jueves, 24 de noviembre de 2011

El período 1946-2011 y la gravedad de su fracaso

El período 1946-2011 y la gravedad de su fracaso

El fracaso argentino en el período 1946-2011.
Al comenzar este período, la Argentina representaba el 2,8% del comercio mundial y al finalizar sólo el 0,4%. Al inicio, su potencialidad juzgada por su PBI, era superior al de Brasil, México, o Australia y en la actualidad es 5,5 veces inferior al de Brasil, 2,89 veces más bajo que el de México y 3,5 veces más reducido que el de Australia. Lo sorprendente es que nuestra declinación se ha producido en el período más prospero de la historia económica mundial.
La misma circunstancia ha hecho que se transformara de un país de inmigración europea al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en un país de emigración de su población más culta hacia los países desarrollados. Se estima que hay 700.000 emigrados argentinos en Europa y EEUU.
Esta contracción de la economía y su sensación de fracaso, es la más poderosa causal de las crisis sociales y políticas de 1955, 1962, 1966, 1969, 1976, 1989 y 2002. Sin duda también ha incidido en la determinación de la ocupación de Malvinas en 1982.
Es asimismo la causa de nuestra pobrísima infraestructura, sin ferrocarriles, ni puertos de aguas profundas, ni aeropuertos ni un sistema vial capaz de asegurar la seguridad en las rutas, con un grave déficit energético. Ha incidido para el desmantelamiento de la defensa nacional, -sumadas a las razones ideológicas preponderantes-, la insuficiencia de la seguridad interna, el déficit colosal de la vivienda, la pobreza, la indigencia.
Quiénes son los responsables.
Asimismo es difícil imputar la responsabilidad a uno solo de los sectores políticos argentinos, porque de los 65 años que comprende el período 1946-2011), la mitad correspondió a los gobiernos del justicialismo y la otra mitad a los gobiernos no justicialistas.
Es decir además de los justicialistas pudieron gobernar los liberales, socialistas, radicales e independientes en la Revolución Libertadora. Los desarrollistas (1958/62); los liberales (Pinedo, Alsogaray y Martínez de Hoz 1962/64); los radicales (1964/66); los nacionalistas y neoliberales con Onganía; el centro izquierda con Aldo Ferrer en la Presidencia de Livingston; liberales moderados con Lanusse; liberales nuevamente durante el Proceso -Martínez de Hoz y Roberto Alemann) (1976/83); los radicales (1983/89); los radicales, asociados con el peronismo disidente (1998/2001).
El justicialismo gobernó con las ideas de su fundador 1946/55 y 1973/74); con las ideas de Menem y Cavallo (1989/98), y con la impronta y filosofía de los Kirchner (2003/2011).
Pero había una estructura política que imponía una limitante.
Era el régimen electoral derivado de la Ley Sáenz Peña, y consecuentemente las ideas predominantes en las mayorías populares.
Tanto los gobiernos elegidos como los gobiernos no electos, gobernaban con vistas a obtener la aprobación política final de sus gestiones, y esto siempre se iba a producir por el sistema electoral sancionado en 1912. Se limitaron las participaciones políticas de algunos partidos o personas en algún período, pero nunca se limitó la amplitud de la participación popular.
Esta fue siempre la limitante política más poderosa.
Solamente se la enfrentó, aún por los gobiernos justicialistas, cuando las crisis económicas no permitieron otras salidas, como en 1975 o en 2002 por ejemplo por los gobiernos justicialistas.
Pero la limitante más importante fue no crear un proyecto que superara políticamente al populismo.
En los 65 años de referencia hubo algunos proyectos importantes como el de Prebich, de Frondizi, de Alsogaray, de Martínez de Hoz o el de Cavallo para operar una transformación que produjera un vuelco muy favorable en la situación económica y social y consecuentemente política de la Argentina.
Sin embargo algunos de ellos tenían el defecto de imponer períodos recesivos previos, (Prebich, Frondizi y Alsogaray) y por tanto fueron rechazados por las mayorías populares.
Martínez de Hoz, por influencia de Adolfo Diz y Arriazu impuso un programa monetario fuertemente contractivo, y luego modificó su programa cambiario originario, por la misma influencia, y estableció La Tablita que limito las exportaciones y estimulo las importaciones, provocando la crisis de 1981.
Cavallo sobrevaluó la moneda argentina al equipararlo al dólar de EEUU incurriendo en el mismo error de la Tablita y provocando finalmente la crisis del 2002.
El nuevo proyecto nacional debe consistir en transformar a la Argentina en una nación desarrollada con un PBI superior a 20.000 dólares per cápita, sin un período de contracción intermedio. Esto vendrá acompañado de un gran éxito político por la adhesión de la clase trabajadora y de los jubilados y pensionados, ante el incremento sustancial de los salarios y jubilaciones, además de otros sectores, que conforman la inmensa mayoría de la población.
Los defectos comunes que se deben corregir.
Se puede decir sin embargo que todo el período 1946/2011 fue dominado por algunas notas distintivas, como la discriminación contra las exportaciones agropecuarias, una política monetaria muy restrictiva respecto de los sectores de la producción y una política educacional que no se preocupó por modernizar la formación cultural de la sociedad.
El crecimiento del PBI entre el periodo de 1870 a 1930 y de 1946-2011, cae a la mitad, de 13 veces a 7 veces, en valores constantes.
Fue totalmente uniforme la discriminación contra las exportaciones agropecuarias, a través de diferencias cambiarias, sobrevaluación monetaria o impuestos a las exportaciones. Por eso las exportaciones argentinas entre 1870 y 1930 crecieron 15 veces en dólares constantes, y entre 1946 y 2011 crecieron algo más de 5 veces -de 1100 millones a 5500 millones-, también en dólares constantes.
Algo similar ocurrió con la política crediticia respecto del sector privado. Entre 1905 y 1929 el sector privado recibió aproximadamente el 26 % del PBI en créditos bancarios y de 1946 al 2011, aproximadamente el 13 % del PBI. No obstante lo cual la inflación fue desconocida en el primer período y estallo en el segundo.
En la política educacional a partir de 1946, se resintió la autoridad del maestro, la disciplina del alumnado, no se corrigieron las ideas y los sentimientos favorables a la holganza y contrarios al espíritu de mejoramiento, la competitividad, la productividad, el respeto a la propiedad, al orden, las jerarquías, la familia, y la correcta formación del ciudadano, en cuanto al cumplimiento de sus derechos y sus obligaciones cívicas. Todo agravado por una notable descenso en el nivel del conocimiento de las ciencias lo que ha resentido la calidad de la escuela pública por debajo de las de varios países latinoamericanos.
El Nuevo Proyecto Nacional debe comenzar por tanto por estas tres reformas sustanciales.
En efecto se debe comenzar por modificar:
1) la política de comercio exterior porque solo el mercado internacional nos permitirá la expansión que necesitamos producir, a través de los sectores que tengan ventajas comparativas.
2) la política monetaria hasta alcanzar una cantidad de dinero medido por el M3 igual al PBI, haciéndolo con la ampliación de préstamos a los sectores de la producción interna e internacional, de manera de no crear inflación. El correcto manejo de la política monetaria será la que permitirá la transición sin costos sociales.
3) una reforma de la política educacional de manera de modernizar la cultura popular y capacitar a todos sus miembros al nivel de los países más cultos.

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