viernes, 4 de noviembre de 2011

El frente antiajuste, la nueva hipótesis de conflicto del gobierno

El frente antiajuste, la nueva hipótesis de conflicto del gobierno

El recorte de subsidios en las tarifas de agua, luz y gas a bancos, seguros, aeropuertos, telefonía móvil, minería, petróleo y juegos de azar fue receptada en el mundo económico como una señal de racionalidad. Sin embargo, este primer paso enfrenta al gobierno con los peligros de mirarse al espejo. Cualquier programa de reducción razonable del gasto público debería contemplar terminar con el despilfarro de Aerolíneas Argentinas, que este año arrojará un déficit de U$S 387 millones, más del doble de lo que se ahorrará con la eliminación de subsidios anunciada. En la misma línea está el pozo sin fondo del Fútbol para Todos y el programa de construcción de viviendas Sueños Compartidos, más conocido como caso Schoklender. En las actuales circunstancias, al gobierno le resultaría extremadamente difícil obtener credibilidad con la bandera del ahorro mientras practica al mismo tiempo una descontrolada política de derroche de fondos públicos con fines injustificables.
En otro rubro se ubican, por ejemplo, los U$S 730 millones gastados en subsidios al transporte automotor de pasajeros, a los que se suman U$S 1000 millones correspondientes al gasoil a precio diferencial que beneficia a las mismas empresas. Cualquier recorte que conlleve aumentos en las tarifas de transporte sería bajo el riesgo inmediato de una escalada de presiones sindicales, cuando no de episodios de violencia social.
El tímido ingreso del cristinismo en el ciclo mundial del ajuste está condicionado entonces por múltiples factores, entre ellos la falta de ejemplaridad del gobierno y el temor al desborde social. Milagro Sala pareció captar a la perfección el cambio en la dirección del viento, porque anteayer reclamó que Tupac Amaru -su organización- tome a su cargo la administración de los 400 millones de pesos que el gobierno nacional gasta por año en el supuesto programa de viviendas sociales a cargo de las misma. Con la consigna de “los votos son de Cristina”,la piquetera lanzó así una velada advertencia acerca de posibles ajustes. En su salsa, Hugo Moyano captó como nadie que la resistencia al ajuste revivirá el poder sindical e intimó al gobierno a actualizar de inmediato el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. Gerónimo “Momo” Venegas, el jefe de las 62 organizaciones y columna vertebral del derrotado duhaldismo, acaba de reafirmar que su gremio, UATRE, no levantará su plan de lucha por el aumento del 35% del mínimo. Acorralados en causas judiciales como la de mafia de los medicamentos, éstos y otros sindicalistas redescubren que la única defensa que les queda es pasar al ataque, aprovechando que la principal arma del gobierno, la caja, tiene cada vez menos municiones.
En estas primeras señales estaría el embrión de un movimiento de resistencia al ajuste que seguramente sería mucho más peligroso para la gobernabilidad que cualquier coalición opositora, ya que el sindicalismo combativo se prepara para reaparecer en los próximos días.
En este plano, y comparando con los gobiernos de Europa y Latinoamérica, el kirchnerismo está pésimamente posicionado. A diferencia de Dilma Rousseff, Sebastián Piñera y José Mujica, CFK repitió hasta el cansancio que jamás firmaría medidas para enfriar la economía o reducir el gasto público. Pero la necesidad es hereje y en los últimos días ya avaló cuando menos dos. La nueva normativa de la AFIP, que establece encubiertamente el control de cambios, restringe el movimiento turístico e inmobiliario, y la reducción de subsidios que se inicia retraerá probablemente la actividad de las empresas afectadas. Aunque en el lenguaje oficial es probable que jamás se mencione la palabraajuste, la realidad es que el ajuste empezó.

No hagan olas
La decisión de transferir el servicio de subtes y el Premetro a la Ciudad se inscribe en el tímido reacomodamiento del cristinismo a la realidad global. Según una versión conocida ayer, el gobierno estudiaría transferirle a Macri sólo la mitad de los subsidios que reciben esos servicios y esperaría a cambio obtener de éste un aval público a la política de subsidios al transporte ejecutada hasta ahora. Esto es, que la Ciudad debería, de comprobarse esto, invertir 350 millones de los 700 que cuesta subsidiar el servicio.
A través de negociaciones reservadas, el gobierno también esperaría que Hermes Binner haga gestos públicos de aprobación a los retoques en marcha en la política económica.
Alertado por los sordos rumores sobre el surgimiento de un frente antiajuste, el gobierno pretende que el frente político siga disfrutando de la siesta que se iniciara el 23 de octubre, cuando la oposición fue aplastada en las urnas.
También en materia de lucha interna, las directivas de Olivos son evitar cualquier fricción. Anteayer, Daniel Scioli se presentó en Almirante Brown junto a su vice electo, Gabriel Mariotto, para proclamar que nunca antes la lealtad de los vices a sus jefes fue tan grande. O sea, de Mariotto a él y de Boudou a Cristina. En La Plata, hoy por hoy, los temores no pasan por el avance de los cristinistas sobre el gabinete provincial, sino porque Boudou le pregunte a Scioli cuál será su plan de ajuste provincial.

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