miércoles, 28 de septiembre de 2011

La política del avestruz y la destrucción del autoabastecimiento petrolero y gasífero

La política del avestruz y la destrucción del autoabastecimiento petrolero y gasífero
Estimaciones oficiales prevén que crecerá muy fuerte la importación de combustibles, que alcanzarían hasta el 61% del requerimiento de gas oil y un 13% de la demanda de naftas. Si a esto sumamos las constantes y continuas importaciones de gas nos encontramos frente a un panorama realmente grave respecto del problema energético y de los combustibles fósiles argentinos
La economía argentina sufre un constante retroceso respecto de un área sumamente importante para el desarrollo nacional como es el de la energía, y dentro de éste rubro el del abastecimiento petrolero; olas de pánico e histeria colectiva deberían amenazar a la industria nacional y a los consumidores de los derivados de ese combustible. Argentina pasó en los últimos 8 años de ser exportador neto de combustibles -gas, naftas y gasoil- a ser un significativo importador de los mismos, con los consiguientes desfasajes económicos que esto le produce al pueblo y a los empresarios nacionales.
El problema central de la economía argentina es que está despilfarrando el superávit de la balanza comercial -cada vez más notoriamente escaso- para en muy corto plazo, crisis económica global de por medio, y achicamiento de los mercados donde argentina exporta (Brasil, China y EEUU) principalmente, así como el descenso de los precios internacionales de los commodities -la soja redujo su precio internacional casi un 15% en apenas un mes-, pasar a ser deficitaria, y por lo tanto ingresar en el endeudamiento tal como lo hiciéramos anteriormente durante las décadas del 70, 80 y 90 del siglo XX.
No existen salidas rápidas, milagrosas o indoloras para la situación actual, por lo menos en el rubro de la energía, y reparar el daño infligido a la estructura prospectiva, productiva y extractiva de combustibles llevara años y muy fuertes inversiones en prospección y su posterior extracción; en el caso del gas el descubrimiento de yacimientos de ese combustible requerirá de costos más altos a los actuales y de una tecnología extractiva también más cara. Para el caso del petróleo la permisividad gubernamental para la falta de inversiones en prospección a las empresas radicadas y adjudicatarias de áreas petrolíferas, raya con la corrupción más abyecta y la inoperancia cuasi total, pudiendo iniciarse el camino de las correspondientes denuncias por incumplimiento de los deberes de funcionario público a las actuales autoridades del Ministerio de Planificación Federal.
Será imprescindible transferir ingresos y riquezas del pueblo, a la inversión y a la importación de bienes que debieran producirse en la Argentina, sólo el paso del tiempo, la inflación, la represión financiera, la renegociación de los contratos o la renacionalización lisa y llana de las privatizaciones serán capaces de resolver los problemas y las dificultades con que nos enfrentamos en el futuro inmediato. El paso del tiempo, porque revertir el actual proceso de desinversión llevará años y adoptar una política de Estado de cambio de matriz energética argentina; la inflación, porque ese verdadero cáncer de la economía, es el único paliativo que tendrá el gobierno para esconder la gigantesca transferencia de riqueza del pueblo hacia las empresas proveedoras de combustibles.
La represión financiera, porque deberá el Estado asumir el rol de policía para que los dividendos fugados y extraídos por las empresas a costa de la no inversión en prospección y extracción que permitiese revertir la pérdida de reservas petrolíferas y gasíferas, sean devueltos o de no lograrlo, iniciar el Gobierno la inversión que los privados por su incapacidad o connivencia no han realizado, llegando en esta situación al último de los puntos enunciados, que es el de la renegociación y/o renacionalización de los contratos y las empresas privatizadas e incumplidoras.
La recuperación económica de 2009 y 2010 flaquea y las previsiones de crecimiento para 2011 y 2012 son seriamente revisadas a la baja; con menor crecimiento, la gestión de los subsidios indiscriminados se vuelve, como mínimo, más complicado que lo que fuera durante la crisis de 2008, y cuando la balanza comercial y el superávit fiscal acolchonaron los efectos contractivos de las crisis convergentes nacional con la internacional producto de la explosión de la burbuja inmobiliaria y la posterior quiebra de Lehman Brothers que pusiera al sistema bancario mundial al borde del colapso.
Ahora, como un boomerang, los niveles excesivos de dichos subsidios -$78 mil millones en 2011, o sea US$18.440 millones- amenazan la solvencia del Tesoro y genera un círculo vicioso que retrae el crédito al sector productivo y debilita los niveles de actividad económica, pues de no sostener aquellos se disparará el ya grave problema inflacionario por la incidencia que tienen sobre las tarifas eléctricas, gasíferas y de AySA, así como sobre el transporte de personas -en el área del AMBA- y de cargas a nivel nacional dichos subsidios. Sabiendo que, además, la retracción del crédito bancario está iniciándose como consecuencia de la permanente y sostenida fuga de capitales, lo que impide que el sector bancario siga fondeando el crédito al consumo como hasta ahora.
Aquella señal de alerta planteada hace casi un quinquenio que reflejaba la posible crisis que afrontaría el sector energético, y por la política del avestruz instrumentada por el Gobierno de Néstor inicialmente, y luego por el de CFK nos llevó irremediablemente a la realidad que hoy estamos viviendo los argentinos; ha sido el propio Gobierno el que dejó al descubierto una de las más impresionantes grietas que afecta al mercado interno de los combustibles líquidos. El próximo año -2012-, la administración cristinista deberá cubrir con importaciones netas hasta el 61% del consumo doméstico de gasoil -que cuenta con una importante parte subsidiada además por el mismo Estado- y casi un 13% de la demanda total de naftas.
En el Presupuesto Nacional 2012, recientemente elaborado y enviado a la Cámara de Diputados, el Gobierno solicita una “exención”impositiva para poder importar hasta 8,4 millones de metros cúbicos de gasoil; un volumen que representa un 60% de lo que se prevé traer durante ese año del exterior para atender la demanda de las centrales térmicas, las industrias, el campo, las empresas de transporte de carga y pasajeros y los automóviles particulares. En tanto, que por el lado de las naftas -súper y Premium (ya no se importa ni comercializa la nafta común)-, las proyecciones de los propios técnicos del Ministerio de Planificación Federal indican que será necesario importar hasta 800.000 metros cúbicos.
Si el Presupuesto fuera cierto -y no estuviera distorsionado como lo ha estado haciendo esta administración desde el mismo 2004 hasta el no aprobado del 2010-, el Gobierno estaría obligado a pedir, por primera vez durante este siglo XXI y desde antes de la década del 90 del siglo XX, una exención fiscal para facilitar el suministro externo de naftas con el fin de morigerar los picos de consumo, y su consecuente desabastecimiento -tal como ya viviéramos reiteradas veces durante 2011- de los períodos de vacaciones y fines de semana largos.
Las previsiones de importación mostradas por el PN 2012 ponen en evidencia incontrastable la pérdida definitiva del autoabastecimiento en los combustibles líquidos y gaseosos, producto en una ínfima parte por el crecimiento de la actividad económica y el consumo, pero fundamentalmente por la falta de inversiones en prospección, descubrimiento y extracción que acompañara la ampliación de la demanda con mayor explotación petrolera y de capacidad de producción de las refinerías. El camino fue el mismo que el que debimos recorrer en el caso del gas, que se exportó a tarifas inferiores a las internacionales mientras no se realizaban inversiones en prospección, descubrimiento y extracción de ese, nuestro fundamental elemento energético.
Son las propias estadísticas del sector quienes muestran que, entre 2003 y 2010, el consumo de naftas creció un 82%, al pasar de 3,4 millones de m3 a 6,2 millones de m3 anuales; mientras por el lado del gasoil, el salto de la demanda interna fue de casi un 30%, pasando de 10,6 millones de m3 a 13,7 millones de m3 anuales, siendo en ese período que la capacidad del sector refinador se mantuvo sin cambios, con caídas del 18% en la producción de crudo y del 8% en la de extracción de gas natural. “Las importaciones de gasoil y naftas que aparecen en el Presupuesto son el reconocimiento de la decadencia productiva a que nos condujo la gestión de los últimos años del Ministro de Planificación, Julio De Vido. La primera caída de la oferta local de combustibles provocada por la falta de inversiones y el desfasaje de los precios locales e internacionales se dio en el gas natural. Luego tocó el turno al gasoil porque la oferta local se tornó insuficiente. Y ahora, aparece el desequilibrio con las naftas, que llegó para quedarse”. (Jorge Lapegna, ex Secretario de Energía)
Según los últimos datos del INDEC -organismo poco confiable si lo hay-, en los primeros 8 meses de 2011 el sector energético ya acumula un déficit comercial de US$2.852 millones luego de haber registrado en igual período del año 2010 un superávit de casi US$1.000 millones. “Pese al discurso contrario del Gobierno, la situación se torna insostenible para las cuentas públicas. Mientras las importaciones totales de combustibles crecen a una tasa que supera el 50% anual, las exportaciones, que son básicamente de distintos tipos de crudo, caen a un ritmo del 25% anual agravando cada vez más el déficit comercial energético”, termina destacando el ex secretario.
De esta manera y tras 25 años de autoabastecimiento y números positivos, el actual Gobierno -que continuó la política energética del ex Presidente Kirchner- se encamina a cerrar 2011 con un déficit comercial energético cercano a los US$4 mil millones y con vistas a incrementar en forma considerable dicho déficit comercial energético para el año próximo. El “modelo K” económico y financiero, basado en la expansión del consumo a través del uso intensivo del crédito y la exportación de soja -y las consiguientes retenciones gubernamentales-, alta inflación que obra como un tributo impositivo más, el subestimar las cifras para no permitir trasladar la inflación al sistema tributario y recaudatorio del Estado y la continua emisión monetaria con un dólar planchado o la apreciación del peso por efecto de la inflación no acompañada con la consiguiente devaluación monetaria, que generara esta sensación ilusoria de progreso, prosperidad y bienestar dejó de funcionar.
El problema aún no se percibe -como no lo hiciera durante el año 2000- pero llegará inexorablemente quizás no en el 2012, pero si en el 2013 cuando a estos movimientos desordenados internos, se le hayan sumado los problemas económicos financieros y de mercado internacional y comience a primar también la desconfianza respecto de la capacidad de las autoridades de lidiar con la conmoción que se irá generando como consecuencia de mantener perversamente este modelo de política del avestruz, no sólo en el campo energético sino en otros tantos campos aún hoy no aflorados.

ESCUDO NORTE / IRREAL PROYECTO

Radares contra narcos, una farsa
El pasado 21 de julio no fue un día más para el narcotráfico que opera en la Argentina. Probablemente habrá sido un día que transcurrió entre la perplejidad y la risa. Es que en esa fecha se publicó, en el boletín oficial, la implementación del llamado Operativo Escudo Norte. Por sus fundamentos, los narcotraficantes no deben tener duda de lo que se trata en realidad el tema: un pomposo e irreal proyecto escondido detrás de una frase grandilocuente, “incrementar la vigilancia y el control del espacio terrestre, fluvial y aéreo de jurisdicción nacional en las fronteras noreste y noroeste”.
El ingeniero aeronáutico Ricardo Runza, ex asesor del ministerio de Defensa, asegura: “Para mí es una burla. Es un plan irrealista que esconde negociados. Es un programa que le miente a la sociedad, con poco rigor técnico y que esconde un operativo de corrupción fenomenal, una vez más, como ocurre en los últimos 20 años”.
“Esto es una estafa -prosigue-. Un negocio de 500 millones de pesos. Ese radar que dicen haber puesto en Santiago del Estero ha sido financiado por De Vido, con un pago anticipado. Esto significó la anulación de una licitación internacional de manera injustificada”.
En realidad, hace años que se anunció un plan de radarización para ejercer un efectivo control del espacio aéreo y de nuestras fronteras, pero nada efectivo se hizo hasta ahora, por lo que los observadores del tema son implacables e insisten en la idea de un acto de corrupción que, en este caso, salpicaría a los ministros De Vido, Garré y Puricelli y a la propia presidenta de la Nación.
Los disparates se suceden, unos a otros, como producto de la incapacidad y carencia de idoneidad profesional puestas de manifiesto por el enjambre de asesores que revolotean por los despachos oficiales efectuando propuestas tan absurdas como impracticables.
Un caso increíble es el de la utilización, en el programa de seguridad, de los viejos aviones Pucará, que deberán interceptar a los rapidísimos aviones narcos, si es que de milagro se detecta alguno. Esta intercepción (¿o será una escolta?) cesará en el momento en que los narcotraficantes decidan perder de vista a nuestras aeronaves, doblemente expuestas al escarnio de no poder competir tecnológicamente y también por no poder derribar a la aeronave que viole nuestro espacio aéreo. En su oportunidad el propio Puricelli calificó de absurda la posibilidad de dictar una “Ley de derribos”, como la que tiene Brasil, entre otros países.
Pero no todo termina con los Pucarás. El sistema supone también la colocación de radares terrestres de poco alcance para “atrapar” a las modernas aeronaves del narco que vuelan a muy baja altura, pero a una velocidad que torna ineficaz cualquier detección por parte de radares terrestres como los que se van a utilizar.
Es que a los radares hoy presentes, que operan pocas horas por día y con limitaciones, se sumarán radares RASIT, del Ejército Argentino. Estos fueron comprados en la década del '80 y modernizados en el país hace pocos años, aunque con un detalle nada menor: son radares para la detección de blancos terrestres, de corta distancia (no más de 30 kilómetros) y que sólo detectan vuelos a escasa velocidad.
Es claro que los narcos utilizan aviones que puede desarrollar una velocidad de crucero de unos 250 km/h, y que, entonces, esos 30 kilómetros de alcance se convierten en menos de 7 minutos entre el momento de la detección y su desaparición de las pantallas.
La pregunta es, pues, obvia: ¿resulta posible creer que la información oficial sirva para algo en concreto, si el decreto publicado el 21 de julio en el Boletín Oficial nada dice de la coordinación de las Fuerzas de Seguridad con los Jueces Federales (que deben ordenar la intervención), siendo que esos jueces hoy deben pedirle al gobierno nacional que autorice a la Gendarmería, la Prefectura o la Policía Federal a que actúen?
Más allá de que el Ejército no cuenta con la suficiente cantidad de radaristas, sus radares pertenecen a las unidades de inteligencia de esa fuerza armada y, paradójicamente, la actuación de tropas de inteligencia está expresamente vedada por la Ley de Seguridad Interior, salvo que estuvieran encuadradas en las previsiones de los artículos 31 y 32 de dicha ley, lo cual requeriría la previa declaración del Estado de Sitio por parte de la Presidente. Agravando aún más las contradicciones con las leyes en vigencia, y debido a que desde la gestión de Presidente Kirchner se decidió que los salarios de las Fuerzas Armadas y de Seguridad estuvieran entre los más bajos de toda la Administración Pública Nacional, los militares y gendarmes que participen en Escudo Norte serán retribuidos con viáticos que corresponden a lo establecido en el último convenio colectivo de trabajo, con lo cual se dará la paradoja de que un soldado que sea parte del mencionado operativo, en Salta o Jujuy, percibirá un 640% más que aquel que hoy ayuda a las poblaciones afectadas por la erupción del volcán Puyehue en la Patagonia ($192 los primeros contra $30 los últimos), configurando una situación absurda y discriminatoria.
En síntesis: ¿qué es en realidad el Operativo Escudo Norte? Un sistema que se compone de radares adquiridos a precios muy por encima de la oferta de mercado, sin intervención del Congreso Nacional y con un alcance eficaz 50% menor al necesario; en un número insuficiente que deja desguarnecido el 50% del territorio que se pretende controlar, y complementados con otros obsoletos y con capacidad para operar diariamente no más de tres horas, o con equipos absolutamente inapropiados para la vigilancia aérea.
Es decir, el Escudo Norte representa una estafa si se lo compara con un país como Brasil que ya tiene desplegados más de 150 radares nuevos en sus fronteras, que posee una Ley de Derribos, y aviones en condiciones de ejecutarla y está próximo a iniciar la cobertura satelital de esas zonas para poder tener razonables posibilidades de éxito de combatir el narcotráfico

La Economía: El gran enemigo del kirchnerismo

La Economía: El gran enemigo del kirchnerismo
Estaba escrito: la economía ya es el gran enemigo declarado del oficialismo y se convertirá en el centro de todos los ataques políticos, la víctima propiciatoria para achacarle las responsabilidades del fracaso y de las medidas antipáticas que deberán adoptarse en el futuro cercano. La economía, así a secas, será la causante de todo lo que ocurra, de todo lo que nos sucederá a los argentinos y por cierto quedarán lejos los momentos sonrientes, las frases altisonantes con que se impulsó el consumismo preelectoral, el gran buscador de votos para cumplir lo que siempre vaticinamos: el kirchnerismo no abandonará el poder aunque las circunstancias se muestren adversas e insuperables. Cabe entonces observar el escenario que se dibuja lentamente en el campo social y esperar para sopesar lo que sucederá cuando la inestabilidad se acentúe, cuando llegue el momento de vencer a este nuevo oponente inexorable, poderoso y extendido más allá de las fronteras. La economía, siempre invencible y ajustada a reglas precisas que, cuando se las ignora, permanecen a la espera de volver al escenario; ahora se prepara para reinar en la Argentina bajo nuevas instancias y concretamente, librar una carrera contra el reloj electoral del cristinismo.
En otras geografías, ya mostró los dientes cuando los errores diplomáticos determinaron que se movieran algunos resortes para negarle al país un pequeño crédito internacional. Cuando Cristina lo supo antes de su viaje a los Estados Unidos, se tiró de los pelos, gritó en la soledad de su despacho, mientras se cerraban puertas para evitar que se escucharan los alaridos de protesta; fue entonces cuando Amado Boudou sufrió un derrape en las duras palabras de la Presidente, pero de eso se enteró más tarde: en sus inquietudes, primero estaba su nueva guitarra para la gran música que lo espera a partir del 23 de octubre. La sombra de una segunda vuelta ni siquiera lo alcanzaba en sus pensamientos y, muy lejos en sus elucubraciones, la posibilidad de la despedida de De Vido en el futuro gobierno apenas si era una señal leve de inquietud. Tampoco lo alcanzaba -ni le alcanza- por el momento, la inestabilidad del ministro sin cartera Horacio Verbitsky o las peleas internas de Randazzo, que pueden modificar la tranquilidad de la victoria electoral que da por descontada. Tampoco le preocupa quién ocupará su sillón en el ministerio de Economía, que cambiará por el de la presidencia del Senado de la Nación. ¿Cuál será su verdadero derrotero político...? Por el momento sólo le interesa avanzar en las conversaciones con los organismos internacionales de crédito, donde las sonrisas tienden a apagarse, a volverse cada vez más heladas, en tanto no sabe cómo contestar las preguntas difíciles de funcionarios extranjeros a los que nada les interesa el rock, esa gran pasión juvenil que tanto le ha servido. Sólo sabe que su gestión en el nivel dirigente, del que no quiere bajarse, estará acompañado por otros jóvenes de La Cámpora que serán los nuevos funcionarios. ¡Ellos sí que entienden de música!
Mientras Cristina dejaba de gritar y Amado elegía guitarras, en el Banco Central de la Argentina cada vez más rápido sacaban cuentas de la catarata de dólares que buscaron nuevos destinos en otras latitudes. Setenta mil millones desde el 2007, cuando la era kirchnerista pasaba por su mejor momento. Ayer, después que la semana pasada celosos funcionarios de la AFIP fueron sacados con “cajas destempladas” de las sucursales de los principales bancos ubicados en las ciudades más importantes del interior, donde se negaron a señalarles aquellos clientes que compraban o vendían dólares, la institución rectora del sistema monetario nacional autorizó un nuevo drenaje de reservas. Millones y millones de dólares salen rumbo a los Estados Unidos, de la mano de algunos financistas simpáticos a la Casa Rosada. Aquí, la divisa es comprada a algo más de 4,20 pesos y revendida en Nueva York a casi 4,70 pesos. Allí se compran “papeles argentinos”, que son recomprados por el Central, y así se organiza y funciona una interesante cadena que drena cada vez más rápido las reservas que convierten a nuestros pesos en “papel pintado”. ¿Será por eso que quieren suprimir la figura de Julio Argentino Roca de los billetes de cien pesos? Todo un homenaje al padre de nuestra soberanía territorial, a quien en un programa radial se propuso reemplazar por Charlie García o Armando Maradona, es decir, toda una expresión de la Argentina que vivimos. Luego se tranzó por Hipólito Irigoyen para contentar a los radicales; pero no nos apartemos del tema central: ¿Qué es lo que determina que el Banco Central de la República autorice operaciones como la que dejamos descripta más arriba? Sería bueno tener una respuesta.
También para otros interrogantes, como los que se formulan los analistas más sensatos. Por ejemplo, qué es lo que sucederá cuando se acaben los subsidios y miles y miles de personas -jóvenes, no tan jóvenes, viejos, mujeres, madres y padres de familia o sus hijos también beneficiados- dejen de percibir los apreciados pesos que les regalan mensualmente. Algunos se imaginan el inicio de un caos más avanzado y manifiesto. Otros esperan violencia y se preguntan cómo será ese escenario lleno de piqueteros en las calles y en las rutas, cargados de necesidades, de una incomodidad en la que no creyeron cuando se les avisó. Están los que todavía creen que una buena cosecha de soja volverá a poner al campo en condiciones de ser exprimido como siempre sucedió en esta clase de crisis. Los más realistas recuerdan las viejas amenazas que nunca se cumplieron como, por ejemplo, las incautaciones a las cajas de seguridad, la nacionalización de las exportaciones o la estatización financiera, que ya dejaron su experiencia. Entonces, están los que ven a los compradores de dólares en pequeñas cantidades pero que, sumados, convierten a la catarata que vacía al Central en una cifra cada vez más importante. Los imaginan a la espera de una suba del valor del billete, que ya es estimada en más de seis pesos, y otros se animan a elevarla a diez. Estos compradores -o especuladores hormiga- son los mismos que repiten el sonsonete de “Cristina ya ganó” y hasta arriesgan una simpatía en favor de ese voto, aunque reconozcan en voz baja que existe un fraude preelectoral que se complementará con el cibernético en la noche del 24.
En fin, la Argentina es así. Se sabe del fraude, del incendio de las urnas con las pruebas, de las voluntades compradas, de la incertidumbre permanente, de los políticos que cambian de partido para volver a cambiar otra vez o bien a prepararse para pasarse a otros bloques, de la guitarra de Boudou, de los gritos de Cristina, de la explosión misteriosa de Esteban Echeverría, de futuros jovencitos que serán ascendidos a ministros, secretarios o directores ¿Algunos embajadores, tal vez? También se conoce el drama de la inseguridad, del narcotráfico, del casi doble millar de pistas clandestinas, de las amenazas cotidianas, de la indefensión, de la juventud financiada pero sucumbida por el delito, de la corrupción a gran escala, de la gigantesca estafa de las Madres de la Plaza de Mayo, del comportamiento de los parricidas Schoklender, de los papelones de Timerman, de las graves acusaciones contra Jaime -por citar ese ejemplo como al pasar- de los escándalos de Zaffaroni y Oyarbide, de otros jueces prevaricadores, del intento por reformar la Constitución Nacional para confirmar nuestro anticipo de que el kirchnerismo no abandonará el poder aunque pierda las elecciones. Pero nada importa. Ahora se instalará en la escena al gran enemigo y sus constructores, a la gran culpable llamada Economía, que será acusada en medio de la ignorancia de que ella, bien o mal, siempre gana.

MANIOBRAS POST ELECTORALES

De Narváez sondea un acuerdo con Scioli y Massa se acerca a CFK
El complejo ajedrez de la política bonaerense está mostrando nuevas variantes. Discretamente y a través del intermediario natural, Pepe Scioli está mejorando el diálogo entre Francisco De Narváez y Daniel Scioli. Pese a la transitoria rivalidad electoral entre ambos, el escenario post-electoral podría arrimarlos a un acuerdo. Las razones son varias. Para empezar, Scioli necesita escapar al cerco que el cristinismo le está levantando a partir del trabajo de su compañero de fórmula Gabriel Mariotto. Si llegara a un acuerdo con De Narváez, éste le aportaría a Scioli el voto de unos 15 diputados bonaerenses y de ese modo podría neutralizar una de las principales amenazas del ultrakirchnerismo, esto es, sabotearlo en las dos cámaras provinciales. En este marco, entraría en la agenda la negociación para que un denarvaísta se haga cargo del Ministerio de Justicia y Seguridad. Una fuente menciona incluso el nombre del diputado Guillermo Ferrari -mano derecha de De Narváez-, aunque también podría ser designado el comisario bonaerense Guillermo Britos, ahora candidato a diputado provincial por la cuarta sección electoral. Esta jugada le permitiría a su vez al ex motonauta descargar la crítica responsabilidad sobre la seguridad en otro sector político.
De prosperar este acuerdo de gobernabilidad, De Narváez aspiraría a un broche de oro: ser el sucesor de Scioli en el 2015 a cambio de apoyarlo en su aventura presidencial.
Semejante ingeniería exigiría a la vez una explicación de Scioli a CFK. La misma giraría en torno a la ventaja de que Pepe Scioli, si desplaza de su banca en el Senado a Chiche Duhalde, vote junto al bloque del Frente para la Victoria cuando se debatan los proyectos importantes para el gobierno.
Massa, la otra explicación
Como es fácil suponer, el acercamiento Scioli-De Narváez ya sería visto en Olivos como una amenaza velada. El cristinismo sueña con un gobernador progresivamente esmerilado por los operadores oficiales y este acuerdo le permitiría a aquél escapar a ese cerco.
En estos aprestos juega también otro factor determinante. Scioli sospecha que el enorme despliegue actual de Sergio Massa fuera de su feudo cuenta con el consentimiento de la Casa Rosada. El tigrense interviene hoy impulsando candidatos a intendentes afines en San Martín, San Fernando, Pinamar y General Rodríguez, entre otros distritos, además de apoyar a Jorge Macri en Vicente López. En otras palabras, que Massa ya estaría conformando una corriente provincial sin el aval de Scioli. En las últimas semanas, la presidente habría autorizado varias operaciones destinadas a separar a Massa de Scioli, lo que poco a poco se estaría logrando. Tampoco habría sonreído el gobernador cuando Amado Boudou presidió días atrás un cónclave de intendentes de la tercera sección electoral.