martes, 9 de julio de 2013

Incomodidades

Los calendarios cambian, el año llega a su mitad pero la situación política de la Argentina no parece modificarse. Pese a la cercanía de la época electoral, la brecha entre dirigencia y sociedad continúa siendo inmensa. El clima que se vive en Balcarce 50 no coincide con el clima vivido afuera, aunque en un aspecto podría encontrarse una sinonimia: ambos perseveran en la espera.
El gobierno esperando el milagro poco factible a esta altura de una sociedad que no se de cuenta, y la gente aguardando ser considerada como tal. Paradójicamente, las acciones de los dos se esfuman detrás del falso confort. La dirigencia atiende sus propios intereses, la “clase media” o aquel sector que supo defender sus ahorros cuando el “corralito” se los confiscó, aguarda que en alguna red social alguien tire una fecha para entonces sí manifestar su descontento y malestar. La comodidad nos pinta de cuerpo entero.
La “emoción” de un consenso de microclima es en demasía efímera. Se habla del 8 de Agosto como otro día donde expresar el hartazgo social. Enhorabuena pero ¿cómo es eso de convocar a una marcha para dentro de un mes, si el enojo y la desaprobación se están viviendo hoy? Si la causa es que al receso invernal se lo considera un tiempo sagrado donde ocuparse de un país que está siendo saqueado no encuentra espacio, poco queda por decir a favor de los ciudadanos.
Mi abuelo repetía: “Primero el deber después el placer”. Una ecuación desconocida en la Argentina. Se puede soportar la burla diaria de una Presidente pero no desacralizar vacaciones ni vencer la modorra que da salir a la calle aunque nos estén robando a mano armada. Puede no haber pan pero sobra comodidad.
Entonces, cabe preguntarse aunque el silencio o la piedad eviten la respuesta voraz, si realmente no se es parte de todo cuanto acontece, si acaso no merecemos esa carcajada que la jefe de Estado nos larga en la cara cada vez que habla.
Planificar el malestar que genera vivir en la mentira sistemática, habilita lo que vulgarmente se llama “el verdugueo”. Nos “verduguean” sin tregua, sin pausa, sin anestesia. Si el mal ataca ahora, ¿cómo se explica que se lo trate después de las vacaciones? Es como si se fuera al médico cuando hace un mes que algo nos está doliendo… O hay un gen masoquista que nos justifica, o hay miedo, o hay una inmadurez inherente al pueblo.
Los brasileños no esperaron que la Copa Confederaciones llegara a su final, ni convinieron en marchar después de un mes que se anunciarán los aumentos de tarifas de servicios públicos. Estuvieron a la intemperie cuando era factible hacer retroceder medidas que creyeron injustas o arbitrarias, en definitiva, cuando su dignidad fue pisoteada por quienes no son sino empleados a quien el pueblo les paga un salario.
Acá las cosas son diferentes. La ofuscación vive en un twitter. Cristina Kirchner tuitea, la gente también. Otras serán las diferencias.
Desde un atril, Julio De Vido grita con impunidad impertérrita: “Vamos a seguir contratando artistas”. Lo hace tras conocerse el fraude y la manipulación detrás de ciertos contratos y contenidos audiovisuales. Su frase debe leerse sin eufemismos: “vamos a seguir robando”.
Cristina fue más allá: si no les gusta “lara, lara, lara“. Y la indignación colectiva se deshace en el espacio de una red social… Después a dormir y la vida sigue igual hasta que bajan una estatua, se la roban a la vista de todos como se han robado a la Argentina y lara, lara, lara…
Ese “lara, lara, lara” se traduce mas fácil de lo que parece: ‘de lo que digan y piensen, no me importa un ápice’Tal vez la Presidente sepa ya que la demanda social no atraviesa la virtualidad. O en última instancia se limita a un par de horas agitando cacerolas en algunos puntos neurálgicos de la ciudad.
Pero somos miles, millones, se me dirá. En ese caso habrá que creer que Octubre marcará realmente un final. Ahora bien, asegurarlo es otro cantar.
“Mas no era la felicidad, era tan solo una tregua”  Mario Benedetti

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