miércoles, 3 de agosto de 2011

CABALLOS DE TROYA

A sus 85 años, mi padre ha realizado para el Informador Público un trabajo cuyo título es: “¿Qué hay tras la Globalización?“. El Informador Público es un diario digital independiente cuya labor periodística es comparable a la que hizo en los albores de nuestra nacionalidad “La Gazeta de Buenos Ayres”, primer periódico libre de un pueblo que dejaba de ser una colonia para erigirse en una nueva y gloriosa Nación.
Más allá de que compartan o no lo que mi padre escribió, su pensamiento se mantiene tan coherente y alerta como siempre. Gracias a Dios, su mente sigue intacta, a pesar de los avatares y difíciles vicisitudes por las que atravesó antes, durante y después de la borrachera de poder del gobierno de Juan Carlos Onganía (General de caballería), un militar de triste memoria, quien lamentablemente no hizo caso a personas intachables como mi padre, que advertían no hacer caso a los cantos de sirena provenientes de Washington y Londres. Con necedad exponencial, encabezó el gobierno de facto de la autodenominada “Revolución Argentina”, desde el 28 de junio de 1966 hasta junio de 1970.
Al respecto, mi padre dice, en su nota: “Lo más triste de todo es que los entes supranacionales que están en este proyecto de dominio mundial han sabido preparar y corromper a muchas personalidades importantes y hasta carismáticas en todos los países. Son los “Caballos de Troya” y personeros que les han de facilitar la entrega y posesión”.
Pasaron 13 años y la cúpula gobernante de las FF.AA. -General Galtieri a la cabeza- cayeron en una deletérea trampa que les preparó el Imperio anglo-sajón, esto es, el Gobierno Mundial, y que llevó engañosamente a los líderes militares a la Guerra de Malvinas, puesto que, si hubieran aguardado unos años más, las islas hubieran vuelto a ser parte de nuestra indiscutible soberanía.
Onganía y muchos militares de esa época, que persiguieron y denostaron a mi padre, ya no existen. No les guardo ningún rencor, como él me lo enseñó. Pero sí recuerdo perfectamente que sus desacuerdos con el régimen militar los pagó con un arresto de 90 días que le impuso el jefe de la FAA de esa época, durante el cual mi madre temía que fuera fusilado.
Al concluir su arresto, fue pasado a “disponibilidad” y, a fines de 1969, por razones éticas, solicitó su honroso retiro del arma. Pudo pasarse del otro bando, como justa reacción ante tanta incomprensión, pero él sabía que el otro bando (el marxismo, la masonería y la subversión) eran digitados por el mismo Amo Mundial, cuyas sinuosas actividades pone al descubierto en su nota.
Este trabajo suyo es el fruto de sus desveladas preocupaciones por la Patria. Por algo nació el Día de la Bandera Nacional. Ante la inicua legislación que dispone reabrir o iniciar causas judiciales contra los militares que cumplieron órdenes superiores durante la guerra contra el terrorismo subversivo y el marxismo internacional y la dolorosa carta que ha escrito el Tte. Cnl. (R) Emilio Guillermo Nani, Héroe de Malvinas, que se queja de que la sociedad argentina le ha dado la espalda, diciendo que: “Después de esperar en vano algún tipo de apoyo de esta sociedad apática e hipócrita que, gracias al sacrificio de miles de argentinos, hoy goza de una inmerecida libertad, he llegado al triste momento del arrepentimiento. Me arrepiento de todo lo que he hecho en defensa de la Patria. Me arrepiento de lo poco o mucho que hice para impedir que el proyecto castro-comunista que las organizaciones terroristas intentaron imponernos por medio de la violencia, imperara en nuestra Patria…”, mi padre ha dicho las siguientes palabras:
“La ingratitud no tiene ley, dijo Séneca. Pero en la Argentina es al revés, pues la ley tiene gratitud sólo para los canallas que se hacen los puros, como decía Almafuerte. Un país así no tiene salvación posible, cuando la putrefacta casta política ha convertido al pueblo en una masa miserable, indigna, estólida y sin alma. Y el General Don José de San Martín, máximo héroe de la Patria, sentenció: “Desgraciados los pueblos que tratan por igual a las almas virtuosas y a las almas malvadas. Si el Santo de la Espada reviviera diría: “SI ÉSTA ES LA LEY, ENTONCES ESTA LEY ES UN ASNO QUE REBUZNA”. Para que un héroe de Malvinas diga que se siente traicionado por la sociedad a la que salvó, es una señal indiscutible de que “La locura como un doctor dicta su ley a la cordura y que la impostura reemplaza a la justicia”. Que Dios y la Virgen de Luján nos amparen”.

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