lunes, 3 de octubre de 2011

A LA BÚSQUEDA DE LA MEDIA SANCIÓN

El gobierno ya hace cuentas en Diputados para la reforma constitucional

Aníbal Fernández, Florencio Randazzo y Agustín Rossi son algunos de los operadores cristinistas que estarían haciendo los números finos para determinar la viabilidad de la que puede ser la operación política más importante del cristinismo en el 2012. Esto es, obtener que la Cámara de Diputados le dé media sanción al proyecto de reforma constitucional del oficialismo, cuyos ejes serían el establecimiento de un régimen parlamentario y la reelección presidencial indefinida. El artículo 30 de la Constitución requiere, para esta ley, una mayoría especial de dos tercios de los miembros del Congreso, lo que descarta cualquier posibilidad de intentar la aventura en el Senado. En Diputados hacen falta 172 votos. Según los cálculos oficialistas, el Frente para la Victoria planea contar el 10 de diciembre con unos 100 integrantes, 13 más que ahora. Pero contaría con entre 20 y 25 votos más provenientes de Proyecto Sur, Unidad Popular (Eduardo Macaluse), Libres del Sur (Cecilia Merchan) y del Movimiento Popular Neuquino, Nuevo Encuentro, Diálogo por Buenos Aires, etc. Los 15 diputados que sumarían entre el socialismo y el GEN serían vitales, pero hoy por hoy no pueden contarse como seguros.
Así las cosas, sería fundamental para el cristinismo captar al menos una parte de los 20 peronistas disidentes que quedarán en la Cámara. El reciente paso al costado de Felipe Solá sería una señal favorable al proyecto. En Olivos se entusiasmarían ahora con la posibilidad de un acuerdo con el eje Rodríguez Saá- De Narváez que acaba de conformarse en la Provincia de Buenos Aires pero que se prolongaría en la conformación de un bloque unificado de diputados. Los duhaldistas, es decir, Graciela Camaño, Eduardo Amadeo y próximamente Carlos Brown y Carlos Ruckauf, quedarían así en franca minoría. Sobre todo, si los futuros bloques que conformarían los delasotistas y reutemistas se allanan a las pretensiones del gobierno.
Con este panorama, el gobierno tendría una aproximación bastante cercana a los dos tercios. Pero el broche de oro sería, naturalmente, el apoyo radical a la reforma. En este punto sería fundamental para el kirchnerismo que el 23-o la UCR salga lo más maltrecha posible de las urnas. De ser así, quedaría en una posición de enorme debilidad y mucho más propensa a negociar su aceptación de la reforma. Como es obvio, el acuerdo entre Rodríguez Saá y De Narváez, y la probabilidad de que este último corte boleta a favor de aquél, golpearían a Alfonsín más de lo que ya está y encajaría en el rompecabezas oficial.
La victoria psicológica
La media sanción de la necesidad de la reforma permitiría que el proyecto no caduque el mismo año si no obtiene la media sanción faltante del Senado, prorrogándose un año su vigencia. Aunque la sanción del Senado presenta graves dificultades, la media sanción en Diputados le permitiría al gobierno mostrarse victorioso e instalar la creencia de que su avance es irreversible. También serviría para frenar la lucha por la sucesión presidencial que ya se insinúa y, sobre todo, para evitar que Daniel Scioli levante cabeza como referente del post-cristinismo.
En su segundo mandato, Carlos Menem mantuvo al país en vilo, enarbolando la expectativa de su re-reelección, que era bastante menos probable que el proyecto que ahora lanzaría el oficialismo. El mayor riesgo sería, desde ya, una derrota legislativa, es decir, que el proyecto no consiga los dos tercios pese a que el kirchnerismo juegue todas sus cartas. De ocurrir esto, el efecto sería el contrario al buscado, porque se exacerbaría entonces la puja sucesoria.

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