jueves, 30 de junio de 2011

LA QUITA DE PUNTOS PODRÍA GENERAR UNA ESCALADA DE VIOLENCIA

Julio Grondona es percibido como un mafioso por la sociedad. Su intransigencia en el caso de River y la reacción corporativa del sindicalista de árbitros Guillermo Marconi, en el sentido de sancionar a River con la pérdida de entre 9 y 30 puntos al iniciar el torneo nacional el próximo 4 de agosto, podría originar una cadena de consecuencias. El rechazo masivo de la hinchada de River podría provocar una pueblada muy superior a los disturbios del domingo pasado. ¿Qué se podía esperar de los 40.000 hinchas de River sino los incidentes que se produjeron y en algunos casos la rotura de todo lo que encontraron a su paso? Reacciones todas no justificables pero sí comprensibles en función de las pasiones que motoriza el fútbol.
El árbitro Sergio Pezzotta es un juez que responde a Grondona, aparte de ser un pésimo profesional que sólo ve penales a favor de Arsenal de Sarandí, el equipo del capo de la AFA. Este pésimo rendimiento es común en los árbitros del sindicato de Marconi. Es sabido que los jueces federales y los árbitros de fútbol son dos de los sectores más cuestionados de la sociedad. Basta con acordarse del árbitro Patricio Lousteau en el Boca-River. La obvia campaña en contra de River, motorizada por Grondona y avalada por Cristina Fernández, no deja lugar a dudas. Se trata de un operativo sumamente útil para borrar de la primera plana el caso Schoklender-Bonafini, una verdadera espada de Damocles para el Gobierno.
El mandamás del fútbol se sentía cómodo con la gestión Aguilar-Israel. Ambos se robaron todo lo que pudieron en River y Aguilar fue el precandidato que siempre agitó Alberto Fernández para enfrentarse en la Ciudad contra Mauricio Macri. También estuvo en juego el aval a Daniel Bravo, el radical K amigo de Aguilar que armó las operaciones de Pontaquarto-Olivera contra la oposición.
Passarella pateó el tablero
Fue así como la comisión directiva de River y “los borrachos del tablón”, la barra brava, se convirtieron en mano de obra desocupada para el kirchnerismo. Todo se desbarató con el triunfo de Daniel Pasarella, un conocido alfonsinista que terminó con el oficialismo kirchnerista en River Plate. No extraña, entonces, que el kirchnerato castigara al electorado riverplatense, que le dijo no a la continuidad de Aguilar-Israel. Ahora, encima, se intenta quitarle puntos a River, lo que puede originar una pueblada de peligrosas consecuencias.

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