lunes, 4 de julio de 2011

CON LA RADARIZACIÓN COMO TELÓN DE FONDO

Garré, Zannini y Verbitsky quieren reemplazar a Puricelli por un miembro de La Cámpora

El optimismo electoral del kirchnerismo incentiva la lucha interna por la recomposición del gabinete nacional, que eventualmente empezaría inmediatamente después del 23 de octubre, si CFK gana en primera vuelta, o del 20 de noviembre, en caso de que se imponga en segunda. Carlos Zannini, Horacio Verbitsky y Nilda Garré están cerrando filas en torno a un objetivo común: reemplazar al Ministro de Defensa Arturo Puricelli por otro que les responda. Ex gobernador y veterano dirigente del PJ santacruceño, Puricelli optó desde que asumió por el perfil bajo y se respaldó en Aníbal Fernández, aunque no pudo evitar que Garré continuara siendo la ministra de Defensa paralela, a través de su operador castrense, el Subjefe del Estado Mayor y Director de Inteligencia del Ejército, General César Milani. Éste hace y deshace en la institución, donde el actual Jefe de Estado Mayor, General Luis Alberto Pozzi, hace las veces de testaferro. Los planes de Garré-Zannini-Verbitsky son simples: continuar minando la autoridad de Puricelli mientras van seleccionado alguna de las estrellas de La Cámpora para que a fin de año asuma en Defensa. Uno de los que figuran en la lista es el diputado Juan Cabandié. Su designación como Ministro de Defensa tendría el valor simbólico que tanto le agrada al kirchnerismo, porque se trata de un hijo de desaparecidos. Lo acompañaría en la Jefatura del Estado Mayor del Ejército el propio Milani, un ex represor converso al selecto club de los negocios K.
Escudo Norte, un poco más de publicidad.
Detrás de la batalla por el control político de esta cartera, está la otra explicación. Defensa tiene pendiente, desde quince años atrás, la concreción de uno de los negocios más importantes y a la vez de mayor significación estratégica para la Argentina: la radarización del espacio aéreo. La Casa Rosada está siendo presionada en forma creciente tanto por el Departamento de Estado como por el GAFI y otros organismos internacionales. El argumento común a todos ellos es que los cielos sin control alguno de la Argentina convierten al país en el paraíso del narcotráfico regional, con cientos de vuelos clandestinos diarios, en algunos casos a pistas que están a escasos kilómetros de la Capital. El caso es que CFK tendría en vista manipular la radarización como una prenda de negociación con los EE.UU., naturalmente después de las elecciones, cuando ya no esté obligada a intentar captar votos denostando a los perversos imperios de la OTAN. Garré, Zannini y Verbitsky respaldarían entonces la instalación masiva de radares portátiles RASIT repotenciados por INVAP y que están en fase de testeo. El RASIT es un pequeño radar portátil de efecto Doppler para vigilancia terrestre, utilizado desde los años ochenta para detectar blancos móviles terrestres y aéreos de baja altura, a los que además discrimina y clasifica por su velocidad radial y su sonido característico. Pero las limitaciones de este tipo de radares de producción nacional son múltiples: sólo pueden detectar blancos terrestres (hasta 30 km. en condiciones ideales), y con grandes limitaciones, ya que entre el aparato y el blanco no puede haber ningún objeto, porque impediría la detección. En otras palabras, para detectar vuelos clandestinos en el medio del monte, serían prácticamente inútiles.
Basándose en este equipamiento a todas luces insuficiente, el Gobierno desplegaría con bombos y platillos el “Escudo Norte” y le anunciaría al mundo que la radarización del control del espacio aéreo nacional está en plena ejecución.
Esta escenografía se completaría con otro anuncio, el de la utilización, para tareas de control y observación, de aviones no tripulados de fabricación nacional, similares a los que emplea Brasil. Pero fuentes de los institutos que desarrollan esta tecnología  comentaron que el avión no tripulado argentino se encuentra en plena etapa experimental, en un proceso que, por los condicionamientos técnicos que sufre, en realidad va para largo.

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