viernes, 5 de agosto de 2011

Los cuestionamientos a Zaffaroni

. Un juez tiene entre sus manos una de las funciones más delicadas; más aun un integrante del más alto Tribunal de la Nación último resorte garantizador de las libertades y derechos individuales de la ciudadanía.
2. Versación jurídica, independencia de criterio, firmeza de carácter, prudencia en el obrar, decoro en su vida personal y por sobre todo una gran dignidad, resultan ser atributos de observancia inexcusable en todo magistrado, cualquiera sea el grado e instancia en que ejerza la jurisdicción.
3. En este caso el cuestionamiento dirigido al doctor Zaffaroni ninguna vinculación guarda con al desarrollo habitual de su específica actividad jurisdiccional, afirmación éstas que aun por su obviedad no puede soslayarse.
4. Más bien ese mismo cuestionamiento se relaciona con la administración de sus propios activos inmobiliarios; y de acuerdo a las modulaciones específicas del caso y las explicaciones que públicamente brindó el doctor Zaffaroni en ciertos sectores de los medios de comunicación surgen ciertos interrogantes a dilucidar:
a) ¿Por qué razón el señor Montivero, apoderado del doctor Zaffaroni para la administración de tales activos inmobiliarios, tendría -eventualmente- registrado como su propio domicilio particular justamente el domicilio de propiedad y donde habita el propio doctor Zaffaroni?
b) Este solo dato -de confirmarse- hablaría a las claras acerca de una probable estrecha vinculación entre el doctor Zaffaroni y su apoderado, lo cual -a su vez- disuade, o por lo menos tornaría dificultoso concebir que aquél no haya tenido noticia alguna -a lo largo del tiempo- acerca de quienes ocupaban tales unidades habitacionales.
c) Máxime considerando el hecho que los episodios del caso remitirían a quejas y denuncias que habrían sido efectuadas durante el transcurso del año 2009.
d) ¿Acaso nunca el apoderado le rindió cuentas en forma periódica al poderdante? ¿Nunca lo puso al tanto del detalle de los inquilinos? ¿Nunca le otorgó recibos de pago por los alquileres devengados?
5. No se hubo observado que el señor Montivero hubiese emitido un comunicado de prensa por el cual explicara por qué razón tiene registrado su domicilio personal en la misma finca que habita el doctor Zaffaroni; además podría haber exhibido los respectivos contratos de alquiler y los demás instrumentos sobre cuya base se hubo formalizado el vínculo con la inmobiliaria interviniente; flaco favor le está haciendo el apoderado a su poderdante al no brindar -espontánea y rápidamente- las explicaciones del caso.
6. Menos fue el favor le hizo el señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación -Dr. Ricardo Lorenzetti- a su colega -Dr. Zaffaroni- al haberse arrogado no tan solo la representación de todo el Alto Tribunal sino al haberse erigido en vocero e interlocutor de éste último al respaldar públicamente a su colega.
7. Es ésta otra muestra más que cabal acerca de que lo peor que tiene el Poder Judicial de la Nación es precisamente su propia corporación judicial.
8. La actitud corporativa asumida en conferencia de prensa por el doctor Lorenzetti (por cierto de más que indisimulable corte corporativista) destila una insoportable pestilencia, por cuanto cada juez debe responder, por si mismo, e individualmente por su propio desempeño y conducta; no necesita de ningún interlocutor ni vocero, y menos de un respaldo de neto corte corporativista, como lamentablemente se aprecia en esta emergencia.
9. A no dudarlo, el doctor Zaffaroni, se encuentra en perfectas condiciones de asumir -por sí mismo- sus propias explicaciones, sin necesidad de que otros colegas adopten posturas abogadiles al respecto; sumado en la especie la envergadura intelectual del magistrado de que se trata, su incontrovertible versación jurídica, hace más inexplicable aun la actitud corporativista asumida por el doctor Lorenzetti avalada en este caso por todos sus otros colegas del Alto Tribunal.
10. Y dentro de ese contexto resultaría auspicioso esclarecer -como insistiera públicamente la doctora Carrió- si es o no cierto que el doctor Zaffaroni hubo brindado asesoramiento técnico-jurídico a sectores del Poder Ejecutivo Nacional; asimismo bien vale recordar que al momento de sostener su nominación para el cargo de Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el doctor Zaffaroni se habría visto obligado a regularizar ciertas cuestiones referidas a aspectos previsionales ante la autoridad administrativa competente, situación que de haber recaído respecto de cualquier otro postulante a ocupar un cargo en la magistratura, probablemente, hubiere derivado en el rechazo por parte del Senado de la Nación del pliego respectivo. Hete aquí una probable responsabilidad política en cabeza de los señores legisladores integrantes de la Comisión de Acuerdos del Senado de la Nación que -a su turno- dieron luz verde al pliego del doctor Zaffaroni.
10. A no dudarlo. El Poder Judicial es una de las joyas más deslumbrantes de la corona del Estado, y como tal, el íntimo deseo que anida a muchos que aspiran a gobernar es preservar su independencia, de todos los demás (menos de sí mismos, naturalmente).
11. “La verdad sólo puede existir bajo la figura de un sistema (“Obras Completas”. T. II, pág. 27. Ed. Taurus, Madrid, 2.005 de José Ortega y Gasset).” Por ello, y en línea con ese axioma, cuando se busca la verdad apoyada en un estricto rigor científico, el tratamiento fragmentado y asistémico de un tópico -o problema- conducirá-inexorablemente- a la aporía”. Y bajo esta premisa corresponderá evaluar las modulaciones específicas del caso bajo comentario.
12. “La primera de las fuerzas que mueven al mundo es la mentira” (Jean François Revel, “El conocimiento inútil”, diario Le Monde). ¿Y doctor Zaffaroni?; ¿su caso se encuadra en una mentira urdida desde usinas interesadas, o en su defecto, se ajusta a un estricto rigor de verdad?
13. ¿Doctor Zaffaroni reviste -o no- sustento el cuestionamiento que públicamente se le ha endilgado?; ¿Doctor Lorenzetti, era necesario la asunción de una actitud claramente corporativa sobre este particular? ¿Necesita -acaso- el doctor Zaffaroni de interlocutores abogadiles que respondan por tal cuestionamiento público?

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