domingo, 26 de junio de 2011

La ley de medios no terminará con la radiotelevisión ilegal.

Si, tal como dijo la Corte Suprema de Justicia, la inflación es un flagelo, la corrupción también lo es. La corrupción instalada en todos los ámbitos del Estado carcome le dignidad de millones de argentinos sumergidos en la pobreza extrema y mata, como mató en Cromañón. Esa misma corrupción es la que permite la radiotelevisión ilegal que no está en el propósito de la nueva Ley de Medios erradicar

En forma genérica que en un país serio no existe ilegalidad en el espectro radioeléctrico que administra el Estado nacional. Las radios legales son legales porque ocupan frecuencias otorgadas por la comunidad internacional (en un antiguo acuerdo en Suiza) que no son propiedad de ningún país si no de la comunidad internacional y en ese país europeo fueron asignadas a cada nación.

Por lo tanto, el Estado, administrado por el gobierno nacional, debe oficiar el poder de policía para que no ocurra usurpación de frecuencias. Solo en un país corrupto y donde la administración del Estado es absolutamente ineficiente puede suceder lo que ocurre en Argentina.

No hay posibilidad alguna que subsistan económicamente hablando semejante cantidad de radios e incluso de televisoras ilegales sino hubiese corrupción. La torta publicitaria argentina es muy escasa y más hoy para la radio como para existan alrededor de entre 5.000 y 6.000 emisoras en todo el país. En EEUU la principal economía del mundo las radios suman poco más de 10.000 estaciones. Por lo tanto, el negocio de la radio sería inviable en nuestro país sino está sostenido con dineros turbios.

El Comfer, o como quieran llamar el lugar que ocupa actualmente Gabriel Mariotto con la hasta ahora trabada ley de Medios, depende directamente de Presidencia de la Nación y los fondos que recauda no van al Tesoro Nacional sino al Poder Ejecutivo. Todo negro, muy negro.

En el Comfer, fuentes confiables, aseguran que está institucionalizada la coima para hacer vista gorda a radiodifusores que operan sin licencias y hasta algunos con PPP.

El espectro radioeléctrico no permite semejante población de frecuencias porque todas las radios están interferidas, más en un país donde todas las antenas son omnidireccionales, no direccionales como por ejemplo en los EEUU.

No hay emisora de radio que no tenga zonas de no recepción por interferencias.

La ilegalidad llegó a tanto que hasta existen radios de AM ilegales sabiendo perfectamente que operar una radio de estas características merece una inversión mayor en tecnología de planta transmisora que para una de FM.

Semejante descalabro es difícil de erradicar porque la prostitución del dial explota. Nadie quiere hacer nada porque esa no es la prioridad de la autoridad de aplicación. Hay muchos intereses creados para que esto subsista. Donde se ponga el dedo salta pus.

No existen tantas licencias de FM existen radios que no pasaron por concurso alguno y que muchos luego de ubicares en una frecuencia en forma ilegal consiguieron el famoso PPP, que los habilita a transmitir. Es como Botnia. Uruguay no pidió permiso pero ya está Botnia ahí, ahora relájate y goza.

Mientras el país siga ocupando uno de los peores lugares en la tabla de posición mundial de la corrupción, las radios seguirán sufriendo este fenómeno que no dista mucho de la feria de La Salada o de tantos ejemplos de violación de las normas vigentes.

Los radiodifusores legales han sido cómplices de este fenómeno porque algunos fueron ciegos en el momento de su aparición; otros tienen la cola sucia como para denunciarlo y otros se han preocupado de conseguir prebendas económicas del Estado y a cambio mantuvieron un silencio cómplice.

La radio argentina vegeta ya no solo por todo esto sino también porque no hay inversión publicitaria importante debido a que el cable y la TV abierta a la mañana ofrecen tarifas muy competitivas y además, Internet está despoblando las radios frecuentadas por los más jóvenes y por los adultos jóvenes.

En conclusión la nueva Ley de Medios no pretende acabar con la corrupción existente en materia de radiotelevisión si no crear un monopolio estatal que unifique el discurso de una realidad cambiada, típica práctica de los Kirchner para perpetuarse en el poder
.

AMADO BOUDOU: EL CURRÍCULUM DE UN FARSANTE...

Muchos son los apodos que el titular de Hacienda ha sabido anotarse a lo largo de los últimos años. El columnista de La Nación Carlos Pagni, por ejemplo, se subió al podio de la popularidad, mencionándolo bajo el rótulo de Aimé en cada ocasión (se dice que así lo llamaban su madre y sus íntimos durante el tiempo vivido en Mar del Plata). Otros, más espontáneos, se refieren abiertamente al funcionario como “Bubu”. Y una porción remanente de ocurrentes seguidores de los medios gusta llamarlo Beloved Voodoo, haciendo uso de un juego de palabras derivadas de la juguetona traducción de su identidad al idioma de Shakespeare.


Por cierto que los detalles bajo tratamiento no sirven para evaluar la idoneidad de un candidato. Como tampoco observa mayor interés señalar el éxito comprobado de Boudou en mil batallas de corte venusino con el sexo opuesto (El impredecible y áspero camionero Hugo Moyano se refiere al ministro como “pintón”). Lo que interesa, para este caso, son los antecedentes de la persona. Especialmente si aquellos se ajustan mejor al concepto “prontuario” que al término “foja de servicios”.

Tal es así que Aimé llega a la presentación de su candidatura sin pena ni gloria. Porque mucho tuvo que ver con su lanzamiento la dolorosa caída en desgracia del insípido Daniel Filmus, perdedor nato de comicios que no contaba con el visto bueno de la sociedad porteña, pero que estaba llamado a intentar repetir la candidatura por el kirchnerismo de la Reina del Plata. Por lo que se sabe, Filmus ahora tampoco goza de la simpatía de la devaluada Presidente de la Nación, Cristina Fernández. El Ojo Digital -junto a otros medios- fue en gran medida responsable de la ira de los socios políticos del mencionado, en función del material que recientemente fuera publicado por este medio y que ventilara sin retorno las relaciones del ex funcionario de Educación con Alejandro “Pitu” Salvatierra. Salvatierra -militante “villero” K- pasó a la fama por ser uno de los principales instigadores de la toma del Parque Indoamericano de Soldati. Supo estar apañado por el propio Daniel Filmus y por Francisco “Tito” Nenna, entre otros polémicos referentes del Justicialismo kirchnerista de la Capital Federal. A ese inefable círculo lo asfixia ahora el calor de las flamas, por haber preparado involuntaria pero efectivamente el escenario de caos callejero que hoy se ve no solo aquí sino también en el resto del país. Lo que muchos califican -puertas adentro- de mal experimento que “se salió de las manos”. Pensado, claro está, para beneficiar a Cristina, pretendiendo extender el tan mentado romance de la “Viudita” con sus súbditos.
 
Mal que le pese, Amado Aimé Boudou viene cargando desde hace tiempo con el pesado lastre de episodios oscuros de cuya confección inicial participara y que luego terminarían de la peor manera. El primer dato que viene a la mente resucita el mal rato que el protagonista de esta columna le hizo pasar al ex intendente del Partido de la Costa, Juan Pablo de Jesús. En aquellos tiempos para nada lejanos, Boudou se desempeñaba como Secretario de Hacienda (años 2003, 2004 y 2005). El bueno de Aimé firmó de su puño y letra una iniciativa diseñada por el Ministerio de Planificación de don Julio De Vido (enmarcada bajo el Plan Federal de Viviendas), y que le hubiera representado un importante número de unidades a los residentes del Partido. La historia terminó decididamente mal puesto que, a pesar de que la compañía en la que se tercerizó la construcción recibió el pago por casi el 75% del presupuesto designado, no se edificó ni uno solo de los inmuebles. Pero este cuestionable vicio de la explotación de presupuestos de obra pública para propio provecho parece ser uno de los ejes fundacionales de la corrupción oficialista desde su arribo en 2003. Un desmanejo similar se le atribuye al hoy sufrido Aníbal Fernández en los años en que se desempeñó como alcalde quilmeño, aunque en aquel escenario se trataba de obras para mejorar el tratamiento de residuos cloacales en barrios específicos de aquella localidad. Tampoco se realizaron los trabajos. Hoy por hoy, se conoce bien sobre la multiplicación de discursos en relación a obras prometidas por la Presidente Cristina Fernández o bien por su difunto esposo y que jamás han visto la luz. Entre otros, podemos contabilizar la reactivación del Astillero Río Santiago, el tristemente célebre gasoducto que conectaría a la Argentina con Bolivia y Venezuela, el fantasma de ENARSA, el “Tren Bala”, el tendido de nuevas vías férreas y el Plan de Radarización que hubiera dado participación activa al INVAP. El factor común a todos estos casos es que las previsiones financieras para los proyectos se hacen públicas, pero los resultados nunca acompañan. A la postre, la defensa de la pretendida honestidad de la actual Presidente de la Nación termina siendo motivo para la estruendosa carcajada. Cuestión que daría lugar a la humorada si no fuera porque el derivativo de todos estos episodios de corruptela -esto es indiscutible- cierra el paquete con más pobreza, delito y homicidios. Ocurre que los argentinos no tenemos la fortuna de exhibir una dirigencia como la del Japón, en donde los servidores públicos acusados de malversación son conocidos por quitarse la vida al poco tiempo de conocerse los detalles de cada episodio.
 
Escapó Amado Boudou del Partido de la Costa, rescatado por el actual alcalde tigrense, Sergio Massa. Es gracias a este favor que Aimé llega a ANSES. Por desgracia para el hombre de Tigre, la recordatoria de este capítulo en la historia del hoy Ministro de Economía en algo podría salpicarlo en determinados círculos. Huyó Aimé, pero tuvo que pagar los platos rotos el ex jefe comunal de Jesús dado que -al día de la fecha- aún sigue recibiendo cuestionamientos en base a aquel plan nunca concluido de viviendas para residentes de bajos recursos.
Hasta no hace mucho, Amado Boudou solía efectuar raudas visitas a “La Feliz” los fines de semana, felizmente montado en su Harley Davidson, con la cabellera al viento. Al estilo del romanticismo de incontables héroes solitarios de Hollywood. Como si el favorito de Cristina quisiera, de tanto en tanto, escapar de los demonios que le chillan al oído. Pudiera ser que se remite a poner pies en polvorosa cuando alguien le recuerda que su declaración jurada de bienes hace agua por todas partes -sin importar cuántos vehículos le siga adosando al expediente-. El problema es que Aimé también parece haber hecho de Mar del Plata un espacio idóneo para las travesuras, por cuanto se ha vuelto un notable emprendedor de negocios inmobiliarios. Los locales sacan permanentemente a la luz la titularidad que posee sobre dos departamentos en un prístino y lujoso edificio que mira hacia el mar desde el Parque San Martín, a metros del Boulevard Marítimo (“la Costa”). Emprendimiento en donde -vaya desagradable coincidencia- también han invertido un par de empresarios de origen colombiano con negocios dudosos a cuestas. Y fue también en “La Feliz” donde el prolífico Aimé participó como gerente de la firma Venturino Eshiur -dedicada a la recolección de residuos-. Como lo recordara oportunamente Carlos Pagni, los titulares de la empresa le endilgaron a Boudou la responsabilidad sobre la quiebra de la misma. No en vano, amigos del ahora ministro y que en su momento compartieron “pecados de juventud” lo recuerdan como un inoperante de la primera hora cuando de hacer negocios se trataba. Pero, evidentemente, una breve temporada en la política puede obrar verdaderos milagros en aquellos que observan incontables limitaciones para el entrepreneurship.
 
Es Amado el golden boy de la Presidente de la Nación, Cristina Fernández. No hay que ser un agudo e implacable observador para notar que entre ellos existe algo más. Pero el lector no debe pecar de malpensado: de lo que se trata es de referir que nuestra primera mandataria ha depositado un bonus track de confianza en su favorito, al punto tal que le consulta sobre prácticamente todo asunto importante que hace a la res pública.
 
No obstante, el amateurismo de Boudou parece cultivar múltiples vertientes. Su tropiezo más cercano en el tiempo ha sido la de contemporizar demasiado con la idea del seguimiento en perjuicio de los empleados del Ministerio cuyos destinos conduce. Como no podía ser de otra manera, Diario Clarín expuso las actividades de espionaje que ahora salpican al predilecto de la ocupante del sillón de Rivadavia, denuncia penal incluida. La razón es que Marcelo Bonelli -periodista cuasieconómico del diario y conductor de A Dos Voces junto al “Gato” Sylvestre- es el número uno en la “lista negra” de los espiados, como trabajador de prensa opositor en que hoy se ha convertido. Para peor, Amado negó la historia en una primera instancia, para terminar reconociéndola como “algo normal”. Ahora mismo, Bonelli recorre todo espacio posible haciendo trizas al ministro. Desde luego, un comienzo nada halagador para un candidato recién lanzado.
 
Sin lugar a dudas, deberían constituir temario para entendidos en psicoanálisis -no freudianos- las razones por las cuales los funcionarios públicos argentinos de los últimos años se ven compelidos a embellecer sus agendas con espionaje y una sobredimensionada malversación del dinero público. Quizás, el excesivo protagonismo de estas dos variables a lo largo y lo ancho del mundillo político pueda explicarse a partir del acostumbramiento a una larga permanencia en el poder y a la necesidad de mantener el status quo. ¿Quiénes conspiran contra mí? ¿Cuento con los medios financieros para eliminar esa crítica?
 
En la Argentina, el carácter voyeurista de la política termina siempre combinándose con los conceptos nomenklatura, Gestapo y cleptocracia. Todo ello condimentado con una explicación tan sencilla como vacua, a saber, que la opinión ciudadana debe acostumbrarse a esta realidad pues se trata, en definitiva, de algo “normal”.
 
Tal como lo diría Amado Boudou.

DESPUÉS DE BOUDOU Y MARIOTTO

El avance K sobre las listas haría que muchos intendentes jueguen a dos puntas
La develación de la incógnita sobre los dos candidatos a vice tendrá consecuencias profundas en el escenario político. La Presidente se decidió por quien propuso la estatización de las Afjp y por quien más impulsó la Ley de Medios Audiovisuales. En particular, el nombramiento de Mariotto lo coloca a Daniel Scioli en una encrucijada, ya que éste siempre privilegió la moderación ante todo el arco político y especialmente en los medios de comunicación que, por otra parte, ya saben que continuarán siendo las víctimas en caso de que se concrete la reelección. La designación de Boudou presagia más intervención del Estado en la economía, más inflación y más control de precios. Por otra parte, el procedimiento de la toma de decisiones adoptado por la Presidente es cuasi monárquico y totalmente ajeno al seguido por el justicialismo después de la muerte de Perón. Semejante concentración es todavía mayor que la practicada por Néstor Kirchner, que por lo menos consensuaba sus decisiones con sus colaboradores más cercanos. El encumbramiento de Boudou indica además otras dos cosas. La primera es que CFK estaría ya pensando en fabricar algún presidenciable para el 2015, por si no consigue los dos tercios de votos en el Congreso para reformar la Constitución Nacional y así eternizarse. Pero además, con Boudou de vicepresidente y su segundo en Economía, Roberto Feletti, como diputado nacional por Buenos Aires, estamos en las vísperas de un recambio integral del equipo económico.
Este rumbo, más la aparición de la Cámpora en cargos electivos y ejecutivos compartidos con miembros de organizaciones de los derechos humanos, dejan afuera de la conducción del Estado a la estructura del peronismo. Otra probable consecuencia sería que el kirchnerismo desista de procesar a Hugo Moyano, debido a su excelente relación con Boudou, aunque el sindicalismo quedó minimizado en el número de candidaturas. Scioli sale lesionado de este episodio, porque la Casa Rosada no lo considera leal, cuando en realidad lo fue. También los intendentes del conurbano terminan perjudicados por el avance K sobre sus listas.
Volver al 2009
Pero no hay que subestimar la reacción negativa de los barones del conurbano. Ellos saben que después del 10 de diciembre o aun antes, van por ellos. De ahí que existan en Olivos fundadas sospechas de que no pocos intendentes estarían preparándose para ejecutar la misma maniobra que le costó a Néstor Kirchner la derrota en Buenos Aires el 28-j. Esto es, que habrían colocado candidatos -sobre todo para concejales- en las listas de distintas alianzas, por ejemplo, con el Frente para la Victoria, la UDESO y el Frente Popular. De este modo, los intendentes en cuestión compensarían la pérdida de cargos a manos de La Cámpora y el aparato cristinista.

SÓLO FALTABA SERGIO PERO HEBE ESTABA

Fue inédito. Jamás en la historia política de la Argentina se registró un acto de autocracia más claro, evidente y hasta, diríamos, determinante del futuro. Expectantes, todos esperaban el dedo indicativo y soberbio de la Presidente, quien decidiría sobre el devenir de todos, de sus personas y de su trayectoria política. Nerviosos, se sonreían mutuamente y hablaban en voz alta pero no estridente, de temas vacuos que eludían la inquietud central que existía en el partido más numeroso y otrora más poderoso de la Argentina moderna. Ellos creían que lo representaban y lo mismo sucedía en numerosas oficinas donde los dirigentes comenzaban a preguntarse qué eran ellos. ¿Dirigentes...? ¿Representantes del complejo entramado que significa el poder dentro de una agrupación cuyos componentes del pasado ahora se enfrentaban entre ellos? Posiblemente fueron pocos o ninguno quienes reflexionaron acerca de esta curiosa crisis que los debilitaba. De eso estaban seguros. Si no transitaran por una situación de debilidad no dudarían que existía un Jefe incuestionado y querido y que éste era tan hábil como para hacer funcionar los distintos componentes y resortes legales que permitían cumplir con su voluntad. La mayoría lo recordaban, pero ni uno solo mencionó el nombre de Perón, del Teniente General Juan Domingo Perón, que fundó el partido que llevaba su nombre. Para colmo, esos componentes legales, que daban forma y vida al sistema, ahora estaban ausentes. Ni la CGT -la columna vertebral del Movimiento- estaba unida para tener una presencia monolítica en Olivos, y su máxima autoridad, el empresario y camionero, clamaba, rabioso, por poner a sus hombres en las listas. Los poderosos intendentes del conurbano, indispensables para llevar adelante la vida interna y controlar el comicio, no habían sido consultados y no simulaban su molestia. Los militares eran ajenos a la ceremonia y se los mantenía lejos en todo lo concerniente a las decisiones de gobierno. En síntesis y en su esencia, las relaciones con ellos no existían. Rotas, el problema forma parte de la crisis ampliada a toda la sociedad.
Afuera, un grupo de virtuales y jóvenes desconocidos vivaba a Cristina una y otra vez. Se identificaban como miembros de “La Cámpora”,el nombre que el General prácticamente había prohibido, por traidor contagiado de todo lo que él había combatido. “La Cámpora”, identificada como algo femenino y muy distinto a esa rama constitutiva del justicialismo. Adentro, los murmullos repetían nombres y desechaban otros que no serían agraciados. En voz muy baja, hacían apuestas que arriesgaban variantes de último momento y todos, ansiosos, esperaban la presencia de esa mujer desconocida años atrás, que había llegado desde el sur, fugada por subversiva desde La Plata y que, después, había heredado su cargo presidencial.
No resultaba fácil superar la angustia de la espera. Sabían que el gobernador de Buenos Aires, Scioli, un cargo que podía haberse vuelto poderoso e influir en la jugada política que se avecinaba, había sido doblegado. ¿Sabría el motonauta que se suicidó políticamente...? El Secretario General de la Presidencia, Carlos Zannini, era el dueño de la lapicera que colocaba en la mano de Cristina cuando había que firmar y resolver. En su mayoría, los concurrentes más viejos en estas lides sabían que dejaron de mandar y decidir. Nadie los consultaba y que eran otros, con ideas distintas o sencillamente sin ideas, los beneficiados en eso por lo habían luchado tanto y desde tan bajo: el ejercicio del poder. Cada vez más lejos, quedaban las negociaciones, los compromisos, las promesas y los acuerdos sustantivos de todo armado político. Ahora serían esos otros quienes harían esa tarea; otros, tal vez desconocidos, ya estudiaban las listas, concedían lugares y les abrían las puertas a los nuevos o a los segundones que transaban para figurar y subir.
En Olivos, el público que esperaba se ponía más y más nervioso. Para colmo, tenía que soportar a esas mujeres de pañuelo blanco que llevan sobre las espaldas el nombre de la corrupción que querían olvidar. En verdad, ninguno se consideraba un santo, pero... ¡tener que aguantarlas...! Ninguna había sido peronista o antiperonista y ahora se llamaban kirchneristas y, de vez en cuando, vivaban el nombre del General, pero ninguno ejercía la memoria, recordaba los símbolos o los sucesos del pasado.
Adentro de la casa, Cristina se daba los últimos toques al pelo y hablaba con Zannini sobre el acto que iba a comenzar. Era consciente de que se jugaba el todo por el todo y que debía frenar la caída. Tres meses para las elecciones era demasiado tiempo y no podía insistir con Moreno, hablar del modelo y asegurar que la desocupación había caído. ¿Hasta cuándo durarían los recursos para seguir con los subsidios...? Si se acababan, no vendrían los votos y ya era hora de tenerle miedo a quien aguardaba con paciencia en Lomas de Zamora. En fin... Su secretario la tranquilizaba. “A estos los mandamos con los hechos consumados, con las decisiones adoptadas y si te reclaman -no hoy, pero sí a partir de la semana que viene- porque no consultaste al Partido y no diste intervención a los organismos y al voto interno, te encogés de hombros y mostrás la foto de Néstor. No hay que dar ni un paso atrás... porque si aflojamos...”Los demás miraban y asentían. No había que repasar listas para retener nombres en el discurso. Sólo los principales. Con Boudou como vicepresidente compensaban el de Mariotto en Buenos Aires. Era verdad que había que contenerlo, pero él tenía razón. Había que controlar a los medios, a todos los medios, para imponerse, y mañana mismo habría que hacerlo para que no registraran las protestas de los descontentos. Una batería de publicidad acompañaría la alegría por el acierto demostrado por el dedo presidencial. ¿Denuncias ante la justicia? Sabían cómo arreglarlo. ¿Malestar entre los dirigentes intermedios...? ¡A tentarlos con atractivos! ¿Que no trabajarían en la campaña, que los intendentes se rebelarían, que los gobernadores ya concretaron o hicieron trascender su disgusto...? Bueno, ya se vería, pero antes que nada Buenos Aires estaba en la bolsa y con este movimiento impostergable se le habían adelantado a Duhalde... Tanto, que si esto salía bien podían empezar con la necesaria reforma de la Constitución para asegurarse el período siguiente. Había que comenzar antes de los comicios de octubre, para fortalecer las posibilidades y, si eso se lograba, nadie los movería nunca más. En eso, Verbitsky tenía razón y valía la pena arriesgarse...
Los comentarios se aceleraban nuevamente, pero Zannini se impuso. La miró a Cristina y ella respiró hondo. Dieron una orden y alguien se aprestó a poner el disco con la marchita. Se miraron entre ellos y sonrieron. Cristina, de pie, paseó su vista por el rostro de los elegidos y con paso decidido encabezó la salida hacia los que esperaban. Salieron y las “Madres”,bien instruidas, rompieron con los aplausos. Había comenzado el teatro...