jueves, 27 de octubre de 2011

Reflexiones después de las elecciones

Reflexiones después de las elecciones

La correcta interpretación de las elecciones.
Las elecciones argentinas del 23.10.2011 ponen al descubierto una realidad política que requiere un análisis más profundo para develarla.
En primer término, debemos recordar que CFK obtuvo el 53% de los votos positivos, lo que significa que el 47% compone la oposición. El gran mérito del oficialismo es haber nucleado esta mayoría detrás de una fórmula, a diferencia de la oposición, que dividió sus adhesiones entre seis fórmulas presidenciales, sin contar los votos en blanco. El mérito del oficialismo se agiganta por el demérito de la oposición.
Dicho fenómeno puede explicarse diciendo que las elecciones expresan la satisfacción de la mayoría por la situación general alcanzada y desestima todas las alternativas que se le han ofrecido para cambiarla.
Sin embargo, personalmente pienso que más bien el resultado electoral refleja que no se les ha ofrecido a las mayorías decisorias ninguna alternativa más satisfactoria que la situación vigente, ni a la minoría una alternativa que unifique las razones de su diversidad.
La mayoría está unificada por sus necesidades, y las minorías divididas por sus intereses y diferentes concepciones.
La mayoría está compuesta por los sectores menos pudientes y por eso en ellos las necesidades son unificantes. La minoría, compuesta en general por los sectores pudientes, no experimentan tales necesidades, y su posición política se diversifica en diversas concepciones de la realidad, que se generan por la falta de un razonamiento unificador de sus diferentes aspiraciones.
El mensaje político que recibió la población fue muy pobre.
Hemos dicho muchas veces que el problema fundamental de la Argentina es ser un país subdesarrollado, con todas las penurias propias de esta condición.
En toda la campaña electoral de los siete partidos intervinientes, no hemos escuchado afirmar esta realidad elemental y mucho menos el propósito de superarla.
Es que las campañas electorales se diseñan sobre la base de las encuestas, es decir sobre la opinión de los sectores sociales, que como todos los pacientes conocen los síntomas que padecen pero no la enfermedad que sufren y mucho menos cómo se cura.
El oficialismo se limitó a contar la evolución de los últimos ocho años de gobierno, período en el cual se lograron avances de todo orden, muy importantes, pero a partir de una situación de partida muy crítica, que no era normal. El crecimiento además se registró también en los países vecinos, por influencia de una situación mundial muy favorable. Tampoco es exacto que se haya crecido más en este período que en ningún otro anterior, por que el de 1880/1888 lo superó holgadamente.
Pero esto último no tiene significación en la conciencia social mayoritaria, la que solo percibe la evolución de la situación social interna y actual y el gobierno al que reconoce el mérito. La mentira sistemática es un recurso adicional del oficialismo, frente a un público de bajo nivel cultural para percibirla.
Frente a esta realidad, sólo se podía convencer, si la oposición se comprometiera a multiplicar el ingreso nacional de 10.000 dólares por habitante, alcanzado en el 2011, llevándolo a 22.000 dólares, indicando como se lograría concretarlo en ocho años, sin inflación.
Este objetivo de transformación de la Argentina en un país desarrollado, es el único que puede unificar a una amplia mayoría, por encima del 60%, porque es el único que puede significar aumentos sustanciales de salarios, pleno empleo, sin trabajadores informales, jubilaciones dignas, alta calidad en todos los servicios, - transporte, seguridad, energía, salud, educación, vivienda, justicia, defensa, sin afectar el equilibrio general.
A su vez para los sectores pudientes, les garantiza posibilidades extraordinarias de desarrollo de sus actividades, sin confrontaciones sectoriales, ni contradicción alguna con los sectores menos pudientes, porque la evolución mejorara mas la suerte de estos últimos, pero no a costa de ningún otro sector, sino financiado por los mayores recursos que proveerá el crecimiento.
También este es el único programa que puede eliminar las contradicciones entre la industria y el sector agro alimentario, porque la multiplicación de los recursos, supera esa contradicción derivada de la escasez.
Asimismo es el único programa que puede eliminar la inflación, cuyo origen se halla en la insuficiencia de los ingresos que produce el sistema, lo que lleva a la creación de falsos recursos para paliar esta situación.
Por qué no se ha hecho esta propuesta.
Sencillamente porque no concuerda con la filosofía de ninguno de los partidos en vigencia.
En efecto el radicalismo, desde el programa de Avellaneda, la reforma del art 14 bis de la Constitución Nacional, la anulación de los contratos petroleros y su incorporación a las convenciones internacionales del socialismo, se ha orientado hacia una posición de centro izquierda, más proclive a la distribución que al desarrollo.
El justicialismo, disidente o no, pertenece a una corriente cuyo pensamiento central se funda en el principio de la distribución.
El socialismo por su parte y en cualquiera de sus tendencias, se funda en la lucha de clases, como el gran motor de la historia. Es una filosofía formada a la luz de la experiencia europea, donde el capitalismo había producido en cada etapa el máximo crecimiento posible, muy diferente a la realidad argentina donde nuestro país registra el mayor atraso en el crecimiento mundial.
En cuanto a Lilita Carrió, nunca ha superado su condición de un severo fiscal de la corrupción, con el error, entre otros, de no haber propiciado las reformas adecuadas del sistema de contralor o la más cuidadosa elección de los magistrados, que aseguraran la debida recepción de sus acusaciones.
Pero es necesario decir que la idea del desarrollo en la Argentina tuvo sus grandes expositores en Frondizi y Frigerio, sin que su notable aporte, nos lleve a omitir el señalamiento que se cometieron errores importantes en particular en la política monetaria, que determinaron su fracaso político. Es por eso que aquella concepción debe ser reelaborada y ajustada a la realidad del mundo actual.
Asimismo debemos decir que el liberalismo argentino, de tanta importancia en la tradición nacional, pero que no estuvo representado por ninguno de los partidos que se presentaron a las elecciones presidenciales, si bien puede aportar mucho, es necesario que modernice sus ideas en materia monetaria, así como en la participación que en el ingreso nacional deben tener los trabajadores, en la Argentina del futuro.
El desarrollo nacional es el único gran objetivo que puede aunar todas las voluntades.
El desarrollo se puede dar en la Argentina con una muy alta tasa de crecimiento por la compensación que se ha producir por su agudísimo bajo crecimiento, desde la posguerra a la fecha.
En efecto puede dar salarios mucho más altos que los proporcionados por el peronismo, sin inflación, y una mucho más alta calidad de vida, además de terminar con la desigualdad cultural madre de la desigualdad social.
Por eso puede desplazar al justicialismo y al socialismo en la creación de esta nueva etapa de la historia argentina. Puede aunar el ideal de la justicia social, con el de la democracia, la republica y el crecimiento económico.
Debe formarse una nueva fuerza política, fuera del sistema vigente, porque viene a reemplazarlo.
Para impulsar esta concepción se debe impulsar una nueva corriente de opinión, que primero deberá formar un grupo directivo responsable del programa a elaborar, convencido de la fuerza de estas ideas. Cumplida esta etapa, se puede comenzar la acción con propuestas concretas para cada jurisdicción.
En primer término la transformación argentina deberá afirmarse sobre seis ideas instrumentales básicas.
1) que el país requiere una reforma cultural, que elimine los resabios que gravitan sobre la capacidad media general y la inhabilitan para un rápido y uniforme progreso. Al mismo tiempo asegure el más alto crecimiento científico y tecnológico.
2) que la democracia es una parodia sino se asienta sobre una ciudadanía capacitada y autónoma, que hoy no existe en tanto requiere de subsidios de toda naturaleza.
3) que la justicia social verdadera se asienta sobre el pleno empleo, sin trabajo informal, y con un nivel de ingresos que le permita pagar todos los servicios necesarios para un alto estándar de vida.
4) que los grandes motores de la economía argentina, que proporcionarán los recursos necesarios se fundaran en la eficiencia del Estado para el cumplimiento de sus fines específicos, en la libre competencia de los actores de la vida económica, en la expansión del comercio exterior sin trabas de ninguna naturaleza, en la monetización de la economía, hasta alcanzar la cantidad de dinero -determinado por el M3- al nivel PBI.
5) que la verdadera democracia y su organización republicana, demandan el reconocimiento fiel de las garantías constitucionales, la vigencia de la autonomía de los tres poderes, la efectividad del contralor de legitimidad del PE y de toda la administración, la aplicación estricta de de la carrera administrativa fundada en los méritos probados a través de una estricta selección.
6) para que haya seguridad interna y externa la seguridad y la defensa nacional estarán a cargo de las fuerzas de seguridad y de defensa, cuya actuación será reglamentada, debiendo asegurar su autonomía para determinar sus ascensos, presupuesto, y cumplimiento de sus fines. Con respecto al pasado una amnistía deberá cubrir las acciones cumplidas por las fuerzas armadas y de seguridad en la lucha contra la subversión.

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