lunes, 7 de noviembre de 2011

EL GOBIERNO, CAMINO A POLÍTICAS CONFISCATORIAS

Pesificación de los depósitos en dólares, la nueva medida en estudio

En los cónclaves que se sucedieron a partir del regreso de CFK de la reunión del G20, la presidente se habría mostrado variable en sus opiniones sobre la corrida cambiaria, según escuchaba a cada uno de sus colaboradores. Pero en un punto, cuando alguno de los funcionarios mencionara la palabra inflación ella se negaría a seguir hablando. Este problema lo tuvo, por ejemplo, Mercedes Marcó del Pont, una de las autoras intelectuales de las medidas represivas, junto a Guillermo Moreno y Ricardo Etchegaray. Cuando mencionó que hacía todo lo que podía para detener la corrida, la presidente del BCRA dijo que hay una variable que no controla, que es la inflación. Entonces CFK, enojada, dio por terminada la reunión. Apenas elegida en octubre del 2007, en enero del 2008, la presidente convocó al entonces jefe de gabinete Alberto Fernández y al flamante ministro de economía, Martín Lousteau. Éste opinó que el principal problema económico de esa administración era la inflación, ante lo cual ella fingió no escuchar y suspendió la charla. A la salida del despacho presidencial, el ahora crítico Alberto Fernández le dijo al joven economista:“¿Qué hiciste?, boludo, a Cristina no se le puede hablar de inflación”. Esto le confirmó a Lousteau el presentimiento de que su gestión iba a terminar mal.
Las nuevas opciones
Cuatro años después y con cerca de un 100% de inflación acumulada, la presidente tozudamente sigue sosteniendo que la inflación verdadera es la del Indek y que la otra, la que calculan los economistas, es la de las clases medias y altas. Su negativa a reconocer el fenómeno inflacionario es tal que no puede entender que la suba del dólar obedece sobre todo a esta variable. En cambio, se inclina por creer que es una conspiración de los economistas ortodoxos que sostienen que la Argentina creció por el viento de cola y no debido a sus méritos como estadista. Tesis esta última que sostuvo Horacio Verbitsky ayer en su columna de Página 12. Esta aversión a reconocer la inflación y el contraste que se está produciendo entre el microclima oficial y la sociedad es también una sorpresa para la mayoría de los encuestadores que instalaron que el 54% de la gente está de acuerdo con la situación económica y que ven a CFK como una gran estadista. Así fue que inventaron “el Cristina ya ganó” y se lo vendieron a la opinión pública con gran éxito, muy similar al conseguido en el ‘99 por Ramiro Agulla y otros consultores creando la imagen de un Fernando de la Rúa eficiente e hiperactivo que solucionaría todos los problemas del país. Estamos ahora frente a la segunda “gran estafa” de encuestadores y consultores”, que después no encuentran explicaciones sobre por qué los pueblos se desilusionan.
Pues bien, ahora los dados están echados. La fuga de los depósitos en dólares es continua y el gobierno, con su mejor arma, la AFIP, no puede pararla. Se instaló primero un corralito cambiario. Pero los depósitos en dólares incorporados a las reservas se están fugando a medida que se producen sus vencimientos. Por lo tanto, se van instalando tres opciones: a) dejar flotar la divisa y esperar que pase la corrida, b) confiscar los depósitos en dólares y entregar un bono a cambio con una tasa de interés menor, y c) pesificar los depósitos en dólares ocasionándoles a los depositantes una pérdida del 10%. Hay pocas dudas acerca de que esto dispararía rápidamente una fuga de depósitos mayor, todo con un alto costo político.
En tanto y como veníamos anticipando desde hace varios meses, la economía ha empezado a dar señales de un desaceleración brusca por el parate brasileño, la fuga de dólares y la suba de las tasas de interés. También hay que computar que muchos empresarios y banqueros empiezan a desesperarse por una presidente que gobierna en base prejuicios y caprichos. El último de ellos es su empeño en anclar el dólar debido a su resistencia a reconocer la inflación.

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