martes, 18 de octubre de 2011

SIN CULPAS QUE ECHAR AFUERA

SIN CULPAS QUE ECHAR AFUERA

A una semana de las elecciones, no hay ases en la manga. Se tira, pues, la última carta. Considerando que los resultados ya no asombran, o al menos no sorprenden aunque causen sensaciones divergentes en unos y otros, hay una realidad subyacente que debería contemplarse. Por una vez hay que sincerarse: al siempre culpado periodismo está vez no puede culparse. Con diferentes formas y maneras se ha ocupado sistemáticamente de poner al descubierto la esencia misma del actual gobierno.
Sin matices se lo desnudó hasta el hueso. Los casos de corrupción, las estafas a los ciudadanos, el desinterés por las necesidades del pueblo, la mentira permanente se han mostrado en primeras planas, quizás con más énfasis en los últimos años. Nadie puede decir, al concluir los dos primeros períodos de mandato, que no sabe de qué trata el kirchnerismo, cuál es su método y su objetivo. De hecho, y sin eufemismos, éste será avalado por el grueso de la sociedad el próximo domingo. La permanencia en el poder ya no es un desvarío, la hegemonía se materializa, y es –finalmente- la libertad la que peligra.
Está claro (ya lo hemos analizado), que en esta geografía pueden ignorarse las rejas si acaso hay metálico que satisfaga alguna necesidad de esas impuestas por el Ejecutivo a través de la cadena nacional. Un ejemplo: ¿Cuánto faltará para que empiecen a pulular “BlackBerry” indistintamente entre sectores prósperos y otros carenciados?
Basta que la jefe de Estado lo presente en alguno de sus actos como un leitmotiv del existir, para que obtenerlo se convierta en un certificado de crecimiento y progreso. Sucedió con los plasmas, las bicicletas y otros electrodomésticos. Eufemismos y distorsiones a granel no justifican, sin embargo, que se haga caso omiso a aquello que durante mucho tiempo se ha mostrado como el esqueleto de una administración de gobierno.
En rigor, hasta es dable decir que más que una gestión, sólo se actuó un libreto. En el 2003, el Ejecutivo, inauguró una campaña proselitista que llegaría hasta el día de hoy. Nada garantiza tampoco que vaya a culminar en diciembre próximo. Anuncios y luces de neón, pan y circo, mecanismos arteros de distracción, y una maquinaria oficialista capaz de vender uvas por frutillas.
La gente se cegó, y voluntariamente elije permanecer de ese modo porque de lo contrario hay trabajo para hacer. Las responsabilidades son de todos. Posiblemente quién menos culpa tenga en este ahora sea la Presidente de la Nación. Ella apenas emite un voto a su favor, el resto son del pueblo ni más ni menos.
En ese sentido, el campo, a poco de entrar al cuarto oscuro sabe de qué manera se lo trató, y puede prever que, si la caja se vacía será a través de retenciones o nuevos impuestos a su sector como se revertirá esa situación.
Tampoco desconoce el empresariado, el modus operandi de Guillermo Moreno, apenas un soldado que puede continuar o ser reemplazado sin que ello implique cambio. La queja de esa dirigencia no tendrá cabida si acaso se le frenan las exportaciones, se le imponen precios máximos o se le fijan cupos. “A llorar a la Iglesia”, como decía la abuela.
Parece mentira pero es tan real que lastima. Estamos en un país donde se tropieza no una ni dos, sino cien veces con la misma piedra. Las lágrimas son de cocodrilo o no son legítimas. Hay un conocimiento sin anestesia de las consecuencias de seguir en este rumbo.
Los docentes volverán al paro. En Marzo regresará el teatro de las huelgas o la toma académica porque es está “política educativa”la que se premia. Exigir que las cosas se desarrollen de manera distinta es utopía.
Los jueces saben que la independencia y la igualdad no hallan cabida, en el seno de la Justicia, cuando hay un Ejecutivo con hegemonía. Los pobres saben que seguirán presos de su carencia y utilizados como marionetas. Los ricos…, los ricos ya conocen lo que es vivir detrás de rejas porque la violencia hace mella.
El sindicalismo no puede desconocer cuáles son las reglas si se mantiene Fernández de Kirchner en la Presidencia. Una CGT adicta, con amenazas permanentes a los sindicalistas y pactos bajo la mesa son la característica intrínseca del “estilo K”, todavía más radicalizado hoy día.
En síntesis, y a días apenas de la elección, si se ratifica la continuidad, nada podrá asombrar. Pocas veces se ha plasmado más gráficamente el estado de abulia en el que nos hallamos. La corrupción no espanta pero tampoco deja de ser una epidemia que, antes o después, arroje consecuencias. Ni Ricardo Jaime, ni Sergio Schoklender están privados de su libertad. Quizás, paradójicamente, para los políticos del oficialismo y sus huestes, ésta tenga un valor que descarta la mayoría de los ciudadanos. Un valor de mercado, pero valor al fin de cuentas…
Sólo asoma un sector que, de convalidarse esta gestión, seguramente se sienta liberado porque, en este trance, la delincuencia seguirá en su fiesta.
Todos, en definitiva, están avisados y tienen a su alcance el balance que prefieran. Puede relatarse una realidad distinta pero no pueden ocultarse ni la inflación, ni la inseguridad, ni las prebendas, ni el clientelismo, ni los subsidios, ni los sobre precios, ni los incrementos patrimoniales inexplicables.
En ese contexto, las cartas están sobre la mesa. Aunque se resucite como Ave Fénix, es dable asumir que no se sale ileso de todo esto y que, al parecer, hay pueblos que se suicidan sin darse cuenta o lo que es más grave aún, lo hacen en cuotas, con absoluta conciencia…

A confesión de parte relevo de prueba

A confesión de parte relevo de prueba

La candidata del oficialismo adoptó como consigna de campaña el eslogan “Cuenten conmigo para lo que falta”. Cuando me enteré, no pude evitar reflexionar que no podía resumir de forma más perfecta la completa ineptitud que ha demostrado en su gestión de gobierno.
En efecto, un candidato político al aspirar a un cargo de la misma naturaleza, normalmente procede a presentar a la sociedad de la que espera sus votos, su plan o programa de gobierno, o en el caso argentino y en los últimos tiempos, los políticos habitualmente se limitan a declamar frente a las cámaras y micrófonos las promesas que, según nos dicen, “cumplirán” durante sus respectivos gobiernos.
Va de suyo que, todos estos programas, planes o promesas, declamaciones o como quiera el lector llamarlas, contemplan las “realizaciones”a cumplir durante los cuatro años que, ya sabe el político en cuestión de antemano, durará su mandato. La señora de la cual hablamos aquí, desde luego, no ha sido una excepción a esta regla, ya que nadie como ella ha declamado y usado tanto cámaras y micrófonos para hacerle saber a todo aquel quien quisiera escucharla qué es lo que “haría” durante el periodo de su gestión.
Pues bien, resulta ser que al finalizar este período, nos venimos a enterar por boca de la propia candidata que aun “le faltan cosas por hacer”, con lo que ella misma está confesando que mintió a sus electores aquella vez que la eligieron, prometiendo que haría lo que ahora admite que no hizo, porque nos dice que “le falta” por hacer, y que “necesita” otros cuatro años más para “hacerlo”.
En realidad, si la Sra. Kirchner lo que quiso decir es que le falta por hacer todo lo bueno que prometió y no cumplió, bueno, en este último caso, es indudable que está diciendo la verdad, ya que resulta extremadamente difícil, por no decir imposible, encontrar alguna cosa buena en su gestión. No obstante, no nos parece que sea ese el sentido de lo que esta mujer ahora nos está diciendo, ya que, precisamente no se trata de una persona que se haya caracterizado por decirnos jamás la verdad, sino que, por el contrario, siempre que ha podido nos ha mentido.
Si en cambio, lo que la señora quiere decirnos es que le falta por hacer más de lo que ya ha hecho de mal, estamos frente a un caso de patología, en la que el paciente no reconoce el completo desacierto de sus actos (aunque, como ya hemos explicado en otra parte, estamos seguros que no es la señora la que gobierna, sino que otros lo están haciendo por ella. Una persona de las características de la Sra. Kirchner no está condiciones de gobernar, ni siquiera su jardín, no digamos ya su casa).
Pero lo importante es volver al eslogan de su campaña, que en vísperas de su aspiración a la reelección, resulta un excelente resumen hecho por ella misma de toda su gestión. Y como dijimos, admite con sinceridad (quizás la primera vez que hace uso de este atributo desde que asumió su cargo) que al final de su gestión no ha hecho todo lo que nos prometió y nos pide que le demos otra oportunidad para que lo haga. Pero cabe reflexionar sobre ese “todo”que nos dice “le faltó hacer” ¿cuánto será realmente en tiempo lo que necesitará para “completarlo”? y ¿qué garantías concretas tenemos que, si no pudo cumplir en los pasados cuatro años, cómo podemos estar seguros que esta vez sí cumplirá en los próximos cuatro? y ¿si al cabo de los venideros cuatro años, nos vuelve a confesar que “le faltan” cosas por hacer y nos pide cuatro años más? La realidad es que la señora no está en condiciones de hacer cosa alguna en política, las prometa o no las prometa. No puede cumplir con nada. En primer lugar, porque no tiene plan alguno, y lo más importante: no tiene capacidad intelectual alguna para forjar plan de ninguna índole. Esta es pues, la triste realidad. Y sólo es triste para los argentinos, porque en lo que atañe a la Sra. Kirchner no parece darse cuenta de cosa alguna, excepto que -según ella- vivimos “en el mejor de los mundos”.
La señora sólo está en condiciones de hacer lo que esos “otros”,que son los que gobiernan el país desde las sombras y los que, por consecuencia, también la gobiernan a ella, le indiquen y le programen minuciosamente. Sus allegados políticos, que fungen como asesores, ya sean formales o informales, usan a la señora como un símbolo (la llevan a decir discursos, la entrenan para que gesticule en la tribuna, ante las cámaras, y... no mucho mas). No le pidamos a la señora Kirchner lo que la señora no está en condiciones de ofrecernos, por mucho que ella quisiera, suponiendo -además- que se tratara de una “buena persona”, aspecto este último que también ofrece algunas dudas.
Ciertamente, a la señora le falta mucho por “hacer” o mejor dicho, todo por hacer, el punto no es este, sino que no tiene ninguna capacidad ni intelectual, y -mucho menos- político, ni habilidad alguna para poder hacerlo. Si consideramos, además, que conforme hemos venido afirmando desde hace tiempo, la señora coejerció el poder con su esposo desde el año 2003 y se supone que su gobierno iba a constituir una “profundización” de lo hecho por Néstor Kirchner (lo que fue declamado hasta la saturación por esta mujer), resulta más alarmante su confesión de que, aun así y todo, todavía “le faltan”cosas por hacer. Significa, hablando claramente, que en los últimos ocho años, ni su marido ni ella han cumplido con lo que han prometido. Si no fuera este el caso, y siendo que la señora se jacta de ser una continuadora de la gestión de Néstor Kirchner, podemos afirmar, sin lugar a ninguna duda, que la administración de ambos ha sido el más absoluto y profundo fracaso de toda la historia argentina y ¿todavía nos piden más tiempo que los ocho años que estuvieron al frente del poder? ¿Cómo calificaría el lector una petición de tal naturaleza?
En realidad, lo que a la señora le falta (pero, por lógica, no puede decirlo abiertamente) es tiempo para seguir enriqueciéndose en lo personal, familiar, con sus amigos, conocidos, partidarios, sus sindicalistas obsecuentes, etc., los que -al fin de cuentas-, y por muchos que sean, no dejan de constituir una minoría, en contraste con la inmensa población argentina que los sufre. Este es, verdaderamente, el tiempo que la señora “necesita”,lo que le falta para poder seguir expoliándonos a su gusto y al gusto de su séquito de obsecuentes.