miércoles, 24 de agosto de 2011

DE FRACASO EN FRACASO

Por más alharaca que hayan hecho los medios y el oficialismo con el famoso 50% supuestamente obtenido por el FPV el 14 de agosto último quedó en evidencia el absoluto fracaso de la ley de “democratización de la representación política, la equidad etc.” en cuanto a sus presuntos objetivos repetidamente declamados por los voceros kirchneristas.
Como ya se dijo hasta el cansancio desde esta columna la ley 26.571 fue una vulgar engañifa y una estrafalaria improvisación jurídica desde su concepción pero por la razón que fuera a nadie le importó mucho que Néstor Kirchner manipulara con premeditación y alevosía la legislación electoral sin escrúpulo alguno con tal de mantener a muchos de sus díscolos conmilitones dentro del redil partidario y de paso sembrar de los más rebuscados obstáculos el carril de los opositores que osaran intentar privarlo del poder.
La presunta finalidad de democratizar el funcionamiento de los partidos políticos que según sus mentores y defensores tenía la norma suena hoy a una burla de baja estofa a la luz de lo sucedido en cada una de las agrupaciones participantes, muy especialmente en la nave insignia del oficialismo en la cual el dedo de la viuda “democratizó” la selección de candidatos de su lista de tal suerte que ni afiliados ni dirigentes del partido tuvieron arte ni parte en la confección de las grillas.
Todo eso es tan propio de la naturaleza del “estilo”kirchnerista como lo es la aceptación social de un fraude tan evidente nada sorpresivo en una sociedad acostumbrada a considerar con admiración transgresiones que serían severamente condenadas en cualquier país civilizado.
Este aquelarre magnificado con la entusiasta colaboración de los medios que proclamaron ganadora a la señora H2cero de una competencia interna donde ella era la única participante y no había otro resultado posible más los avatares disparatados de un trámite electoral plagado de improvisaciones y contramarchas (como la de la listas colectoras sepultadas por Landau y luego exhumadas por la necesidad oficial) y coronado finalmente con la bochornosa comprobación de las adulteraciones, hurto de boletas, volcado de padrones (algo obvio en un proceso en que sólo el oficialismo tenía la posibilidad de fiscalizar las 86.000 mesas) certifican el absoluto fracaso de la tan meneada reforma para corregir las desviaciones del sistema político.
Las reiteradas referencias de los más conspicuos políticos opositores, analistas y sociólogos, acerca de que finalmente las PASO se convirtieron en una gran encuesta hicieron su generoso aporte a la confusión general porque borronearon ante la opinión pública una verdad incontrastable: la deforme criatura jurídica parida por el finado ex presidente resultó en un tan costoso como rotundo fracaso y un inocultable mamarracho de cabo a rabo que sólo fue útil para certificar la decadencia de una sociedad en franco retroceso hacia formas primitivas de organización política como lo demuestra la larga fila de temerosos empresarios haciendo cola mediáticamente para el besamanos real que les espera irreverente el 10 de diciembre. Sólo faltó que la esclarecida palabra de Randazzo vaticinara eufóricamente que las primarias abiertas simultáneas y obligatorias están condenadas al éxito.

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