domingo, 28 de agosto de 2011

EL DESCONCIERTO OPOSITOR NO CESA

¿Se instala el fraude como eje para octubre?
En una reunión privada que tuvo lugar la semana pasada, el Juez Federal platense Manuel Blanco sostuvo que las maniobras de fraude en las primarias tuvieron una enorme escala y que su juzgado constató que no hubo boletas de Ricardo Alfonsín en 2700 mesas y de Alberto Rodríguez Saá en 4800, entre otros ejemplos. Sin embargo, el presidente de la Corte Suprema se ocupó de aclarar que sólo se trataría de errores corregibles en el escrutinio definitivo, pero sin mayor gravitación. Por su parte, Francisco de Narváez se bajó de las denuncias por fraude para pasar a mencionar sólo la palabra irregularidades, diferenciándose así del duhaldismo, que encabeza las denuncias. La discusión semántica entre los dos términos no parece aclarar mucho. ¿Las irregularidades en gran escala no deben entenderse como un fraude? La realidad es que el mazazo recibido el 14 de agosto todavía le impide a la oposición coordinar sus reflejos. Además de impulsar la improbable sanción para octubre de una ley que establezca la boleta única, Duhalde y Alfonsín podrían instalar la sospecha de que la elección del 23 de octubre puede quedar deslegitimada si hay una megaoperación de fraude. Sin embargo, los presidenciables opositores dudan. Ni siquiera están seguros de contar con una efectiva estructura de fiscalización, que tendría un costo multimillonario. Es que los riesgos son considerables. Si la oposición jugara fuerte con sus denuncias y luego el gobierno triunfara impecablemente con un margen enorme, el efecto para aquélla sería catastrófico. De un modo u otro, el derrotismo se abre paso y todos buscan caminos para su supervivencia política. Alfonsín va transformando su candidatura en un trabajo de apoyo para que su partido retenga la mayor cantidad posible de bancas nacionales y provinciales. Por su parte, De Narváez concentra su esfuerzo en provincializar su campaña y ya no le importaría demasiado la suerte de su candidato a senador nacional, Pepe Scioli, ni la de su lista de diputados nacionales. En este sálvese quien pueda, el más acorralado es Eduardo Duhalde, que enfrenta el riesgo de dispersión de sus seguidores.
Justamente, el crecimiento de Hermes Binner se alimenta de la escasa iniciativa del Frente Popular y la UDESO. Paralelamente, los presidenciables opositores parecen haberse quedado sin libreto. Pese a las advertencias acerca de un oscuro futuro para la economía argentina -por ejemplo realizadas por el ex premio Nobel Joseph Stiglitz- la dirigencia opositora casi no hace críticas a la economía, tal vez convencida de que el electorado no quiere escuchar malas noticias. Y ni que hablar de los múltiples escándalos de corrupción. Sergio Schoklender y Hebe de Bonafini, por ejemplo, parecen excluidos de las agendas electorales, excepto para Elisa Carrió que fue, precisamente, la más castigada en las urnas.
Nuevas alternativas
Para el gobierno todo es, en cambio, más sencillo, porque a CFK le conviene mantener la situación más o menos congelada al 14 de agosto. Con vistas a la plena legitimidad de su próximo triunfo, al gobierno le convendría, sin duda, que el 23 de octubre tanto el comicio como el recuento de votos sea cristalino. Pero así podría ocurrir que, en realidad, el resultado final sea inferior en varios puntos al 50,7 de las primarias. Entonces podría leerse esto como la confirmación de que hubo fraude en las primarias o bien que entre agosto y octubre Cristina perdió una gran cantidad de votos. Ninguna de las dos cosas dejaría de impactar en la cuota de poder del kirchnerismo para su tercer capítulo. Pero existe también otra posibilidad: que el actual declive de Alfonsín y Duhalde se profundice aún más y que no pocos votantes del PRO opten finalmente por votar a la presidente. Entonces el FpV podría superar su resultado de las primarias y ella reasumiría el 10 de diciembre con superpoderes y ante una oposición en quiebra y también, probablemente, con crisis interna.

NO PODÍA SER DE OTRA MANERA: HUBO UN FRAUDE GENERALIZADO

A lo largo de los ocho años a cargo de la gestión gubernamental, el oficialismo nunca jugó limpio. Kirchner primero y luego su viuda, emplearon permanentemente trampas, chicanas y tretas, algunas verdaderamente insólitas o visiblemente burdas por lo ridículo para lograr sus fines.
Pero como un agravante más, que revela su enorme torpeza, nunca tuvieron la precaución o el buen tino de disimular sus tramoyas y moderar sus ambiciones, haciéndolas abierta y torpemente a la vista y el conocimiento de todos los ciudadanos. Ello implica directamente que lo que la gente piensa no les interesa en lo más mínimo y por ende implica un verdadero menosprecio y desdén a los millones de argentinos que son sus gobernados.
En realidad para ser justos con el oficialismo, siempre hubo total “transparencia” en sus absurdas triquiñuelas y escandalosos engaños.
Desde el falseamiento de los índices socioeconómicos del INDEC hasta las ridículas candidaturas testimoniales, solo para nombrar algunas de su mala fe. Nunca hicieron el menor intento para ocultar o disimular sus tropelías gubernamentales, haciéndolas a la vista y paciencia de todos los argentinos.
Pero esta vez se les fue la mano. La paciencia como todas las demás virtudes del hombre tiene su límite. Se les fue mala y feamente la mano.
Las denuncias por fraude y por irregularidades en los comicios, primero aparecieron tibiamente en la oposición, tal vez aplastados por los inmensos guarismos del triunfo oficialista.
Pero a medida que pasaban los días prácticamente todos los partidos políticos denunciaban hechos, errores y equivocaciones fácilmente comprobables en el escrutinio.
Tuve oportunidad de hablar con las personas de uno de los equipos que están haciendo la auditoría del recuento de los votos y telegramas de los comicios y me comentan la gran cantidad de anomalías, algunas verdaderamente escandalosas por lo torpes y ridículas y las falencias en la organización del control y fiscalización del acto eleccionario.
Desde robo de boletas, ocultamiento o cambio de estas por otras, errores en el llenado de las planillas, errores en las sumas y otras series de errores voluntarios o involuntarios. Muchos de estos productos de la incapacidad de los fiscales o lisa y llanamente por la ausencia de estos.
El juez federal Manuel Blanco, afirmó que hubo “errores muy grandes y afectan a todas las fuerzas políticas” en el escrutinio provisorio de las recientes elecciones. Agregó “…que no creía que sea un intento de fraude. Hubiera sido muy burdo. Se puede ser pícaro, pero no animal”.
Por otro lado la Dra. Ferreira Rubio (ref.1) sostiene que cambiar la información del acta de mesa en el telegrama no es una “picardía”,sino un delito electoral previsto en el artículo 138 del Código Electoral y castigado con prisión de seis meses a cuatro años. La misma ley prevé la pena de prisión de uno a tres años para quienes falsearan el resultado del escrutinio.
Todo indicaría que los resultados obtenidos por la presidente estarían entre el 32 y 36% de los votos válidos.
Si no queremos que la sinrazón y el delito representado por el gobierno kirchnerista vuelva a burlarse de los argentinos, debemos extremar las medidas de supervisión en los comicios del 23 de octubre, enseñar y adiestrar a fiscales de mesa y fiscales generales, a efectos de asegurar una elección más correcta, limpia y transparente.

Té y simpatía

No está confirmado que Jaime Durán Barba, el gurú de Mauricio Macri, haya ejercido alguna influencia directa sobre la Presidente, pero muchos sospechan que él contribuyó (quizás por interpósita persona) al cambio de estilo que viene ejercitando la señora de Kirchner desde poco antes de su victoria electoral. El saludo telefónico al jefe de gobierno porteño (“habla la vecina de enfrente”) cuando Macri derrotó con más del 60 por ciento de los votos al oficialista Daniel Filmus, fue, en ese sentido, un hito. Que se destacó más al tener como telón de fondo la intolerancia que hasta allí había mostrado el kirchnerismo de capa y espada.
Después de que los telegramas electorales la dibujaron como amplia triunfadora en la elección primaria del 14 de agosto, la señora acentuó sus novedosos rasgos serenos y apacibles, distantes de la legendaria crispación kirchnerista, una actitud casi zen que le reporta indudablemente buenos réditos en la opinión pública. Ella (o alguien de su pequeño círculo) ha reparado en el hecho de que los modales ásperos y arrogantes perjudicaban sus posibilidades. Así, ella dio el ejemplo y predicó entre los suyos que había que asumir el triunfo “con actitud tranquila”, hasta con humildad. La esperanza de abrir canales para favorecer en octubre el pase de votos que en agosto hayan favorecido a otros candidatos llevó a que el gobierno evite estos días los agravios contra otras fuerzas políticas. La consigna parece ser: té y simpatía. Los dardos se reservan para ciertos medios periodísticos, en particular el Grupo Clarín, La Nación, Perfil.
La cuota de almíbar con que el gobierno aspira a endulzar las semanas que restan hasta el 23 de octubre no alcanza a disimular la acidez que algunas noticias provocan en los círculos oficialistas. Por ejemplo, las que se refieren al crecimiento del patrimonio de algunas figuras. En el gobierno se prefiere la actitud de Página 12, que omitió toda referencia a las declaraciones juradas a la Oficina Anticorrupción de la señora de Kirchner y su copiloto, Amado Boudou,. Clarín y La Nación, en cambio, informaron en sus primeras planas que en un año la Presidente engrosó sus bienes en un 27 por ciento, y que ella admite ahora (al año 2010) un patrimonio de 70 millones de pesos. Y que el de Boudou se elevó en un año un 65 por ciento. El ministro de Economía desmentiría más tarde su propia declaración jurada: ahora dice que tiene 145.000 pesos, no esa cantidad en dólares (que es lo que él mismo firmó en sus papeles a la Oficina Anticorrupción). Quizás irritó más que se supiera que Diego Bossio, el joven profesional (30 años) que administra los fondos de los jubilados, aumentó sus propios bienes en un 140 por ciento en un año. Y eso sin contar que, con modestia, estimó en sólo 150.000 dólares el valor de su piso de más de 200 metros cuadrados en La Recoleta, que en el mercado se cotiza 1 millón de pesos por encima de eso.
En China, Deng Xiao Ping, impulsó la apertura de mercado con la consigna “enriquecerse es glorioso”. China ha crecido a un promedio sostenido de 10 por ciento por año desde 1980, ha elevado (a diferentes ritmos) el nivel de vida de todo su pueblo y hoy es la segunda potencia mundial, mientras más de 300 millones de personas han alcanzado ingresos propios de una clase media occidental.
Xu Xaonian, uno de los economistas chinos más reconocidos, profesor en la Escuela Internacional de Negocios Europa-China, señalaba hace unos meses, hablando de su país, que “cuando los cuadros oficiales o sus hijos son superricos porque aprovechan de su posición mientras la gente normal ve cegado el camino para su promoción social, entonces la estabilidad social está en peligro”.
La información sobre el patrimonio de los funcionarios contiene poca pólvora cuando el crecimiento llega a todos. El caso del treintañero jefe del ANSES (casado con una ex secretaria de la Presidente) puede resultarle molesto, probablemente, a los jubilados que una semana atrás se enteraron de que Bossio le comunicó a la Corte Suprema que ANSES “se descapitalizaría” si pagase las demandas de los pasivos de acuerdo al criterio fijado oportunamente por el Tribunal Superior.
Estas noticias son las que en la Casa Rosada desearían no ver reproducidas.
Tampoco hubieran querido oír los comentarios del juez electoral con jurisdicción en el decisivo distrito bonaerense cuando apuntó que en el comicio del 14 de agosto se cometieron “errores gravísimos”. El magistrado, que de todos modos se esforzó en ser discreto, tradujo de ese modo los hechos que fueron a exponerle cuatro diputados de la oposición: Graciela Camaño, Federico Pinedo, Gustavo Ferrari y Patricia Bullrich. Los legisladores exhibieron la escandalosa disparidad existente entre cientos de actas de mesas electorales y los telegramas suscriptos por los jefes de mesa, con cifras erróneas y adulteradas (que fueron las que, en primera instancia, tomaron por buenas las autoridades de la elección y, tras ella, los medios y la sociedad). Un altísimo número de esos jefes de mesa fueron “voluntarios” manipulados por sectores del oficialismo, dijeron los diputados. Y a esas maniobras se sumó el clásico robo de boletas de los cuartos oscuros.
No se trata de poner en duda el triunfo de la señora de Kirchner, que se daba por descontado y sin duda existió ya que resulta inverosímil que un fraude de semejante envergadura pudiera concretarse. Lo que se pone de manifiesto es, más bien, que su rotundo nocaut incluyó varios golpes por debajo del cinturón.
Las fuerzas opositoras reclaman a la Justicia Electoral que impida que en octubre se reiteren las maniobras que no pudieron ser evitadas en agosto y proponen ahora (en rigor: vuelven a proponer, pues ya habían sido desoídas en 2009) que se establezca para el comicio de octubre la boleta única, que ya se experimentó exitosamente en Santa Fe y Córdoba. Esta semana también se lo propuso personalmente Alberto Rodríguez Saá al ministro de Interior.
Pero este es otro tema sobre el cual en la Casa Rosada, más allá del té y la simpatía, no se quiere oír hablar. El ministro Florencio Randazzo no alega razones prácticas para oponerse a la boleta única, sino que esgrime motivos de gobernabilidad: “Hay que ser muy cuidadosos. Creo que hay una intencionalidad de quitarle gobernabilidad a los que tienen responsabilidades de llevar adelante las gestiones”. Traducción: Randazzo alude a la posibilidad de que una parte de los ciudadanos decidan votar un candidato a presidente de una fuerza y diputados de otra. Estima que esa eventual cohabitación conspiraría contra la gobernabilidad. En rigor, tanto Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires como Mauricio Macri en la Ciudad Autónoma gobernaron sin contar con mayorías absolutas y esa circunstancia no les impidió el ejercicio de la autoridad (ni, a juzgar por las cidras) les restó apoyo de la ciudadanía. Sólo se trata de escuchar, proponer, negociar. No juzgar al adversario un enemigo. O un riesgo para la gobernabilidad.
Por detrás de la simpatía de estas semanas asoma, en ciertas ráfagas, el espíritu de siempre.
La Presidente aspira a flotar en ondas de paz y amor. Por eso se alegró el viernes cuando pudo sellar un acuerdo entre empresarios y gremios que incluía a Hugo Moyano. Le sirvió para distender un tanto una atmósfera que se había cargado desde la conformación de las listas para octubre y que se recargó cuando trascendieron los planes de sectores juveniles de intervenir el coto de las obras sociales sindicales para afrontar el cada vez más exigido paisaje financiero que afronta el gobierno con vistas al año próximo (demasiado subsidio, un gasto que sube por el ascensor, por comparación con los ingresos que suben por la escalera). Moyano consiguió levantar el salario mínimo (aunque fuera un poco menos de lo que, para negociar, venía reclamando). Ahora tiene que pelear para que no toquen las obras sociales. Y para que les devuelvan los 6.000 millones que le reclaman al Estado. Y para que, después de octubre, no se reinicie la ofensiva contra la veterana dirigencia en nombre de la renovación juvenil que en otros campos encarnan personalidades como Diego Bossio o Boudou.
Por ahora el camionero y sus colegas pueden también disfrutar del té y la simpatía. Después, Dios dirá.