativos del pasado, en función de lo que Gustavo Le Bon llamó la “persistencia de las multitudes”, parece que semejante patrimonio requiere nueva chapa y pintura; acaso también un cambio de motor.
¿Hay posibilidad social y política de que surja un nuevo liderazgo al frente del peronismo, que sea lúcido, convocante, enérgico y decidido a conducir una renovada generación de argentinos donde los ciudadanos sean amplia mayoría respecto a los meramente subordinados? Un esfuerzo de esa calidad es fundamental, ante todo para entender que un peronismo superado, sin renegar de sus virtudes pero dispuesto a renunciar a sus carencias, es una necesidad de la sociedad toda. Y la sociedad reclama algo más y mejor que un “partido”que ya se llenó de hábitos comiteriles, esos que, precisamente, fue lo que en 1945 se dejó para la historia acontecida.
Hace falta, pues, un gran esfuerzo de re-inspiración. Por esa vía, y solamente por ella, le será factible marchar, doctrinariamente, por algo mejor que el primitivismo de la estatización burocratizante sin abandonar sus consignas de justicia social y de independencia económica. O sea, reconstruir y nuevamente construir el Estado social de Derecho.