martes, 11 de octubre de 2011

EL ESCENARIO POST ELECTORAL

La dolarización es el nuevo enemigo del gobierno
Las últimas encuestas coinciden en que, después de lo que ocurrido el 14 de agosto en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, el Frente para la Victoria está mejorando su intención de voto. Esta tendencia se debería sobre todo al exitismo típico de nuestro país. Por otra parte, los cambios que se están dando en la intención de voto de Hermes Binner, Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín y Alberto Rodríguez Saá no son significativos y el primero podría quedar segundo pero a cerca de 40 puntos de CFK. La presidente se coloca, entonces, muy cerca de la mayoría propia en las dos cámaras. Es decir, a un trecho de los dos tercios que, según las especulaciones periodísticas, serían la nueva obsesión oficial para el objetivo de una reforma constitucional, cuyo ideólogo es el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni. Éste propone un régimen parlamentario que permita la reelección indefinida del presidente. También el tema es utilizado por los candidatos opositores para asustar a la opinión pública con la posibilidad del unicato que podría instaurarse. En realidad, el gobierno sigue siendo su principal enemigo y acumula errores a diario, pero con una oposición que no puede aprovecharlos, porque el 50% de la población siente que le va bien económicamente y que esto puede estirarse al año que viene. Y esta mitad de la población no accede -o bien no le importa- lo que informa el periodismo independiente sobre los desaciertos del gobierno.
La nueva confrontación
Sin embargo, después de las primarias, al cristinismo le surgió un enemigo formidable: la dolarización de las carteras. El gobierno inyectó gran cantidad de dinero transaccional en la economía y la gente que compraba autos y todo tipo de bienes en muchas cuotas ahora también compra dólares diariamente. Esta tendencia se aceleró después del 14 de agosto por varios motivos. En primer lugar, el dólar se devalúa menos que la inflación, viajar al exterior es más barato que pasarla acá e importar es más negocio que fabricar en el país. De ahí que Guillermo Moreno continúe prohibiendo muchas importaciones.
En lo inmediato la gente se dedica entonces a comprar dólares sin parar ante un gobierno que no quiere agitar las aguas hasta después del 23. Ni bien festeje su triunfo, el cristinismo deberá frenar la dolarización, aunque no se sabe a ciencia cierta si en la Casa Rosada hay conciencia de los orígenes de esta verdadera corrida cambiaria. No es de extrañar, entonces, que esté aumentando la incertidumbre económica postelectoral, que tiene como telón de fondo la crisis financiera internacional con epicentro en Europa y los Estados Unidos. La mayoría de ese 50% que vota al gobierno no advierte que la soja bajó 100 dólares en un mes y que el país cada vez gasta más en la importación de energía y combustible. En tales rubros, este año importaremos cerca de 4.000 millones de dólares y unos 12.000 millones en el 2012. Si la soja sigue con tendencia a la baja, el año que viene van a faltar muchos dólares. Esto explica que los grandes operadores acumulen dólares y que el público masivo los imite. Acorralado por esta realidad, el gobierno, después del triunfo del 23 de octubre, está obligado a tomar medidas importantes que pongan fin a la dolarización de la economía.
Hasta ahora el oficialismo ha seguido un mismo patrón de conducta: cuando aumenta la demanda de un bien opta por impedir de cualquier modo el acceso al mismo. Esta línea ya empezó a profundizarse con la exigencia de mayores requisitos para la compra de la divisa y el envío de la Gendarmería al microcentro. No obstante -y como es obvio- esto no alcanza y llegará el momento en el que se deberán tomar medidas de fondo. Hay, por otra parte, elementos de sobra que indican que la economía marcha hacia una desaceleración forzosa, configurándose un escenario similar al de los años 2000-2001. Y ya se sabe qué pasó entonces. Los números electorales no alcanzan para tapar esta realidad. En este sentido, vale recordar que Fernando de La Rúa llegó a la presidencia en 1999 con el 49% de los votos, apenas 1 punto menos del 50,7% que consiguió CFK el pasado 14 de agosto.

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