viernes, 15 de julio de 2011

LOS INTELECTUALES Y LOS ARTISTAS

Los intelectuales, la última esperanza de cualquier sociedad que quiera iniciar su rearme moral, ofrecen, salvo contadas excepciones, un espectáculo grotesco caracterizado por su arrogancia militante, como los nucleados en el rejunte denominado Carta Abierta.
Feroces propagandistas del (¿pensamiento?) K.
Como tales se encuentran empeñados en la defensa de la identidad cultural creada por el kirchnerismo.
Esto se entiende menos como un aporte a la identidad cultural nacional y más como una muestra de genuflexión propagandística del régimen al que sirven.
El Sr. Foster por ejemplo, ya ha salido a hablar de derechas con relación al triunfo de Macri, como pretendiendo anatematizarlo ideológicamente.
Siempre es el mismo discurso.
Se trata imputar el criterio considerado reaccionario, como una deformación política.
No se les puede condenar su compromiso como propagandistas del régimen, pero sí que subordinen la verdad al compromiso partidario.
Otro caso que se nos ha mostrado a propósito del triunfo macrista en Capital Federal, han sido los exabruptos de Fito Páez.
Este engolado juglar ha salido a menoscabar a los electores porteños, vaya a saberse con qué autoridad.
Está bien que no se le puede pedir a este tipo de individuos, algún compromiso con la coherencia y la responsabilidad en cuestiones políticas.
Intelectuales y artistas pueden ser geniales en lo suyo y unos idiotas en política.
Y este señor por otra parte no ha comprendido seguramente que quizás el voto de los porteños se deba menos a la regular gestión de Macri, que al hartazgo de la sociedad argentina con actitudes como la suya, de permanente enfrentamiento y descalificación del que no piensa como los adláteres del kirchnerismo.
Hay dos concepciones con relación a los intelectuales, artistas, periodistas, sabios, etc.: se los señala como defensores de la justicia, de la verdad; y por otro lado una visión opuesta que los considera como serviles ante ciertos regímenes políticos.
Como que también existen dos potencias: las del bien y la igualdad como serian las izquierdas, y la otras potencias del mal encarnadas en las derechas y el liberalismo.
Nuestros “progres” dentro de los que se encuentran los ejemplos referidos más arriba, acostumbran a hacer una casi “santurrona”separación entre estas dos concepciones.
Lo más extraño del fenómeno de los “progres” nuestros, es que justifican la mentira y el despotismo del kirchnerismo, propagando la utopía de un destino patrio de bonanzas sin fin.
Resulta evidente en estos personajes como otros amarrados a la tendencia del régimen, una visión fanática o demasiado ingenua sobre las bondades de los Kirchner.
No nos vamos a creer que la intervención de intelectuales y artistas afines al kirchnerismo es “ad honoren” y que nada de presiones o intereses hay en su fanatismo.
Mucho de arribismo, de oportunismo y esnobismo encontraremos en sus actitudes si escarbamos a profundidad.
Hipocresías, las mismas que mueven a los demás mortales.
Decía Jean Françoise Revel que el intelectual no ostenta ninguna preeminencia en la lucidez. Lo que lo distingue no es la seguridad de su posición, sino la amplitud de los recursos conceptuales, lógicos y verbales que despliega al servicio, y agregamos nosotros: de una causa para justificarla como justifican la tentación totalitaria del kirchnerismo.

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