martes, 15 de noviembre de 2011

CON NÉSTOR ESTO NO PASABA

Cristina usa cada vez más a los militares

Que la centralización de la administración de la Aviación Civil en la esfera de un organismo militar no es compatible con las recomendaciones formuladas por la ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DE AVIACIÓN CIVIL (OACI), a través de sus Documentos 8335- AN/879 (“Manual sobre procedimientos para la inspección, certificación y supervisión permanente de las operaciones”);9734 AN/959 (“Manual de Vigilancia de la Seguridad Operacional”) y PNUD-OACI RLA/86/031 (“Manual Guía de Aviación Civil”)” Estos son los términos de uno de los considerandos del Decreto 239 del 15 de marzo del 2007 -firmado por Néstor Kirchner- que creó en el ámbito de la Secretaría de Transporte del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), como Autoridad Aeronáutica Nacional, desplazando a la Fuerza Aérea. El gobierno nacional festejó entonces que por fin el país superaba una etapa que consideraba un resabio de los gobiernos militares, esto es, el control de la aviación civil por manos militares.
Ayer, con el Decreto 1840, CFK borró con al codo lo que su fallecido marido escribió con la mano. La nueva norma establece en su artículo 1: “Transfiérense las funciones de control operativo de la prestación de los servicios de navegación aérea y de coordinación y supervisión del accionar del control aéreo a cargo de la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE AVIACIÓN CIVIL (ANAC) organismo descentralizado, actuante en la órbita de la SECRETARIA DE TRANSPORTE del MINISTERIO DE PLANIFICACIÓN FEDERAL, INVERSIÓN PÚBLICA Y SERVICIOS, al ámbito de la FUERZA AÉREA ARGENTINA”. Sin reparar en la obvia contradicción, uno de los considerandos del Decreto 1840 expone, como fundamento de la medida, el argumento exactamente contrario al citado anteriormente por el Decreto 239. En esta pirueta jurídica, el gobierno primero transfirió el control de la aviación civil a la ANAC para seguir las recomendaciones de la normativa internacional y ahora, remilitariza estos servicios, con el mismo argumento: “Que para el mejor cumplimiento de las finalidades tenidas en mira al momento de la creación de la ADMINISTRACIÓN NACIONAL DE AVIACIÓN CIVIL, y siguiendo recomendaciones de la ORGANIZACIÓN DE AVIACIÓN CIVIL INTERNACIONAL (OACI), resulta necesario y conveniente que dicha Administración no tenga a su cargo la prestación de los servicios de navegación aérea, cuya actividad regula y le compete fiscalizar”.
Semejante dislate sirve como muestra del rumbo errático que va tomando la gestión de CFK, aun antes de sucederse a sí misma. La remilitarización de los vuelos comerciales pasa a ser una salida desesperada ante la impotencia presidencial para controlar una interna salvaje entre facciones kirchneristas, ya que tanto los directivos de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde y Eduardo Wado De Pedro, como los gremialistas Jorge Pérez Tamayo (APLA) y Roberto Cirielli (PTA) provienen del más rancio kirchnerismo. Paradójicamente, el gobierno más antimilitar de la historia argentina recurre ahora a los militares para tratar de frenar el caos aeronáutico generado por la lucha de las propias facciones kirchneristas.
Para mayor contradicción, no es la primera vez que CFK recurre a esta receta. El año pasado arreciaron las críticas al gobierno por parte de la administración Obama y de distintos organismos internacionales acerca de la conocida vulnerabilidad del espacio aéreo argentino.
Ni lerda ni perezosa, Cristina firmó en noviembre un decreto poniendo en marcha el programa Escudo Norte. Por el mismo, las Fuerzas Armadas, junto con la Gendarmería Nacional y Prefectura, se hicieron cargo de un operativo con centro en el aeropuerto Ángel Aragonés de Santiago del Estero, donde se instaló un radar primario que fue fabricado por el Invap en Río Negro.
Además, se formó un pequeño escuadrón aéreo con algunos aviones cazas Pucará, con base en la estación aérea local, para interceptar vuelos irregulares. De este modo, por otro decretazo, la presidente violó la prohibición expresa contenida en las leyes de Seguridad Interior y Defensa, para que las Fuerzas Armadas intervengan en cuestiones de seguridad interior. Fascinado por contradecirse, el cristinismo aplaude por un lado el juzgamiento masivo de los militares que intervinieron en la seguridad interior en los ‘70, mientras va abriendo las puertas para que los militares se policialicen dedicándose a combatir el narcotráfico.
Gendarmes y Haití
Un tercer ejemplo de cómo la Casa Rosada utiliza a los uniformados mientras los denosta y margina es la creciente utilización de una fuerza de seguridad militarizada, la Gendarmería, para tareas de seguridad urbana, que son totalmente ajenas a sus funciones. Con el Operativo Centinela, el gobierno debilitó el control de fronteras trayendo al conurbano 6000 gendarmes para combatir la inseguridad y el narcotráfico.
Pero hubo más, el 27 de junio pasado CFK anunció, en el marco del proselitismo electoral, el Operativo Cinturón Sur. El mismo consiste en el desembarco de Gendarmería y Prefectura en comisarías porteñas de la Policía Federal. Es decir que, gradualmente se producirá la llegada de 2.500 gendarmes y prefectos para reforzar seis seccionales de la zona sur porteña, barrios de los más peligrosos en cuanto al mapa del delito.
La remilitarización del control de los vuelos comerciales, el operativo Escudo Norte y la conversión de la Gendarmería en una policía urbana no agotan la lista de la utilización de los militares por parte del kirchnerismo para solucionar problemas políticos o hacer proselitismo.
El Ejército Argentino continúa participando en Haití de MINUSTAH, una operación organizada por la ONU para estabilizar esa república después de estar al borde de una sangrienta guerra civil. Los objetivos de la misión son principalmente: estabilizar al país, pacificar y desarmar grupos guerrilleros y delincuenciales. O sea, una actividad netamente policial que las leyes argentinas les prohíben a los militares dentro del país (pero no afuera). En este punto hay otra contradicción que salta a la vista. Si los militares argentinos no pueden entrenarse en temas de seguridad interior, ¿cómo se preparan para este tipo de misiones en el exterior?
En fin, Cristina no parece haber renunciado a ninguna de las posturas antimilitares que tanto rédito le rindieran a su fallecido marido. La diferencia es que ella, menos prejuiciosa, cuando necesita a los uniformados los usa sin reparo alguno.

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