martes, 20 de septiembre de 2011

Miedo político y pánico económico

Miedo político y pánico económico
Ya no se trata sólo de una descontrolada danza de miles y miles de millones, sino de una competencia ideológica, política y empeñada, nada menos, que en alcanzar el poder en el mundo interrelacionado que vivimos. En esa lucha, la Argentina -y esto dicho como al pasar- nada tiene que hacer ni decir y únicamente debe prepararse, como simple espectadora, para soportar esta verdadera pulseada que tiene en vilo a los analistas y a los protagonistas que, por lo general, eluden llamar a las cosas por su nombre. Aquí, quienes deberían interiorizarse de esta situación viven en el mejor de los mundos; ni Cristina Fernández, ni sus asesores más cercanos -con la excepción de algún funcionario incapacitado para actuar- y mucho menos quien ejerce el papel formal de ministro de Economía, están interiorizados del complejo mapa de la globalización y vencidos por el ideologismo, apenas sí atinan a formular enunciados optimistas, esforzándose por llegar a las elecciones sin alterar los planes sociales que muy posiblemente se derrumbarán a comienzos del año que viene. En pocas palabras, esto es lo que se avecina en el orden interno entre los nerviosos apoyos de sectores proteccionistas de la actividad industrial y la ignorancia de los políticos más entretenidos por satisfacer minoritarios reclamos de cambios sexuales que por conocer la realidad que se nos viene encima.
Lo que dejamos dicho es nada más que una síntesis, una apretada sinopsis derivada del fracaso de los pocos gobiernos socialistas que todavía sobreviven -España, Portugal, Grecia- la responsabilidad que tiene confundidas a las dos principales potencias de la Unión Europea, como son Alemania y Francia, la caída vertical de la popularidad de Barack Obama en los Estados Unidos y, finalmente, por la paciente independencia de Gran Bretaña, que trata de tomar distancia de la debacle que tanto preocupa. Junto con Suiza, es uno de los dos países europeos que desean mantenerse al margen del difícil conflicto que soporta el euro.
China Continental, donde el comunismo sirve para mantener el orden interno mientras crece su poderoso capitalismo llamado con otro nombre, juega un papel adicional que puede sintetizarse, por ahora, en el hecho de ser la dueña de un impresionante paquete de bonos de la deuda externa de los Estados Unidos, dato nada despreciable, por ser un factor condicionante de la situación. Ésta se define también por la importante crisis interna que viven los norteamericanos, que no se resignan a perder su papel predominante en el mundo, papel afectado notoriamente por las fallas administrativas del gobierno demócrata de Barack Obama, cuyo prestigio está en picada y corre paralelo a la pérdida del control legislativo. En el centro de las tensiones laten las diferencias ideológicas, el déficit fiscal y la resistencia popular a las innovaciones que desea aplicar un presidente que, a esta altura de las circunstancias, ya vislumbra que no será reelecto cuando se produzcan las elecciones de aquí a un año. Parece poco, pero para la realidad norteamericana es un plazo que puede convertirse en abismal.
Cronológicamente, las primeras señales para el vulgo comenzaron con el armado escandalete que volteó al francés Strauss-Kahn de su poderoso cargo en el Fondo Monetario Internacional, sus aspiraciones a reemplazar electoralmente a Sarkozy como presidente de Francia pero, sobre todo, a sus ideas respecto del rol del dólar estadunidense como moneda referencial en el ámbito financiero y económico internacional. Apretadamente, éstos son los componentes esenciales del escenario que hoy alimenta las inquietudes y confunde a los analistas. Y ya que estamos, como para hacer un paréntesis en esta brevísima descripción, como argentinos debemos preguntarnos si por casualidad Cristina o Boudou tienen alguna idea acerca de esta realidad. Con fondo rockero y enjuagues electorales, ambos pasan por la crisis entretenidos en otras cosas menores y acordes con la descendente perspectiva que el kirchnerismo se encargó de construir para nuestra ex República.
Mientras todos estos factores se mueven dentro de los arriesgados parámetros que alteran más aún la intranquilidad de otras partes del mundo -por ejemplo, los países árabes productores de petróleo y la irrupción cada vez más peligrosa del islamismo combativo-, las miradas se detienen en la interna política norteamericana, cargada de interrogantes pero, sobre todo, por el desborde ideológico que encarna Obama, la reacción política que por ahora se canaliza en el movimiento que sacude al Partido Republicano bajo el nombre del “Tea Party” y la crisis social que amenaza seriamente la vida de los norteamericanos. Allí crece la pobreza y la desocupación, los principios ortodoxos que engendraron la potencialidad norteamericana se sienten agredidos por el gobierno de Obama y tal como siempre ha sucedido en momentos críticos, esta clase de tensiones afectan seriamente el devenir político. En un país donde la política externa en buena medida es determinante de sus manejos institucionales, lo que comentamos no es un dato menor y por eso es explicable la incorporación de Sudáfrica al grupo de pocas naciones poderosas que realmente inciden en la marcha del mundo. Sudáfrica es el productor de oro más importante; China, un competidor manufacturero de envergadura por sus menores costos de producción y por ser, junto con la India, uno de los mercados más importantes para vender alimentos. Al cerrar por hoy este corto panorama descriptivo, diremos que esto último es un mensaje alentador para países como el nuestro, excepto que políticamente sobreviva un personaje como Guillermo Moreno o que se convierta en realidad la aspiración de Cristina de designar un futuro plantel de ministros, secretarios y asesores, cuya edad oscile entre los veintiséis y treinta y cuatro años. Bajo el disfraz de La Cámpora, estos párvulos fuertemente remunerados cargarían con el peso de decidir sobre nuestro futuro.

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