domingo, 11 de septiembre de 2011

Caso Candela: igual que con Pepita la Pistolera

Caso Candela: igual que con Pepita la Pistolera

A más de una semana de descubierto el asesinato de Candela Rodríguez, podemos afirmar que no se avanzó nada en la investigación del sangriento crimen y que los imputados hasta ahora son unos “perejiles”implicados por el jefe de la policía bonaerense, comisario Juan Carlos Paggi, y su segundo, Hugo Matzkin. Éste responde desde largo tiempo atrás al ex ministro de seguridad bonaerense León Arslanián y es un especialista en “operaciones especiales” y escuchas telefónicas. De acuerdo a fuentes policiales, en el caso Candela se habría montado una operación semejante a la que tuvo lugar luego del asesinato en Pinamar del fotógrafo José Luis Cabezas. En esa oportunidad, el jefe y el subjefe de la bonaerense, comisarios Adolfo Vitelli y Francisco Lugos, inventaron como culpables del horrendo crimen a Margarita di Tulio, alias “Pepita la pistolera”. Ésta fue detenida junto a su pareja, Pedro Villegas, y a otros tres hombres. El grupo fue acusado de matar a Cabezas, causa de la cual fue sobreseída meses después, porque no se encontraron pruebas en su contra.
La maniobra fue posible gracias a un testigo de identidad reservada presentado por la bonaerense, Carlos Redruello, quien señaló a Pepita y sus amigos del puerto de Mar del Plata con pruebas falsas.
Una metodología repetida
Cuando se encontró el cuerpo calcinado de Cabezas en una cava de General Madariaga, los investigadores policiales le habrían pegado un segundo tiro de una pistola “perro”, que luego apareció por sorpresa en casa de Pepita. Con respecto a la primera bala, nunca se ubicó la pistola que la disparó, aunque se supone que se la quedó el ex policía Gustavo Prellezo, que a la postre resultó condenado por el homicidio.
Pues bien, después de que se encontró a Candela asfixiada por sus secuestradores, pasaron tres días de inacción policial. Hasta que un testigo de identidad reservada llamado Pedro declaró imputando al carpintero Ramón Altamirano y a Gladys Cabrera, la dueña de la casa de la calle Kiernan donde supuestamente habrían tenido secuestrada a Candela, señalando además como autor material a Hugo Bermúdez Rodríguez.
El juez de Garantías de Morón, Alfredo Meade, ordenó la detención de los tres y también, Gustavo Valenzuela, Alfredo Monteros y Alfredo Monteros (h), sospechados por el delito de “encubrimiento agravado”.
A todas estas pistas falsas se le agrega una obvia plantación de ADN de la nena, con un análisis posterior realizado en tiempo record. En este punto se abren los interrogantes. El armado de esta farsa, ¿se debe a que Paggi y Matzkin no pueden descubrir a los homicidas o bien a que quieren distraer la atención de los verdaderos culpables, que estarían vinculados a la misma policía? O tal vez -tercera hipótesis-, el crimen está vinculado a la trama política del Frente para la Victoria de San Martín. Según nuestras fuentes, Candela habría sido empujada hace unos meses por su madre a la prostitución y además habría tenido un noviecito de 20 años, cuya identidad sus compañeritas no quieren revelar. Estos indicios abonarían la hipótesis de que bien pudo ser entregada a una banda de pedófilos con estructura suficiente como para secuestrar, asesinar y desprenderse del cuerpo. También sería probable que estos delincuentes estén vinculados al narcotráfico, ya que varios familiares de Candela serían “transas” de drogas. Hasta se comenta que la madre de aquélla cobraría un plan Cooperativas Argentina Trabaja. Habrá que esperar ahora que se caigan las acusaciones contra el grupo de perejiles detenidos y convalidados por el juez Meade, quien figura como desparecido en el Nunca Más y sus capítulos agregados.

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