lunes, 12 de septiembre de 2011

EL VOTO SUICIDA

EL VOTO SUICIDA
Perder la propia individualidad y convertirse en un mero engranaje de una máquina, está por debajo de la dignidad humana.”
Mahatma Gandhi
“El respeto a sí mismo es el instrumento más noble y el sentimiento más elevado que pueda caber en el ánimo humano”.
Samuel Smiles

Alguien formuló, alguna vez, con razón o sin ella, una lapidaria frase: “las víctimas suelen votar a sus verdugos”. Si nos limitamos al análisis, en profundidad, del tema que deriva de esta frase, puede resultar a simple vista discriminatorio, porque es muy difícil, traducir con un razonamiento objetivo, la actitud de un votante cuando no vota lo que uno desea. De inmediato, surge a viva voz una calificación grosera, impensada, que califica de ignorante, bastardo e inútil a todo aquel que vota en contra de nuestros principios. Lo asumo, porque es real. A todos nos ha pasado. Sin embargo, una vez calmadas las aguas, viene el tiempo de la reflexión, donde la complejidad aparece cuando la búsqueda de un votante oficial para preguntarle las razones de su voto puede significar tanto o más que buscar una aguja en un pajar.
Precisamente, quien suscribe, el día después de las primarias del 14 de agosto, publicó el siguiente texto: “Agradezco a los votantes de Cristina, que me den tres razones del porqué de su voto a la presidente”.
Por razones que desconozco, pese a que el mensaje fue publicado “a todos” los que frecuentan Facebook, no recibí una sola respuesta. De lo que deduje que estamos frente a otro “voto vergüenza” como en épocas de la reelección de Menem, o bien, los que votaron masivamente a la jefa de estado, no tienen mucho para explicar. La votaron y... ¡listo!
¿Razones? No tengo otra posibilidad que entrar en el terreno de las subjetividades al carecer de fuentes de información: más o menos como hace el INDEC, cada vez que debe publicar la inflación mensual o los datos de la pobreza y de la desocupación.
Los verdaderos porqués del voto a Cristina, debemos medirlos según los parámetros de nuestra vida cotidiana, la que leemos en los diarios o vemos por la TV, pero también la que padecemos cada vez que accedemos al supermercado o cuando nos enteramos que un amigo o familiar fue asaltado al llegar a su casa o dentro de ella.
¿Por qué puede una persona votar a Cristina?
Éstas son las respuestas más coherentes.
1) Trabaja para el estado y gana bien,
2) Consiguió un plan de Jefe de Familia y los $180 por hijo,
3) Es militante kirchnerista,
4) Proviene de familia peronista tradicional,
5) Eligió el mal menor porque la oposición es un desastre,
6) Es puntero político,
7) Le regalaron un plasma y una computadora o bien se los pudo comprar con el último aumento,
8) Se pudo comprar el auto o la moto en comodísimas cuotas,
9) Forma parte de las 2 millones 500 mil personas que se dedican, directa o indirectamente, al delito, en el conurbano bonaerense.
Supongo que debe haber más razones puntuales del voto cristinista, pero cualquiera de estas suenan como las más atinadas.
Sin embargo, para poder lograr un resultado que tenga visos de realidad, tuve que descartar otras razones negativas que se contradicen con el rumbo del gobierno.
La pregunta, en este caso, es:
¿Puede una persona haber votado a Cristina por estas razones?:
1) Instaurar las bases de un sistema democrático y republicano,
2) Por la permanente lucha del gobierno para erradicar la droga y vencer al narcotráfico,
3) Por las medidas tomadas para proteger a los ciudadanos de la inseguridad,
4) Para defender la libertad de prensa,
5) Por la lucha personal que lleva la presidente contra la corrupción en su propio gobierno, emulando a Dilma Rousseff, la presidente del Brasil,
6) Por darle una vida digna a los jubilados y pensionados argentinos para que no tengan necesidad de recurrir a demandas contra el estado y puedan vivir decentemente con el haber mínimo,
7) Porque la Justicia sea absolutamente independiente sin presiones de ninguna índole,
8) Por la lucha contra la inflación que carcome los haberes de los asalariados argentinos,
9) Por la decisión de que los organismos del estado como el INDEC sirvan para reflejar la verdadera situación de la economía de nuestro país,
10) Por no gobernar firmando decretos a cada rato, etcétera.
Todos los seres humanos tenemos un cierto patrón de vida, o algún modo de vida, bueno o malo (según quien lo juzgue), con estos nacen ciertos principios con los que nos regimos, y que a lo largo de la vida van cambiando. Cuando, por algunas circunstancias, perdemos estos “valores” por imposición de valores ajenos, donde no se está de acuerdo y algún motivo nos lleva por esos senderos, es ahí donde perdemos nuestra dignidad.
Por eso, concluyo afirmando, que el voto a Cristina no es un problema de ignorancia, ni de incapacidad, ni de estupidez humana, el problema del voto masivo a Cristina tiene que ver con la DIGNIDAD.
La dignidad es algo inherente a la persona a sus principios, es lo que hace a la identidad; algunos hablan de moral, no sé si pasa solo por la moral, considero que es todavía más amplio. La moral es una construcción social.
En absoluto, la dignidad de cada ser humano es el mayor tesoro que se tiene o se pierde de acuerdo con los principios morales de cada uno, por lo tanto ni la pobreza ni cualquier otra razón es la causa de su pérdida.
Se dice, y es cierto, que el trabajo dignifica al ser humano, pues, en la Argentina de nuestros días, no se está educando a la masa popular para que consideren al trabajo como algo digno. Esta carencia de dignidad procede del hogar de donde nos formamos y son moldes psicológicos repetibles de generación en generación en una familia. Estoy seguro que en millones de hogares argentinos, no se tratan estos temas.
La historia de toda Latinoamérica se ha caracterizado por la pérdida de la dignidad. Los diversos gobiernos, muchos autoritarios, las políticas de exclusión y pobreza, los gobiernos corruptos, son cuestiones que hunden al ser humano cada vez más en el fango, ese lugar donde sólo se puede salir manchado para siempre.
Tal vez las generaciones más jóvenes crean que lo que sucede es algo “natural” pero no es así, a través de las instituciones esa pérdida de la dignidad se ha ido naturalizando.
Hay un dicho muy antiguo que dice: “lo último que se pierde es la dignidad...”, pero si hemos nacido en condiciones infrahumanas y la historia familiar es idéntica, ¿cómo podríamos saber qué es digno y qué no lo es? ¿Podríamos distinguir o tal vez imaginarnos algo mejor?
Es difícil y doloroso indagar en estas cuestiones, pero la mejor manera de salir adelante es no seguir renunciando a lo que nos corresponde, a pesar de todo no permitir que nos quiebren el espíritu o nos quiten la humanidad. PORQUE SER DIGNO ES INHERENTE AL SER HUMANO. ES DIGNO TENER TRABAJO, TENER PARA PONER EL PAN EN LA MESA, POSEER UN TECHO Y UN LUGAR DONDE COBIJARNOS, EDUCARNOS Y EDUCAR A NUESTROS HIJOS, PODER ACCEDER A UN BUEN SISTEMA DE SALUD, PODER DISFRUTAR DE LOS MUCHOS BIENES CULTURALES.
Tantas cosas nos dignifican y tenemos derecho al justo reclamo, a la lucha por ello, a la lucha por los que no tienen nada y son constantemente ninguneados e ignorados por quienes tienen el poder, un poder que se nutre de muchos “nadas” para poder darle a unos pocos “todo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario