jueves, 14 de julio de 2011

El abuso permanente como institución kirchnerista

Es evidente que una muy considerable cantidad de ciudadanos de la Argentina tiene nociones sumamente borrosas acerca de lo que significan las instituciones políticas para el funcionamiento ordenado de una sociedad.
Muchos quizás hasta piensen que son el producto de las ocurrencias de un grupo de avezados gestores de grupos de interés (“corpos” en el argot neokirchnerista) a través de las cuales colonizan el Estado para convertirlo en lo que el incisivo pensamiento de Carlos Marx definía como “un comité ejecutivo para administrar los intereses de las clases dominantes en la sociedad.”
Aunque en este sentido no les falta algo de razón, lo cierto es que las instituciones son como la estructura que sostiene el edificio social, un conjunto de reglas que permiten la convivencia civilizada en un marco de cierto orden.
Manipularlas y tergiversarlas es la mejor manera de introducir en el cuerpo social la creencia en su inutilidad y la consecuente legitimación de la voluntad autoritaria de supuestos líderes providenciales que entonces se pone por encima de las instituciones.
Para quienes creen en que el respeto a las instituciones es la única garantía de estabilidad política ante esta situación nace la imperiosa necesidad de emprender su defensa, lo que no es otra cosa que lo que Ihering llamó “la lucha por el derecho”.
En los últimos días se han levantado -con mucha morosidad por cierto- voces indignadas por el uso indiscriminado que hace la señora H2cero de la cadena nacional de radiodifusión para hacer una supuestamente disimulada propaganda de los “éxitos” de su gobierno y por ende de su diferida candidatura a presidente.
Desde ya ello no resulta preocupante desde el punto de vista de su impacto propagandístico en la audiencia ya que las mediciones privadas acusan un apagado masivo de televisores cuando su imagen de engreída maestra ciruela aparece en la pantalla y su voz impostada y su discurso para orates torturan sin piedad la mente y los tímpanos del más taura, pero sirve para ejemplificar lo anterior respecto a cómo se utiliza un recurso que es de uso excepcional, para cocinar pucheros.
El artículo 75 de la nueva ley promovida por el kirchnerismo dice que “el poder ejecutivo nacional o los poderes ejecutivos provinciales podrán, en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional o provincial, según el caso, que será obligatoria para todos los licenciatarios”.
Situaciones “graves o excepcionales” según el propio gobierno, no hay, de modo que el único ítem aplicable es la “trascendencia institucional” del lanzamiento del programa “plasma para todos”, o de su candidatura a presidente, o de la irrespetuosa apología de su marido en el marco de una Fiesta Patria.
Que este abuso coloque a la hoy viuda alegre en una situación privilegiada frente a los demás competidores es secundario, lo realmente grave es que el abuso como conducta rutinaria consentida socialmente no tenga límites, y a su vez se haya convertido por su persistencia en una verdadera institución negativa y perversa capaz de corromper hasta los cimientos todo lo que la ciencia del hombre ha construido en pos de la convivencia.
En realidad, los que atropellan instituciones que costó siglos al hombre crear y mejorar y se ufanan de ello como la viuda y sus secuaces son bárbaros incapaces de entenderlas y de entender que como decía el maestro Ortega y Gasset son puro artificio que como tales pueden desaparecer y dejar al ser humano en medio de una jungla salvaje expuesto a la ley del más fuerte.

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