domingo, 25 de septiembre de 2011

RUCCI: OCULTA VERDAD EVIDENTE

RUCCI: OCULTA VERDAD EVIDENTE
Por si algún desconfiado quisiera verificarlo, el 9 de octubre del año 2007 solicité se declarase CRIMEN DE LESA HUMANIDAD al asesinato del líder sindical José Ignacio Rucci.
Lo hice mucho antes que sus propios historiadores y familiares, incluso anticipándome a las tan reiteradas invocaciones de su nombre en actos sindicales que se solazaban con su mención y las de Eva y Juan Perón.
Mi pedido obedeció a la estricta necesidad de conocer la verdad de lo acontecido, ya que la causa judicial iniciada a raíz de su asesinato dormía en un cajón.
Si bien sostengo que en ese crimen de lesa patria intervinieron conocidos personajes instalados en los distintos poderes del estado, mi intención era -y sigue siendo cuando mañana se cumpla otro aniversario de su muerte- que la justicia individualice a los instigadores, autores, cómplices y encubridores de tamaña afrenta. Durante décadas se mantuvo archivado el expediente sin que nadie se interesara por ello, no obstante haber transitado distintos gobiernos de extracción peronista y con un movimiento sindical omnipresente.
Creo que no hay que buscar sesudas y melindrosas interpretaciones para sostener que se trata de un crimen cuya acción penal no ha prescripto, y sin tener que echar mano a la nueva modalidad de considerar de“lesa humanidad” a cualquier delito que se le antoje al kirchnerismo cleptómano (por ejemplo adquisición de acciones de Papel Prensa, o devaneos sentimentales de conocidas scorts de capitostes militares) por cuanto siempre se mantuvo en la función pública alguno de los involucrados en ese homicidio, lo cual impide que prescriban las acciones tal como lo establece nuestro Código Penal.
Entre tantos medios que recogieron mi denuncia Diario Perfil la publicó de esta manera:
Piden que sea declarado de lesa humanidad
Apuntan a funcionarios kirchneristas en crimen de Rucci
Un abogado y candidato por la lista Rodríguez Saá sostuvo que “algunos de los instigadores, autores, cómplices e instigadores” de la muerte del líder sindical “cumplirían funciones de relevancia en el Gobierno. 09.10.2007
Mediante una “acción declarativa de certeza” se pidió que el asesinato de Rucci sea declarado de lesa humanidad ante la virtual reapertura de la causa judicial. |
Un abogado y candidato a senador porteño por la lista que postula a Alberto Rodríguez Saá a la presidencia de la Nación pidió a la Corte Suprema de Justicia que declare “crimen de lesa humanidad” el asesinato del ex jefe sindical José Ignacio Rucci.

ES EL BOLSILLO, ESTÚPIDO…

ES EL BOLSILLO, ESTÚPIDO…
Esta vez no es una cuestión personal. El síndrome de la hoja en blanco acecha, y es que, sin duda, la hoja en blanco es la radiografía más genuina de esta Argentina. En blanco está la política (la de veras, claro), en blanco las conciencias (sin diferencia de clases ni de ideas). En blanco, el interés por ver más allá del árbol. Narrar aquí sigilosamente los temas que hacen al escenario político carece de sentido. La mayoría de los argentinos quiere únicamente ver lo positivo o peor aún, lo divertido. En rigor y sin eufemismos, sólo mira y ve su bolsillo. Los demás son de palo.
Si esta actitud deviene de un grado de satisfacción suficiente, si acaso es un mecanismo de defensa o un hastío que se estiró en demasía, si se origina en un individualismo intrínseco por esencia, o si es fruto del ejemplo que se propagó desde arriba, a esta altura ya no cuenta. Detenerse en la consecuencia, impide adentrarse en la causa donde seguramente están todas las respuestas.
Lo cierto, es que se ha llegado al 2011 en un estado de abulia como si fuésemos zombies o nos hubieran anestesiado. La cirugía no la sentiremos, pero el pos operatorio será complejo y largo. Tal vez, creemos estar a salvo por desentendernos de los temas políticos. Hay hasta cierto regocijo en no detenernos en nada del teatro gubernativo: “Ya conocemos los actores, el libreto es el mismo, y estoy podrido”-, más de uno me lo ha dicho. No puedo contrarrestar diciendo que el argumento no es legítimo. Ahora bien, si ningún ciudadano se ocupara de los asuntos del país, no hubiera existido un Juan Bautista Alberdi, un Manuel Belgrano o un San Martín…
“Zapatero a tus zapatos”, “cada maestrito con su librito”, ¿cuántos dichos populares más pueden justificar este “no me meto”?Ahora bien, una cosa es delegar responsabilidades en un líder, un representante, y otra muy distinta es alejarse sin dejar a nadie, o peor aún dejando el país en manos de una dirigencia que parece interesada en hundirlo tras saquearlo. Pero el bolsillo todo lo puede. De él somos esclavos, respondemos como siervos a su estado. Si está abultado, nos sentimos Gardel y Le Pera. Los dos juntos sí, porque uno solo es poco cuando un argentino tiene ese “órgano” bien alimentado.
En conocimiento de ello, el actual Gobierno fue fomentando en exceso ese comportamiento hasta dejarnos a días de las elecciones, divirtiéndonos, no pensando. Subsidios a granel, planes por doquier, asistencialismo que parece liberar pero encarcela cada vez más. Una maquinaria propagandística indiscutible y una estructura mediática como pocas veces se ha visto hacen el resto. Nunca antes hubo una administración que se ocupó de construir poder, distrayendo en forma constante, “clientizando” al soberano.
Se puso precio a todo y más también. El mercado de voluntades mostró ofertas impensables, las bancas se vendieron hasta por Internet. Las embajadas se vaciaron de diplomáticos, y se llenaron de amigos que de papistas se pasaron. Al Ejército apenas le quedó, una vez cada tanto, organizar una parodia de algún acto patrio. Los cargos públicos se rifaron entre aquellos a quienes es conveniente mantener de aliados. “Todos para uno”con una salvedad: ése uno para sí mismo, nada más.
En el trayecto, el circo siempre activo. La vida no es sueño, Calderón. ¡La vida es farra! Miniseries en capítulos nunca definitivos, unos tras otros sin solución de continuidad. La gesta de Antonini Wilson, el Tren Bala, el Caso Skanska, los goles liberados, el Schoklendergate… Para todos y todas. Escenografías majestuosas, vestuarios que generaron suspiros y otras cosas. Después, el negro como marco, y la viveza criolla desmantelada: cambio de imagen para la “gilada”. Y sí, la “gilada” compró el luto y las lágrimas, el“avivado” que denunciaba, posiblemente, no lo consumió, pero igual pagó, y paga.
Distraídos gastando a cuenta del bolsillo, confiamos en el “darnos cuenta” y en el “a mí no me engañan”. Pero nos engañaron porque tampoco hay tanto para gastar, y nos sumimos en lo superficial. No nos dimos cuenta de aquello que estaba más allá. Más allá se gestaba la realidad alejada de los anuncios y la retórica oficial, de las inauguraciones, de las luces de neón, de Tecnópolis, de la cadena nacional. Cuando nos quisimos dar cuenta de veras, ya no vimos nada. Ni siquiera un candidato en quién confiar a la hora de votar.
El país no ha cambiado. Cambiaron, tal vez, los argentinos embelesados frente al falso confort que se les “regalaba”, se les“regala”. Este último fin de semana, sin ir más lejos, la ciudad era un parque de diversiones: recitales, carreras de motos, conciertos, fiestas populares, etc. Subsidios en forma de divertimento, dentro de una cultura de masa que entretiene pero no emancipa, ni ofrece lo esencial.
Se es público de todos esos eventos, o usuario de distintos objetos que, paradójicamente, son los primeros en ofrecerse desde el Estado (espectáculos, netbooks, LCD, o fines de semana largos) Nos confinan a mirar, a poseer, nos anclan en la particularidad. En cambio, ser ciudadanos requiere dejar de lado lo particular, interactuar con los demás. En síntesis, ocuparse del bien común, ser copartícipes del poder, justamente lo que menos cedería o compartiría la jefe de Estado. Mejor “ceder” electrodomésticos o entretenimientos, claro.
Creímos ser “piolas”, pero la “piolada” de ellos tiene un par de ingredientes más: la falta de límites y la inmoralidad. Contagiados de ésta, vaciamos la ética, los principios, la conciencia. Si acaso veníamos patinando desde hace décadas, en la última el deslizamiento viene siendo magnánimo.
Veamos un minúsculo acontecimiento que, sin embargo, muestra una enormidad. Cuando Eduardo Borocotó, tras ser electo por una fuerza política opositora, entró a la Casa Rosada, la irritación social tuvo voz, y una suerte de reprimenda se sintió. Hoy, la conducta de Felipe Solá no evoca ni un murmullo. No asombra, no se cuestiona. Estamos divirtiéndonos.
Otro ejemplo en apariencia menor: en los ‘90, cuando Carlos Menem subía con “Zulemita” al avión, el repudio mediático era atroz. Ahora, que a la Presidente la acompañe “Florencia”, parece natural. O nos equivocamos antes, o nos estamos equivocando hoy… Estas nimiedades dicen mucho más de lo que imaginamos. O quizás tampoco podemos imaginar más, pues todo está a la vista, en escaparates y góndolas, listo para el consumo instantáneo, la satisfacción inmediata, cuestión de no pensar.
Entramos en la era del “konsumo”, consumidos, empaquetados. Nos sentaron como a infantes frente a una Play 3, y ahí estamos anonadados, tratando de ganarle al de al lado. Si aquel logra un plasma, nosotros debemos lograr un Led 3D. Si el otro viaja a Mar del Plata, nosotros tenemos como mínimo que cruzar el charco. La patente F ó G del auto comienza a molestar porque el de enfrente tiene patente J ó K.
Es verdad, estamos demasiado ocupados como para atender asuntos del quehacer nacional. “Pero, ¿qué querés que hagamos, una revolución en Plaza de Mayo?”, responden si alguien intenta mostrar qué está pasando. Nadie pretende tanto, pero somos un país de extremos, y los puntos medios, los matices, no son aceptados.
“Estamos en democracia, para eso votamos”-, retrucan si se sigue interrogando. Nunca una elección resultó tan liberadora como estas que estamos llevando a cabo. Tenemos el mayor porcentaje de psicoanalistas por m2, pero eso no interesa porque nos auto-justificamos bárbaro. Entrar al cuarto oscuro una vez cada cuatro años dista tanto de garantizar un régimen democrático, como entrar en una Iglesia no garantiza que se sea cristiano.
En definitiva, el gobierno parece haber logrado su cometido. Se nos ha transformado en habitantes del supermercado, no de un país que requiere cuidado. La Presidente se ha convertido en una “party-planning”,una organizadora abocada a divertirnos, y está visto que de su calesita salimos demasiado mareados. “Qué barbaridad cien mil dólares en zapatos”, decimos pero igual la votamos. (La generalización sólo vale como recurso literario).
Sintetizando, somos consumidores listos para ser consumidos por su majestad, en nombre del Estado. Pero eso sí: divertidos con el bolsillo, claro…

EL CRISTINISMO ESTUDIA APURAR LOS TIEMPOS

Ajuste y reforma constitucional
La crisis financiera global, la devaluación del real, las medidas de emergencia en Brasil y la distorsión del tipo de cambio, así como de las tarifas de los servicios públicos locales, son parte de un coctel que va marcando una tendencia para el 2012. Las probabilidades de que CFK deba iniciar su segundo mandato firmando medidas de ajuste son entonces cada vez más altas. Éste es justamente el escenario que el kirchnerismo siempre negó, partiendo de la premisa de que el alto consumo, los aumentos salariales por encima de la inflación y el festival de los subsidios serían poco menos que eternos. Por otra parte, el nuevo cruce entre Amado Boudou y Nicolás Eysaguirre, jefe del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, sirvió para demostrar que el acuerdo con el Club de París y el acceso a los mercados voluntarios de crédito está lejos. Paradójicamente, los nubarrones sobre la economía se muestran justamente cuando el cristinismo está a punto de aplastar en las urnas a sus dos principales rivales, la UCR y el peronismo disidente. Una economía con complicaciones generaría, a su vez, un escenario político nuevo, probablemente con un mayor desgaste para la presidente.
En el seno del poder se estaría preparando la reacción política para enfrentar ese escenario. El plan en estudio pasaría por instalar inmediatamente luego de octubre el debate sobre la reforma constitucional, que incluiría la reelección indefinida. La instalación del tema le daría al cristinismo dos beneficios inmediatos: mantener la iniciativa política intacta y disimular los inminentes problemas de la economía. Como es obvio, un debate de esta magnitud podría también paralizar durante mucho tiempo cualquier intento de Daniel Scioli, Juan Manuel Urtubey u otro presidenciable, de levantar el perfil con vistas al 2015.
No sería casual que el máximo ideólogo de la reforma, Eugenio Zaffaroni, haya reaparecido esta semana para decir, por ejemplo:
“Todo el Ejecutivo está pendiente de la salud física y mental de una persona” y “un accidente en un sistema presidencialista es una crisis del sistema”.
Zaffaroni agregó que “2001 no fue una mera crisis política sino que puso al sistema al borde del abismo”, y señaló que “en todas las crisis del presidencialismo se salió con el sistema del parlamento”, tras lo cual indicó: “(Eduardo) Duhalde fue un presidente parlamentario”.
“La irracionalidad del sistema presidencialista es clara. Llegó el momento en que tenemos que empezar a pensar en una institucionalización en serio”. Arrojándole un anzuelo a la oposición, el ministro de la Corte remató: “Sería un grave inconveniente que exista un sistema de partido único por una coyuntura en la Argentina” y “Cuando no hay oposición afuera, pronto la oposición se genera adentro y puede haber problemas de gobernabilidad”. En otras palabras, que la oposición, que el 23-o perdería la mayoría en la Cámara de Diputados, podría ser tentada por este canje: un gobierno parlamentario a cambio de la reelección indefinida. En el ‘94, el acuerdo Alfonsín-Menem que posibilitó la reforma constitucional tuvo un núcleo similar: la reelección a cambio de la supuesta atenuación del presidencialismo, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires, el tercer senador para la minoría y el Consejo de la Magistratura, entre otras innovaciones.
Cambio de planes
Según una versión, Zaffaroni ya habría conversado de este tema con su amigo Francisco de Narváez y otros intermediarios habrían sondeado a Ricardo Alfonsín, que simpatiza con la idea del parlamentarismo. En el campo del desperdigado peronismo disidente, el proyecto reformista tendría un punto a favor: Eduardo Duhalde fue hasta ahora el principal defensor público del giro hacia el parlamentarismo. El retorno de Felipe Solá al planeta K también querría decir algo en este tema. Y Mario Das Neves seguiría pronto los pasos de aquél.
El gobierno está muy lejos de contar con las dos terceras partes de los miembros de las dos cámaras que el artículo 30 de la Constitución exige para la declaración de la necesidad de la reforma. Esta importante valla hizo que, en principio, en la mesa chica de Olivos se pensara que lo mejor sería esperar hasta el 2013. Entonces, en un cálculo optimista, el oficialismo podría estar más cerca de obtener los dos tercios en la nueva renovación de las cámaras.
Sin embargo, en la balanza ahora pesan dos hechos nuevos: el 50,7 por ciento obtenido por CFK en las primarias el 14 de agosto abrumó a la oposición, creando un clima tal vez único para que los vencidos acepten una propuesta de reforma constitucional que les daría protagonismo y les serviría para recomponer sus espacios de poder.
En segundo lugar, las dificultades económicas que se avecinan estarían señalándole al cristinismo que tal vez no convenga esperar hasta el 2013, porque el humor social entonces podría ser menos favorable que el actual.