miércoles, 31 de agosto de 2011

IMPARABLE FUGA DE CAPITALES

La soja sube y se acerca el manotazo

El dólar sigue su carrera ascendente. El oficial cerró en $4,25 y el paralelo a $4,44, al igual que “el contado con liqui” que se fuga al exterior mediante la compra de bonos. Es extraña la situación, porque se incrementó la compra de la divisa después que en las primarias se despejara la incertidumbre sobre el futuro político. Todo esto pese a las graves irregularidades cometidas por el oficialismo por robo de boletas, compra de votos por dádivas y dinero en efectivo, etc.
Sin embargo, este minifraude no invalida que la presidente obtuvo un triunfo aplastante que, en la realidad efectiva, como decía el general, fue de una diferencia de entre 25 y 30 puntos, quizás más cerca de esto último. Aunque restemos 7 u 8 puntos sospechosos al resultado del escrutinio definitivo, la diferencia es enorme y quedarán las dudas, ya que no se pudieron abrir las urnas como quería la oposición.
La gran caja
La baja calidad institucional que vive nuestro país, por no decir que el gobierno no respeta las instituciones, suma el consenso de la mitad de la gente, a la que tampoco le molesta esta situación. Pero sí impacta en los inversores, que siguen comprando dólares. Estos prevén que el gobierno, después de otro triunfo amplio el 23 de octubre, se dejará de morder la lengua y acusará de todo a la oposición, exigiéndole que le pida perdón a la opinión pública. Se trataría del retorno a la lógica amigo-enemigo, lo que incidiría en la calidad de la democracia argentina, que se combina con la economía más estatista de América, luego de Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Así es que el drenaje de divisas al exterior seguirá firme mientras el gobierno no cambie su política económica de freno a las importaciones, alta inflación (y además reprimida), dólar atrasado, etc. Por otra parte, la posibilidad de una recesión global hizo que nuestro principal socio comercial, Brasil, decidiera un nuevo a juste de U$S 9.000 millones. Éste se suma al de 30.000 millones de dólares que data de cuando asumió Dilma Rousseff. En cambio, en nuestro país el gasto público sigue aumentando bastante por arriba de la recaudación, que sube al 20%, mientras aquél llega al 33%.
Por último, con el dólar planchado en todo el mundo menos en la Argentina, los commodities agrícolas vuelan, como la soja, que tocó en el día de ayer la cifra de 532 dólares la tonelada en Chicago. O sea, con el dólar en caída en el mundo y la soja subiendo todos los días, crecen día a día las chances de que la Casa Rosada se apropie de otra gran “caja”, como es la estatización del comercio exterior.

SE ACUMULAN LAS DENUNCIAS CONTRA EL DIRECTOR DE INTELIGENCIA DEL EJÉRCITO

Garré-Milani montan el negocio de la central de monitoreo ferroviario

El jueves de la semana pasada, los ministros de Seguridad y Planificación Federal, Nilda Garré y Julio De Vido, acordaron la transferencia de un edificio de la Superintendencia de Transportes de la Policía Federal, que es propiedad de la cartera de De Vido. Allí, en Salta 1929, funcionará un centro de monitoreo de cámaras de alta definición para la zona ferroviaria. Los domos ya se están instalando en Constitución, Retiro, Once y Chacarita. De la reunión De Vido-Garré participó el hermano y operador de esta ultima, Raúl Garré.
En medios militares circula ahora una extensa denuncia sobre el presunto negociado que estaría detrás de la nueva central de monitoreo. Garré, durante el período en el que se desempeñó como Ministra de Defensa, junto a su hermano Raúl Garré y el general César Milani, habría concretado diversos negocios millonarios en distintos rubros. Éstos fueron siempre de acuerdo a las denuncias que se están difundiendo, desde las ventas fraudulentas de las propiedades que estaban a nombre de sociedades ficticias integradas por personal civil de inteligencia del Ejército, hasta el uso indiscriminado y personal de los suculentos montos asignados como fondos reservados.
Trenes rigurosamente vigilados
Ahora, el tándem Garré-Milani extendería su holding a la cartera de seguridad. El antecedente fue la compra e instalación, un año atrás, de cámaras en las guarniciones militares de Córdoba y Buenos Aires. Equipamiento con abultados sobreprecios, que habrían gerenciado personalmente los hermanos Garré con Milani, a través de un compañero de promoción de este último, el coronel (RE) Julio Fonseca, quien se desempeñaría como ejecutivo de una firma de videos de seguridad. De acuerdo a la denuncia señalada, el presupuesto para la nueva central de monitoreo ferroviario sobrepasaría en aproximadamente un 50% los precios de plaza.
¿Jefe de Estado Mayor?
Por su parte, Milani, que es a la vez Subjefe del Estado Mayor y Director de Inteligencia, se encuentra en una situación particular. Su rol como socio de los hermanos Garré le permitiría acumular no sólo negocios sino poder político. Su meta es suceder a fin de año al general Luis Alberto Pozzi en la conducción del Ejército. Sus méritos en el actual esquema de poder no son pocos y habrían incluido escuchas telefónicas, aperturas de mails y seguimiento a políticos, además de haber denunciado a no pocos de sus camaradas. Sus exhibiciones de lealtad al régimen, por otra parte, no escatiman gastos. En la noche del 14, para festejar el triunfo de CFK, organizó un ágape en el séptimo piso del Edificio Libertador, sede de la Inteligencia del Ejército. Allí, unos 50 oficiales y funcionarios incondicionales del gobierno festejaron hasta las primeras horas del día siguiente con buen champagne y mucho whisky.
Con este panorama, a primera vista, el ascenso de Milani hacia la conducción de la fuerza sería irresistible. Pero su crecimiento también acumuló enemigos. El Ministro de Defensa, Arturo Puricelli, no vería la hora de sacarse de encima al delegado de Garré, que lo deja mal parado, al puentearlo sistemáticamente. En los mandos militares también crece el malestar. El rol de Milani como oscuro oficial de inteligencia y gestor de negocios lo convertiría en un Jefe de Estado Mayor sumamente vulnerable ante los medios de comunicación y eventuales denuncias judiciales por varios temas que dejaron huellas, sobre todo ciertas operaciones inmobiliarias. Es así que va tomando forma un lobby que empuja la designación del actual Inspector General, General Mario Gabriel Dotto, como Jefe de Estado Mayor. Éste tampoco aquilata demasiados méritos, excepto ser el hermano de Pancho Dotto, pero al menos, según varios generales, no carga con el lastre de diversas denuncias de corrupción, como es el caso de Milani.

COINCIDENCIAS

Radios para todos
La foto, del 29 de octubre de 1938, muestra al Ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels, repartiendo radios a un costo ínfimo para los alemanes. Los aparatos tenían la particularidad de que sólo podían sintonizar la emisora oficial. Este por entonces novedoso programa se llamaba “Radios para Todos”.

CÓMO AFIRMÓ EL RÉGIMEN NAZI SU APARATO DE PROPAGANDA
La radio que Goebbels fabricó para que todos los alemanes escucharan a Hitler
En 1933, cuando llevaba seis meses en el poder, llegar a todos los hogares alemanes era la obsesión -y el desafío- del ministro de Propaganda del Tercer Reich. Y la encontró: a través de la radio, el medio de comunicación más penetrante de la época. Hizo producir receptores baratos y subsidiados, y los bautizó VE301, por “Volks Empfänger” (radio del pueblo) y la fecha de asunción de Adolf Hitler. Pero además, puso todo el aparato de propaganda a funcionar: los afiches publicitarios mostraban a las masas“pegadas” al aparato. A la radio le siguieron autos, televisores y casas.
Por Julio Petrarca / Perfil
A mediados de 1933, el cómo llegar a todos los alemanes con el mensaje del flamante gobierno nazi era un desafío mayor para Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Adolf Hitler, que llevaba menos de seis meses en el poder. Casi inexistente la televisión, inimaginable Internet, era la radio el vehículo necesario para capturar audiencias masivas. Goebbels convocó entonces a Otto Griessing, un ingeniero a cargo de la empresa Seibt y le exigió: “En agosto, durante la Internationale Funkausstellung Berlin (Feria Internacional de la Radio de Berlín) presentaremos la Volksempfänger (Radio del Pueblo). Serán receptores económicos, más baratos que los actuales, para que todos los alemanes tengan uno”.
Griessing apenas sugirió las dificultades para lograrlo en tan poco tiempo. Goebbels sólo necesitó una fría mirada para frenarlo en seco: “Otra cosa, Herr Griessing. Al nombre se le agregará una sigla: VE (por Volks Empfänger) 301”. El 30 de enero (30/1) de ese año, Adolf Hitler había asumido el máximo cargo del gobierno, canciller del Reich.
El 18 de agosto de 1933 (en un mes se cumplirán 78 años), la Radio del Pueblo, Radio Nazi, Radio del Tercer Reich o Radio Para Todos los Alemanes era la estrella de la Feria. En los seis años siguientes, se venderían siete millones de aparatos, el 40% de la producción total del país. Entre 1939 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron entregados otros 1.800.000, entre el modelo VE301 y el novedoso DKE, bastante más barato. Ambos tenían en su frente un águila y una svástica.
Consumo y propaganda. La VE301 fue lanzada a 76 Reichsmarks (RM) un precio más accesible que el de sus competidoras en un mercado con creciente intervención del Estado y ascendente compromiso de las grandes empresas con el régimen. En 1933, un trabajador alemán ganaba entre 120 y 150 Reichsmarks por mes. Un pan costaba 0,30, un litro de leche 0,20 y un kilo de papas 0,07. Cada dólar de la época cotizaba 3,50 RM. Que un aparato de radio demandara la mitad del sueldo no parecía muy atractivo para los consumidores, por lo que desde los despachos del Ministerio de Propaganda salió la orden de subsidiar parcialmente las ventas. Cinco años más tarde, llegaría una versión más barata, la DKE38, que costaría 35 RM y sería bautizada por la gente, de modo sugestivo, “El hocico de Goebbels”. El 29 de octubre de 1938, cientos de receptores DKE serían distribuidos como homenaje al 41º cumpleaños del ministro de Propaganda.
Goebbels había hecho suyas las palabras de Erich Scholz, el ministro del Interior del gobierno previo al nazi: “La radio alemana sirve al pueblo alemán, así que todo lo que degrada al pueblo alemán debe ser excluido de ella”. Y fue bastante más allá: la Volksempfänger y su hermana pobre presentaban muchas limitaciones para escuchar otras emisoras que las manejadas por el régimen (todas las del país, en verdad), y sólo por la noche o con antenas especiales era posible sintonizar radios de otros puntos de Europa. En el dial sólo estaban indicadas las emisoras locales, y a partir de las primeras acciones bélicas en 1938 se prohibió escuchar toda emisión de fronteras afuera. “Piense en esto -decía un papel pegado a los receptores al momento de su venta-: escuchar emisoras extranjeras es un crimen contra la seguridad nacional y contra nuestro pueblo. Es una orden del Führer, y su no cumplimiento será castigado con prisión y trabajos forzados”. En los territorios ocupados durante la guerra, el simple hecho de escuchar radio-cualquiera- podía ser penado con la muerte.
Goebbels tenía claro que la radio era el medio más apto para llevar el mensaje unívoco del gobierno nazi. También lo era el cine, pero producirlo resultaba más caro y demoraba más tiempo. La inmediatez para llevar la palabra de Hitler -todos sus discursos eran transmitidos por radio en cadena- a los hogares alemanes potenciaba la intensidad de la palabra. El alto precio de los receptores limitaba el acceso y se habían creado por ello numerosos clubes de radioescuchas que se reunían ante un mismo aparato, pero la gente quería uno en su casa y el régimen se lo proveería. Desde 1938, el gobierno intensificó la agresiva campaña de ventas y ordenó a fabricantes de otras marcas, como Siemens y Telefunken, dar prioridad a la producción de la VE301 y la DKE.
Contenido y continente. Resuelto el tema del medio, Goebbels metió mano directamente en el mensaje. La programación se fue reestructurando para que nadie hablara de nada que contradijera la palabra oficial y para que cada nota musical, cada sonido, fueran consecuentes con las ideas y la praxis del partido nazi. Se transmitían no sólo los discursos del Führer sino también los de los máximos líderes del partido y del gobierno. Había charlas sobre nacionalsocialismo destinadas al público en general y otras para segmentos específicos, como las amas de casa y los obreros. Paulatinamente primero y de manera acelerada más tarde, la música clásica y popular alemanas fueron desplazando -hasta hacerla desaparecer- a las de otras latitudes. El jazz fue eliminado por “negroide y decadente” y los compositores de origen judío quedaron fuera de toda difusión. Para reforzar la idea de llevar un receptor de radio a cada hogar, el aparato de propaganda nazi dedicó importante presupuesto a publicitar masivamente -en medios gráficos, en el cine y en la vía pública- la Radio del Pueblo. Un anuncio reproducido en diarios, revistas y afiches mostraba una VE301 en medio de una multitud, con la leyenda “Toda Alemania escucha al Führer con la Volksempfänger”.
El medio fue también esencial fuera del territorio alemán. Ejemplo de ello fue su empleo para ganar voluntades en Saar, un territorio que quedó bajo jurisdicción francesa al concluir la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y en el que se celebraría un referéndum en 1935 para que sus habitantes decidieran si querían seguir como franceses, volver a ser alemanes u optar por la independencia. Desde fines de 1934, el aparato de Goebbels saturó Saar con más de mil programas radiales, y en tres meses logró que el territorio volviera a Alemania. Años más tarde, la misma estrategia se aplicaría en Checoslovaquia, en Polonia y en Austria, aunque con un aditamento: además de propaganda positiva de seducción, se difundirían textos amenazantes.
Todo termina al fin. La población alemana no tenía acceso a otra voz que no fuera la oficial, y esto se hizo más patente durante la guerra. Tanto, que la audiencia se hartó de la uniformidad -y de las proclamas e informes triunfalistas- y comenzó a dejar de escuchar radio. Goebbels ordenó entonces que al menos el 70% de la programación estuviera dedicada a la música ligera. En abril de 1945, cuando los aliados rodeaban Berlín y Hitler se refugiaba en su búnker subterráneo, Radio Berlín, emitiendo desde las ruinas, informaba que Alemania estaba a punto de ganar la batalla de la capital. El 20 de abril, día del cumpleaños 56 del Führer, el propio Goebbels proclamaba a la audiencia que el curso de la guerra estaba girando a favor de los nazis. Diez días después, Hitler y la mujer con la que se había casado horas antes, se suicidaban.
A las nueve y media de la noche del 1º de mayo, los alemanes se enteraron por Radio Hamburgo que todo terminaba, con el mismo tono marcial y la misma línea mentirosa que le había impuesto Goebbels: tras interrumpir la programación para dar “una grave e importante noticia”, se escucharon fragmentos de ópera de Wagner y algunos acordes de la Séptima sinfonía de Bruckner, para dar lugar a una voz sonora: “Nuestro Führer, Adolf Hitler, luchando hasta el último aliento contra el bolchevismo, cayó por Alemania esta tarde (había sido la tarde anterior), en su cuartel general de la Cancillería del Reich”.
Era el final del régimen nazi y también de la Volksempfänger, que dejó de producirse de inmediato, aunque tantos eran los aparatos en actividad que le dieron a un ingeniero eléctrico sin dinero llamado Max Grundig la oportunidad de poner en marcha un emprendimiento propio: arreglar y vender los receptores creados para todos los alemanes. Se hizo rico y más tarde, con marca propia, famoso.

Un decálogo con yapa
Once ítems resumen el sistema propagandístico que Joseph Goebbels aplicó desde bastante antes de su gestión al frente del Ministerio de Propaganda del Tercer Reich y hasta el fin de la guerra. El más conocido es aquel que sintetiza la frase “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
1. Principio de simplificación del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”
4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
5. Principio de la vulgarización. “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”
6. Principio de orquestación. “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.” De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público estará ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.