sábado, 6 de agosto de 2011

Los baches de Zaffaroni

Transcurridos varios días desde que se inició el escándalo, Eugenio Zaffaroni no ha presentado ante el periodismo, la Cámara de Diputados o la Justicia, una sola prueba que lo desvincule del funcionamiento de prostíbulos en sus seis departamentos que se alquilan. Estos contratos de locación se desconocen, pero si el precio es el del mercado, es decir, 2.000 pesos por mes, la situación, al menos formalmente, sería normal. Pero si se alquilaban en valores de entre 4.000 a 6.000 pesos mensuales, esto constituiría una semiplena prueba de que el juez conocía que los citados inmuebles se utilizaban para la prostitución. ¿Y si no hay contratos de alquiler y se alquilan por día? Ahí también se daría el mismo presupuesto anterior.
Tres preguntas
Otro inconveniente que ensombrece la situación del distinguido penalista son sus continuos viajes al exterior: ¿Son para participar en congresos de derecho o coinciden también con excursiones de turismo erótico? Si se trata de lo último, el criminólogo está en serios problemas.
Un tercer punto conflictivo es el hackeo de los mails de Zaffaroni ocurrido hace unos años. Él asegura que los mismos son falsos o que tergiversaron sus palabras, pero de su lectura surge que serían menos indecorosos para un ciudadano cualquiera, que con su vida hace lo que quiere, que para un ministro de la Corte Suprema. La impresión es que estas conversaciones eróticas son absolutamente ciertas. ¿No sabe el destacado jurista que existe el chat o también el MSN, que no deja huellas borrando el historial y que no puede ser hackeado? Sería de esperar que Zaffaroni aclare estos tres puntos. En el caso de su cuenta en el exterior con 40.000 dólares, no tendría relevancia alguna. El problema pasa por otro lado: en Estados Unidos o Europa, un juez en esta situación probablemente ya habría renunciado. Sin embargo, en la Argentina cristinista. la ética y la moral no tienen relación alguna con el ejercicio del poder.

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