viernes, 11 de noviembre de 2011

El pacto Magnetto-De La Sota, la nueva obsesión del cristinismo

El pacto Magnetto-De La Sota, la nueva obsesión del cristinismo

El nuevo clima de tensión entre el gobierno y los ahorristas está generando un escenario político distinto al del 23 de octubre. Aunque públicamente ningún dirigente opositor menciona el tema, en privado ya se sacan cuentas acerca de cuál será el costo político que el cristinismo tendrá que pagar por el inevitable ajuste, así como por su batalla, de dudoso resultado, contra la corriente de dolarización desatada por los mercados. En apariencia, el panorama del antikirchnerismo es desolador. Eduardo Duhalde decidió dar un paso al costado después de su bajo porcentaje electoral, en tanto que Alberto Rodríguez Saá no tendría intenciones de confrontar con el gobierno. Estos eclipses serían coincidentes con la continuidad del semi-retiro de Carlos Reutemann, la escasa actividad de Mario Das Neves y el pase de Felipe Solá a un discreto oficialismo. Sin embargo, en los últimos días, una serie de reuniones de dirigentes de distintos sectores peronistas con el gobernador electo de Córdoba, José Manuel De La Sota, marcaron una reactivación de las versiones. En particular, sería significativo el envío de un delegado de aquél que se reunió con Jesús Cariglino, el intendente de Malvinas Argentinas que consiguió su reelección venciendo al candidato K, Luis Vivona. De acuerdo a lo trascendido, De La Sota intentaría tantear si en el conurbano bonaerense hay espacio para su desembarco como nuevo jefe del peronismo disidente. Pese al gesto de Juan Carlos Schiaretti y De La Sota de dar de baja en agosto pasado sus listas de candidatos a diputados nacionales en favor de la del Frente para la Victoria, las relaciones entre la Casa Rosada y el peronismo cordobés siguen tensas.
La reunión que sobresaltó a Olivos
Así las cosas, tres semanas atrás se habría producido un hecho que profundizó el abismo entre el nuevo gobernador cordobés y CFK. De La Sota se habría reunido con Héctor Magnetto y de esta conversación habría surgido la posibilidad de una alianza estratégica. A juicio del cordobés, es dudoso que Mauricio Macri pueda captar los sectores antikirchneristas que subsisten no sólo en Buenos Aires sino en muchas provincias. El avance de un pacto Magnetto-De La Sota, en que podrían confluir tal vez Luis Barrionuevo y su CGT Azul y Blanca, está pasando a ser ahora la principal hipótesis de conflicto del cristinismo. En el 2002, cuando debía elegir su candidato para confrontar con Carlos Menem en las urnas, Duhalde apostó a De La Sota, pero no tuvo éxito en las primeras mediciones y entonces se impuso la idea de buscar un figura nueva y proveniente de una provincia chica que, se suponía, sería fácil de controlar por el aparato duhaldista. De este error de apreciación surgió la candidatura de Néstor Kirchner. Diez años después y ante la declinación de toda la plana mayor del Peronismo Federal, el cordobés está a punto de subirse al ring para apuntar en el 2015 a la Casa Rosada. Antes de fin de año podría dar una señal pública sentándose a través de una foto con dirigentes disidentes de distintas provincias. La crisis global -y en especial la regional- favorecen en alguna medida este nuevo proyecto. Es que De La Sota se desempeñó cuatro años como embajador en Brasilia y es uno de los argentinos mejor relacionados con los círculos económicos y políticos del vecino país. O sea, un protagonista natural para hablar de las relaciones y el comercio bilateral.
Lo cierto es que, para el hipersensible entorno presidencial, el eje Magnetto-De La Sota ya estaría sustituyendo a la anterior alianza Magnetto-Duhalde. Con la fotografía del 24 de octubre, este tipo de alternativas parecerían sencillamente inviables, porque el apabullante resultado electoral le estaría dando un amplio margen de maniobra a Cristina para actuar sin ninguna oposición que la moleste. Sin embargo, a menos de un mes, ya reapareció la clásica volatilidad argentina y la nueva foto, la de hoy, muestra a un gobierno absorbido por la difícil tarea de asumir el final de una fiesta económica que duró ocho años. Una incómoda posición que deja el suficiente espacio como para que reaparezca la eterna interna peronista, a través, como no podría ser de otro modo, de un nuevo proyecto presidencial al cual el eventual apoyo de Clarín le daría sustentabilidad.

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