domingo, 6 de noviembre de 2011

EL DÓLAR DESNUDA LAS FALACIAS DEL MODELO

EL DÓLAR DESNUDA LAS FALACIAS DEL MODELO

Como nos sucede a los argentinos cíclicamente, nuestra preocupación actual es el dólar.

Desde hace tiempo, se advierte una demanda considerable de la divisa norteamericana. Se la vinculaba al período preelectoral.

Llamó la atención, sin embargo, que después de las primarias del 14 de agosto, cuando la suerte política ya estaba echada, la demanda siguiera su curso, la cual no se detuvo tampoco luego de que el 23 de octubre la señora de Kirchner obtuviera un amplísimo triunfo.

Frente a esa situación paradójica, ya que la confianza otorgada en las urnas se revertía en las casas de cambio, el gobierno decidió intervenir con medidas restrictivas.

Primero dictó un decreto que obliga a las mineras y petroleras a liquidar sus divisas en el país, modificando un régimen de dos décadas que se estableció cuando prácticamente no había inversiones mineras en el país, como un estímulo para que “fondearan” sus capitales con algún marco de seguridad en el suelo argentino.

Pero el viernes a la noche se conocieron resoluciones del Banco Central según las cuales cuando una persona quiera adquirir moneda extranjera se consultará “on line” a la AFIP, la que determinará si está en condiciones de hacerlo o no.

En la práctica, esto implica desdoblar el mercado cambiario. A partir de ahora, habrá varios tipos de cambio. El formal o blanco será poco usado por los particulares, que se volcarán al mercado negro para evitar los controles y los abusos del Estado.

Por cierto, como ocurre siempre con este tipo de medidas, aquello que se prohíbe o restringe genera un estímulo especial para su adquisición. En otras palabras, al perseguir a los que compran dólares sólo se consigue fomentar la compra de dólares...

La Argentina tiene una larga experiencia en la materia.
¿Por qué todos quieren comprar dólares? Porque en nuestro país, debido a la turbulenta historia económica del último medio siglo, el dólar es la unidad de reserva. Puede gustarnos o no, pero es así. Hasta los inmuebles y los autos de alta gama se cotizan en dólares. A eso hay que agregarle que el dólar es un bien que está barato para el hombre común, que no hace sesudos análisis sobre el tipo de cambio multilateral, sino que comprueba que con sus ingresos hoy puede comprar muchos más dólares que hace cuatro o cinco años, lo que es lógico ya que en ese lapso la inflación y los aumentos salariales crecieron a una tasa real de un 25%, mientras que el dólar sólo subió a un 5 o 7% anual.

En definitiva, este corralito verde nada solucionará y sólo servirá para poner en evidencia de un modo acelerado los graves desequilibrios de la economía argentina, ocultados por un boom consumista que ya se está agotando.

¿Quién decide si alguien puede comprar dólares o no?
Algún oscuro funcionario de la AFIP. Por “oscuro” no pretendo ser peyorativo hacia quien tal vez ejerce su trabajo con la mayor dedicación, sino que señalo el hecho que no tiene nombre y apellido para el que pretende adquirir los dólares. ¿O el sistema es automático? ¿Y en base a qué?

¿Con qué fundamentos se impide el ejercicio del derecho constitucional de suscribir un contrato? Claro que por una ley puede regularse -y si hay emergencia con mayor intensidad- y restringirse la compra de divisas, pero con carácter general. ¿Qué es esto de que alguien que no conocemos y sin aportar ningún motivo nos baje el pulgar y se lo suba al de al lado?

El Estado de Derecho se funda en la primacía de la ley, no en la voluntad omnímoda de los funcionarios.

Y, por otra parte, sorprende que el vicepresidente del Banco Central, Miguel Pesce, haya afirmado que quienes compran dólares hacen un mal negocio. A todos nos vino el recuerdo de aquella desdichada frase del ministro Lorenzo Sigaut, en tiempos del gobierno “de facto” de Roberto Viola: “El que apuesta al dólar, pierde”. Todos sabemos que los que perdieron fueron los que se quedaron con los pesos.
Además, si los compradores hacen malos negocios, tanto mejor para el Banco Central, que después comprará los dólares a menor precio.
Lo que se quiere soslayar con todas estas medidas policiales es que el llamado modelo ya está completamente agotado.
Para que no siga la fuga de dólares se requieren señales claras que alienten la confianza, no llevar a los inspectores con perros de policía a las casas de cambio.
Habrá que informarle, asimismo, al galán maduro Amado Boudou que la resolución de la AFIP se orienta no sólo a conocer el origen de los fondos, sino también su destino. En alguna pausa de sus módicos recitales de rock, el vicepresidente electo -que sigue siendo formalmente el ministro de Economía- debería leer, por lo menos, las normas que redacta el directorio del Banco Central.

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