viernes, 3 de febrero de 2012

LA VIOLACIÓN DEL SECRETO FISCAL POR PARTE DE CFK

Cada vez más cerca de la vida de los otros

En su discurso de anteayer, la presidente, al explicar sus puntos de vista sobre las negociaciones salariales que están por comenzar, señaló que le pediría información al administrador de la AFIP, Ricardo Echegaray, acerca de cuánto ganan los gerentes de las compañías que tienen que negociar las paritarias con los sindicatos. La platea de aplaudidores que acostumbran festejarle las chanzas aplaudió el comentario, que no fue casual.
Sin embargo, el hecho fue grave, porque se trató lisa y llanamente de la violación del secreto fiscal que establece la confidencialidad de la información impositiva de cada contribuyente, que sólo puede utilizarse a los fines del cálculo de los tributos. Parece supina la ignorancia de nuestra primera mandataria sobre el cumplimiento de la ley, aunque algunos sostendrán -y tal vez tengan razón- que sabía perfectamente lo que hacía y no le importa la violación del secreto fiscal. Total no hay institución de la República que hoy funcione regularmente y de acuerdo a la ley.
El gradualismo
Lo grave es que se suman hechos que van profundizando una tendencia. Este anuncio presidencial de que de la AFIP le está dando al Ejecutivo información para presionar a empresarios coincide con la intromisión de la supersecretaría de comercio en la vida y milagros de los ciudadanos, más el nuevo instrumento informático para el control social que es la tarjeta SUBE. Hay en todo esto semejanzas con el clima de invasión de la privacidad que narra la notable película La vida de los otros, dirigida por Florian Henckel Von Donnesmarck y ambientada en Alemania oriental sobre el final de la guerra fría.
Se podría alegar con razón que en la Argentina no hay presos políticos y que estos sistemas de control ciudadano no coartan la libertad de movimiento de las personas. Pero causan gravámenes económicos por pérdida de oportunidades y mediante castigos pecuniarios. Sutilmente, el gobierno instaló un clima de presiones coaccionando, por ejemplo, a los empresarios, bajo la amenaza implícita de que, si no siguen su voluntad, sufrirán represalias vía la AFIP, Moreno, etc. Este avance sobre las libertades individuales también sirve para controlar a funcionarios del propio gobierno. Lo demuestra la conocida anécdota del Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, que varios meses atrás dijo indiscreciones por su celular y fue escuchado por el jefe de la SI (ex SIDE), Héctor Icazuriaga, cuyo principal servicio al Estado son justamente las escuchas telefónicas aunque, al menos por ahora, la inteligencia oficial no tiene capacidad para escuchar a todos los opositores. Así, gradualmente, los argentinos nos vamos acostumbrando a este deterioro de las libertades esenciales. Hasta el momento en que sea ya tarde y esta dictablanda se convierta en dictadura.

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