jueves, 11 de agosto de 2011

¿Es la viuda un piloto de tormentas?

En La Nacióndel miércoles 10 Joaquín Morales Solá aborda la grave situación mundial expresando que “ni el Gobierno ni sus opositores parecen registrar que el mundo está entrando en un período de profunda crisis financiera, económica y política. La calificación de la deuda de los Estados Unidos ha sido rebajada por primera vez en setenta años. No hay ajuste que valga para frenar la crisis casi existencial de la eurozona. Un torbellino de violencia y sangre se pasea por Europa desde Londres hasta Madrid, después de haber pasado por Atenas, Lisboa y Roma. Nadie sabe dónde y cuándo estallará el próximo incendio social.”
“Sea quien sea el próximo presidente argentino -agrega- seguramente deberá vérselas con un mundo menos amable que el de los últimos años. Un nuevo y dramático círculo de recesión económica parece acosar el destino próximo del mundo. China está nerviosa. Europa se cierra sobre sí misma. Brasil toma recaudos parecidos. Esos son los tres destinos principales de las exportaciones argentinas.”
Como es obvio no se puede sino estar de acuerdo con esta concisa descripción del estado de las cosas y su proyección hacia el futuro, sin embargo es forzoso disentir con la reflexión que desgrana en el párrafo siguiente en el que pronostica que “la perspectiva de la crisis podría crear una sociedad conservadora, decidida más a mantener el Gobierno que tiene que a cambiarlo” porque si se cumpliera este vaticinio la Argentina estaría en el horno.
En efecto, lo peor que le podría pasar al país es que se vote a la viuda por miedo al descalabro y luego la sociedad tenga que enfrentar los coletazos de una tormentosa crisis mundial bajo la conducción de una persona de probada ineptitud, refractaria a reconocer la realidad, al borde del autismo e ignorante de los más elementales principios de economía política, para colmo rodeada de un hato de mediocres obsecuentes cuya mayor habilidad consiste en inventar picardías para trampear a los opositores, proferir frases supuestamente ingeniosas para menoscabar a los críticos y llenarse los bolsillos a costa del erario.
Porque como diría Doña Rosa, hoy con eso no se va al mercado. Es la hora de pilotos de tormenta y marineros experimentados que conozcan a fondo las fortalezas y debilidades de la nave, sepan mantener la disciplina y capear las olas, y tengan fuerza para mantener el timón en la dirección correcta y llevar el barco a buen puerto. Y si alguien piensa que Cristina Fernández de Kirchner, el ministro guitarrero, y su runfla de paniaguados alcornoques son esas personas es porque está mirando otro canal.
Ante el previsible terremoto más les vale a los argentinos dejarse de tilinguerías y pavadas “para todos” y ponerse a pensar que esta vez la cosa viene en serio y se necesitan dirigentes que cuenten con equipos idóneos, el predicamento y los atributos necesarios para tomar las medidas que resulten apropiadas para minimizar el impacto social que la contracción económica mundial tendrá en la Argentina.
Confiar en una persona que se encierra en su torre de marfil y desde allí imparte sus ridículas teorías económicas como lo hace la señora H2cero es la mejor manera para que los argentinos recuerden durante mucho tiempo a Winston Churchill, porque lo único que pueden esperar de la mentalidad obnubilada de una presidente amateur e inestable es sangre, sudor y lágrimas, dado que ante este furioso huracán es inevitable que se ponga el país de sombrero como alguna vez dijo Duhalde.

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