sábado, 8 de octubre de 2011

Factótum de Mariotto y el gobierno nacional critica a los medios que “intoxican” con malas noticias

Factótum de Mariotto y el gobierno nacional critica a los medios que “intoxican” con malas noticias
Respondiendo a una orden evangelizadora de Mariotto, los apóstoles periodísticos del gobierno nacional recorren la geografía argentina, tratando de convencernos a los periodistas que llevamos las plumas (en la cabeza, no en la mano), que hay una sola forma de hacer periodismo, el militante y que hay una sola manera de entender la “noticia”, la que esconde o ignora la miseria, el costo de vida, la inflación, la corrupción, la mentira, los negociados, el narcotráfico y la inseguridad. Si Ud. se aproxima a ese modelo de verdad, está con ellos; si es libre, es enemigo.
El maniqueísmo del gobierno nacional no es nuevo ni lo vamos a descubrir ahora. En él conviven el malo y el bueno, el santo y el diablo, la verdad casi absoluta y la mentira rayana. Tampoco vamos a descubrir la característica propia que tiene la política de comunicación de la presidencia, cuyo mayor exponente, candidato impuesto a Scioli como compañero de fórmula, es un férreo defensor del periodismo militante y cuyo concepto de la noticia se basa, fundamentalmente, en la teoría del vaso medio lleno.
Lo que es novedoso dentro de la costosa (para los argentinos) política comunicacional que desarrolla el gobierno central, es una suerte de evangelización periodística nacional, que ha dispuesto Gabriel Mariotto, sacando a sus apóstoles a recorrer los infinitos rincones del país, usufructuando interesantes viáticos y abultados cachets, para llevar la palabra del señor (funcionario) a las masas de periodistas ignorantes, que generalmente vivimos en el interior y que como a todos nos pasa, no sabemos distinguir lo bueno de lo malo, o lo que es peor, no sabemos reconocer todo lo bueno que hace el kirchnerismo y transmitimos todo lo malo, lo tóxico, lo despreciable y en consecuencia, negativo para la estabilidad política del país.
Martín García por Télam, Orlando Barone por la televisión del gobierno y Víctor Hugo Morales desde la radio, son algunos de esos apóstoles que están llegando alternativamente a estos lugares, pontificando el “nuevo periodismo” o el “periodismo limpio” o la refinada concepción de la “verdad periodística”, ostentando ser los exégetas del modelo comunicacional del kirchnerismo y pretendiendo impartir escuela desde el sesgo de la mirada goebeliana sobre los asuntos de la realidad argentina.
Basta repasar la actitud de Barone que recientemente visitó Río Gallegos, ante algunas preguntas de colegas que compartían el auditorio, al que, debo reconocer, no asistí a pesar de las invitaciones que tan cordialmente nos cursaron. Según pude escuchar, el controvertido periodista, ex empelado de Clarín, pecó de soberbia y produjo un desacato a la humildad, levantando la voz y afirmando implicaciones hacia aquellos que osaron cuestionar mínimamente sus puntos de vista. Como no podía ser de otra manera el objetivo terminó siendo el mismo: imponer una sola verdad, denostar a La Nación y Clarín e imponer el mensaje unívoco del gobierno.
Sin autocrítica y mirándose el ombligo militante, Barone olvidó su paso desapercibido por los mismos medios que hoy critica al calor de la billetera oficial, que lo catapultó de ser un gris cagatintas de dudosas competencias, siempre empleado y nunca patrón, a pontífice K, que como los demás, pulula por el país con el catálogo debajo del brazo de cómo ser un buen periodista militante, desconociendo, tal vez, que hay quienes aún estamos convencidos que podemos pensar por nosotros mismos.
Víctor Hugo, un excelente expositor de los temas sociales (y no digo periodista porque él mismo reconoce que no lo es), conductor, competente relator del fútbol y culto animador, pertenece también a la pléyade que disparó Mariotto para evangelizar sobre las técnicas del nuevo periodismo, llevando a Clarín y La Nación, enganchados en la punta de la espada, como estandarte de lo que no se debe hacer en materia de comunicación, pero ocultando los más de 300 medios que tiene el gobierno a su mano para desplegar las campañas de propaganda oficial y que amplia mensualmente.
Quien esto escribe, regularmente recibía la llamada de Víctor Hugo, quien gentilmente lo consultaba al aire, cuando algún hecho de trascendencia ocurría en Santa Cruz. Recuerdo que cuando el ex presidente Néstor Kirchner, compró los 2 millones de dólares para invertir en su hotel de El Calafate, la producción de su programa en Continental me llamó y salimos una vez más en su programa. Víctor Hugo me preguntó y yo le respondí. Después de aquella conversación, nunca más me llamó para conversar de los Kirchner y el “modelo Santa Cruz”. Hasta ese momento Víctor Hugo era el conductor que la iba de crítico; desde entonces no lo fue más. Cuando apareció en Canal 9 con su programa oficialista, me dio pena; sentí que la comunicación nacional había perdido un apoyo importante. Cuando escuché por primera vez el nombre que le había puesto, no pude menos que sonreír: “Bajada de línea”… vaya título, en Río Gallegos, tuvimos su homónimo “El ojo del amo”, pensé.
Sin embargo ninguno de ellos, tal como sucedió con los apóstoles bíblicos, podrían difundir la palabra de la señora si no se apoyaran en pilares locales, aquellos que cumplen a rajatabla el viejo apotegma “ser más papista que el Papa” y coadyuvan desde su posición dominante en alguna oficina gubernamental, para exacerbar las bondades del modelo de comunicación lavada, unilateral, propagandística, sesgada e idiotizante que promueve Mariotto y Cía.
Bocchicchio el Grande
El Secretario de Comunicación Institucional de Tierra del Fuego, Silvio Bocchicchio, preparó el terreno para el desembarco de los contenidos de Télam en esa nueva provincia y dio una excelente clase de funcionario funcional, en una clara interpretación de lo que significa el periodismo con rodilleras, llevando su discurso al pináculo de la obsecuencia oficialista.
Tal como lo transcribe el diario Provincia 23 de TDF, Bocchicchio avanzó sobre los contenidos de los medios nacionales, con el argumento de que «intoxican» y generan una situación de inseguridad que no existe, dijo. Celebró que ahora, a través de Télam, podrá conocerse (en TDF) otro tipo de información, y no sólo los escándalos de Tierra del Fuego y el resto del país. La línea editorial de los medios comerciales estaría«empobreciendo el periodismo», opinó, y sostuvo que imponen precauciones innecesarias por esta falsa inseguridad. «A mí nunca me pasó nada», dijo de sus viajes a la Capital Federal, refirió el funcionario de Fabiana Ríos.
En una particular división entre «medios comerciales» y«medios públicos», tanto nacionales como de la provincia, el secretario de Comunicación Institucional Silvio Bocchicchio colocó de un lado la «pobreza»informativa que «intoxica», y del otro la «pluralidad y la calidad». Fue en el marco de la llegada a la provincia de las autoridades de Télam, para firmar acuerdos con los medios fueguinos y habilitar el envío de contenidos de la agencia nacional estatal.
Bocchicchio comenzó, en una entrevista con Radio Provincia, derrochando elogios a «la política de federalización de las noticias que genera la agencia nacional, que tiene corresponsales en todo el país».
Destacó que «no solamente distribuye las noticias que generan los corresponsales de Télam y la redacción de Buenos Aires, sino que también recibe noticias que se generan en el interior del país, para hacer el mismo mecanismo de distribución», y consideró que esto «es importante para Tierra del Fuego porque una cosa es que haya noticias de Tierra del Fuego cuando es escándalo y desde la visión porteña, y otra cosa es noticias cotidianas de Tierra del Fuego con la visión fueguina».
«En Tierra del Fuego no necesariamente la gente es escándalo, manifestación o conflicto. La lógica de los medios comerciales es visibilizar aquellas noticias o aquellos hechos que sirven para escribir una novela, y nosotros creemos que la vida de la ciudadanía está hecha de historias cotidianas, que son más simples y más representativas, y son más interesantes de escuchar», afirmó, con un fuerte cuestionamiento a los contenidos de los medios nacionales, que sólo se harían eco de los conflictos en la provincia.
«A mí me interesa más cómo resuelve el autoabastecimiento de verduras orgánicas un pueblo de la Puna, que el paro de colectivos en Misiones», ejemplificó, y sostuvo que mientras la primera noticia seguramente no tendrá espacio, la segunda posiblemente ocupe alguna tapa.
Afortunadamente para el funcionario, está Télam con otra propuesta: «La apuesta de Télam es muy importante, interesante y lo que nos faltaba a los argentinos», afirmó, y retomó el argumento de que «no se puede tener un medio de sólo noticias malas. Me parece que el argentino no es así, no es el tipo conflictivo de un paro, con problemas, que toma rehenes».
El Secretario fue más allá y hasta planteó que los medios generan una sensación de inseguridad que no es real: «Yo viajo a Buenos Aires por trabajo bastante seguido y cada vez que voy ando con precauciones, que no existen. La visión que tenemos de Buenos Aires es de una ciudad insegura, que te roban todo, que cada cinco minutos corre riesgo tu vida, y la verdad es que nunca me pasó nada», contrapuso en una lectura enteramente individualista.
Por si resultaba poco, planteó la pobreza de los medios que tratan sólo estos contenidos, y que resultan tóxicos para los ciudadanos:«Me parece que cuando los medios enfocan sólo el lado malo de la vida, terminan intoxicando, y la gente no es así. Lo peor es que lo que se empobrece es el propio periodismo», fustigó.
Contra todo manual que se aborda en el primer cuatrimestre de la carrera, aseveró que «la definición de noticia no existe. No hay una definición de noticia. La adquiere el medio de acuerdo a sus objetivos. Una revista del PAMI definirá ‘noticia’ como todo aquello que le sirve para mejorar la calidad de vida o le complica la vida a los jubilados; la revista de rock llamará ‘noticia’ a todo aquello que tiene que ver con el mundo del rock, sus artistas y sus públicos; y en los diarios del corazón será noticia todo aquello que te hace llorar. Cada uno define noticia y orienta la línea editorial de su medio de acuerdo a esa visión», argumentó.
Recordemos que Bocchicchio, es el Secretario de Comunicación Institucional del gobierno de Fabiana Ríos, por lo tanto debemos pensar que la gobernadora acepta y comparte absolutamente todos los principios sostenidos por este funcionario en materia de comunicación y de medios. Esto inscribe al gobierno de Tierra del Fuego como un homólogo del gobierno nacional en materia de comunicación y libertad de prensa, un hecho que de acuerdo a lo expresado por ADEPA, se ve restringido en el país y ahora, conocemos a través de las palabras del funcionario de Ríos, también sostenido como un modelo al que adhiere la hermana provincia fueguina.
¿Cómo era eso del monopolio?
Las palabras de Bocchicchio solo han sido una introducción para explicar las bondades que ofrecerá a los medios y a la población de TDF, la firma de más de 160 convenios entre Télam y medios de esta provincia, entre radio, televisión, diarios y páginas web.
El argumento oficial, es que la Agencia aportará a la democratización de la información, obviamente si por tal concepto se entiende recortar la realidad y difundir la propaganda oficial, traducida en difusión de los actos de gobierno, promoción hasta el infinito de cuanta inauguración haga la presidenta, la repetición hasta el cansancio de sus discursos o partes de ellos y por supuesto, los constantes ataques hacia Clarín y La Nación y otros medios que difunden la “prensa tóxica” que trata de erradicar el kirchnerismo y que tan bien ilustró Bocchicchio, funcionario de Fabiana Ríos.
De esta manera, el gobierno nacional demuestra (una vez más) que monta escenarios caóticos (Clarín-La Nación) y contextos populares (Ley de Medios-Télam gratis-Fútbol) para plantar sus negocios políticos. Tras la bandera de la “multiplicidad de voces”, implementa un sistema uniforme de noticias y mensajes de carácter partidario, que tiende a superar con creces el número de los medios que manejan los grandes pooles a los cuales llama erróneamente “monopolios”.
Con la cooptación de los distintos espacios radiales, televisivos y diarios (Ejemplo: Tiempo Argentino, Canal 7, Canal 9 y más de 300 medios), la extensión y control de licencias y la proliferación de estas “redes de información gratuitas”, como las de Télam, incluyendo “fútbol para todos” y una serie de inventos de este tipo, el oficialismo suplanta “un monopolio por otro” e intenta copar absolutamente todo el espacio mediático de la Argentina, con la idea de que va a aislar al periodismo libre. Error: la realidad dice que lo potencia, lo hace cada vez más selecto, más potente y más requerido.
Inversamente proporcional es la audiencia que acompaña a los medios cooptados por el poder y/o las producciones que realiza a costos incalculables para el erario público, con el fin de sostener la falacia. Ninguno de los productos periodísticos o ficcionales que ha montado el gobierno, sobrepasan el 10% del rating que tienen los de la competencia. Esto sería absolutamente inviable en un país donde se pensara en función del interés común y mucho menos en empresas privadas donde ir a pérdida (como en el Estado) precipita cualquier proyecto a la quiebra. Desde el gobierno han demostrado que eso no importa, con tal de “sostener el modelo”. Ello equivale a comprar a precio de shopping a artistas, periodistas, funcionarios y medios, los mismos que en un mercado común de oferta y demanda, estarían ofreciéndose en una mesa de saldos.

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