martes, 27 de diciembre de 2011

El fin de fiesta del bonapartismo cristinista

El fin de fiesta del bonapartismo cristinista

“Nos dicen bonapartistas” dijo la presidente en plena campaña electoral. Si por bonapartismo entendemos el desapego por las normas constitucionales y los protocolos de la democracia, seguro que es seguidora de Napoleón Bonaparte, a quien intenta emular con su culto personalista y su narcisismo con toques de autismo. Y, por sobre todas las cosas, su marcado autoritarismo, que la llevó al extremo de hacerse colocar la banda presidencial por su hija. Pero por bonapartismo podemos entender también el régimen de Luis Bonaparte -Napoleón III-, quien encabezó el golpe de Estado que puso fin a la II República e instauró el Segundo Imperio en 1852. Se caracterizó por su fuerte impulso a las reformas sociales y entonces fue Carlos Marx el que inventó el término bonapartismo para denostar a los sistemas reformistas basados en el personalismo o, en otras palabras, a los populismos autoritarios.
La nueva etapa
Ahora cabe el interrogante acerca de la crisis desatada por la deuda europea puede hacer tambalear el bonapartismo cristinista. Una puntita de la nueva etapa que empezamos a vivir se anticipó la semana pasada cuando la presidente no anunció, como todos los últimos años, un bono de $500 para todos los jubilados. Este anuncio, al que estábamos acostumbrados, tiene un costo de 4.100 millones de pesos anuales.
La primera señal del cambio de época fue el anuncio de la eliminación de los subsidios a los servicios de electricidad, gas y agua, un tarifazo encubierto que finalmente afectó a barrios de capital y conurbano que votaron contra el gobierno y que, por ahora, alcanza un monto de 5.000 millones de pesos. En posteriores declaraciones, Julio de Vido y Amado Boudou hablaron de redireccionamiento de lo que se ahorre para el Estado. Y entonces la presidente anunció que ese ahorro sería canalizado en un aumento de la obra pública. Este anuncio coincidió justo con un récord de accidentes mortales en las rutas argentinas, aunque según la propaganda oficial, en los últimos años se construyeron miles de kilómetros de autopistas seguras como se muestra en el Fútbol para todos.
Así las cosas, hay que computar la baja de la cotización de la soja en torno a los 420 dólares la tonelada en Chicago, cuando en el presupuesto recientemente sancionado se estima en 484 dólares la tonelada. Esto sencillamente obliga al tan temido ajuste, cuya causa central es la desastrosa política energética, que implicará que en el 2012 se importe la friolera de 10.000 miles de millones dólares de combustible. En este campo, está en pleno desarrollo una pulseada entre De Vido, que siempre tuvo la última palabra en el tema, con Guillermo Moreno, que lo quiere manejar a partir de ahora y ya amenazó a las petroleras con aplicarles la ley de abastecimiento si no le suministran información sensible sobre sus números. Finalmente, queda pendiente el tema del dólar atrasado, que hasta ahora fue anestesiado con un rígido control de cambios. Lo que obviamente no alcanza para que olvidemos que la paridad real es de $6 por dólar.

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