domingo, 25 de diciembre de 2011

QUEMANDO LAS NAVES

La ofensiva de fin de año de Cristina marcó el 2012

En el frenesí que desató después del 23 de octubre, el gobierno produjo una serie de hechos resonantes, algunos de los cuales tendrán consecuencias estratégicas. Para empezar, el nuevo Congreso Nacional dominado por el cristinismo fue tan rápido como desprolijo en sancionar una serie de leyes. Nos detenemos en tres de ellas, plagadas de inconstitucionalidades. La nueva norma que regula la fabricación, distribución y comercialización de papel de diario es un glosario de violaciones a los artículos 32 y 33 de la Constitución Nacional, aparte de una docena de tratados internacionales integrados a aquélla. La ley antiterrorista establece un tipo penal abierto y tiene el privilegio de ser cuestionada por un arco que va desde la izquierda hasta el PRO. Y la reforma de la Ley Penal Tributaria no le va en saga a las anteriores. Ésta es una de sus perlas: los abogados que tramiten el concurso preventivo de sus clientes serán considerados sospechosos de fraude ante la AFIP, que es como decir que el penalista que presenta un pedido de excarcelación de su cliente es cómplice del mismo en el delito por el cual fue detenido. Este rosario de disparates jurídicos, propio de un Congreso que ha renunciado a legislar conforme a la Constitución, avanza inexorablemente hacia los estrados de la Corte Suprema. Todos los muchos que puedan verse perjudicados por estas normas intentarán medidas cautelares para frenar su aplicación y el problema escalará rápidamente hacia la Corte Suprema. Después de haber conseguido pasar a un segundo plano de escasa conflictividad, la Corte deberá ahora enfrentarse en el 2012 con el dilema de salvaguardar principios esenciales del sistema republicano o simplemente acompañar al gobierno y pagar el costo institucional de avalar leyes jurídicamente insostenibles. Sea como fuere, no hay duda de que será muy difícil, con estas leyes de por medio, que no haya tensión entre la Casa Rosada y el palacio de tribunales.
Esta misma ofensiva cristinista contra la libertad de prensa va a impactar seguramente en la relación entre la Argentina y los EEUU. Habiendo llegado las cosas a un punto de chavización ya bastante agudo, lo más probable es que el ataque a la libertad de expresión tenga un efecto congelante, por lo menos en algunos aspectos de la relación con la administración de Barack Obama. El 7 de octubre próximo habrá elecciones presidenciales en Venezuela en un marco excepcional, porque nadie le da a Hugo Chávez chances de poder ejercer un nuevo mandato. Esta encrucijada va a teñir toda la política regional, exponiendo sin duda a CFK a mayores riesgos, en función de su calidad de aliada del líder venezolano.
Nunca será como antes
Un tercer punto donde es difícil que se vuelva atrás es la relación entre Hugo Moyano y la presidente. Florencio Randazzo -se supone que siguiendo expresas instrucciones- acaba de arrojar un balde de aceite sobre la crisis desatada al proclamar que la CGT sigue siendo un aliado estratégico del gobierno. Éste parece ser un doble síntoma. Por un lado, con sentido común, el gobierno intenta reconstruir los puentes que Moyano dinamitó en el acto de Huracán dos semanas atrás. Por otro lado, es una señal de que aquél está apuntando al talón de Aquiles del gobierno. Para que las cuentas cierren en el 2012, la Casa Rosada necesita un tope de aumentos salariales inferior a la inflación. Si el líder camionero no acepta transar en la franja del 18 por ciento que propondría el gobierno y se planta, por ejemplo, en un 25%, CFK puede entrar en un tembladeral. Por supuesto que el cristinismo puede hacer muchas cosas, que van desde impulsar el procesamiento de Moyano hasta intervenir la CGT. Pero a esta altura se trataría de victorias pírricas y de consecuencias impredecibles. Un trabajo realizado por el encuestador oficialista Artemio López arrojó resultados que confirmaron los temores de Olivos. El estudio indica que el 65% de los encuestados en la calle están a favor de Cristina en su puja con Moyano, pero también se hizo la misma consulta en un universo de agremiados y el 55% de los mismos dieron su adhesión al jefe de la CGT. En otras palabras, éste, con su actitud desafiante, estaría consiguiendo fortalecer su liderazgo gremial, que antes estaba en franca baja. En la actual relación de fuerzas, es muy difícil que Moyano quiera o pueda inclinarse ante la voluntad presidencial. Entre la confrontación y la obsecuencia hay una cornisa de negociaciones que sería el único camino posible.