sábado, 26 de noviembre de 2011

Los motivos del malhumor presidencial

Los motivos del malhumor presidencial
La dependencia de De Vido y la falta de figuras de primer nivel en su asunción serían dos de los motivos.

El hermetismo habitual de Olivos dio paso en las últimas horas a varias versiones que dan cuenta de un creciente malhumor y nerviosismo por parte de CFK. Algunos “cristinólogos” señalan así que, después de varios meses de mantener una línea moderada y conciliadora en sus discursos -campaña electoral mediante-, la arenga presidencial del jueves pasado en la inauguración del hangar de Aerolíneas en Aeroparque marca un punto de inflexión hacia la agresividad retórica y la confrontación. “Se acabó la persuasión de Gramsci y volvimos a la dialéctica de Laclau”, definió con ironía un consultor político. Los motivos de la irritación presidencial serían múltiples. Para empezar, que se sentiría obligada a tener que poner la cara para tapar con su imagen positiva los descalabros de algunos de sus funcionarios más cercanos, como es el caso de Mariano Recalde en Aerolíneas Argentinas. En segundo lugar -y más importante-, es que las circunstancias de la crisis económica la obligaron a convertir a Julio De Vido en el principal vocero del gobierno, cuando ella misma lo había marginado de su círculo íntimo horas después del fallecimiento de su marido. La realidad es que ahora el único funcionario con agenda empresaria y sindical de primer nivel es el Ministro de Planificación, que suma, además, otro punto a su favor: es creíble para sus interlocutores. En la práctica, Cristina habría quedado mal parada, porque su espada más confiable, Guillermo Moreno, es justamente el más repudiado por los empresarios, mientras que, a la inversa, De Vido es apoyado por las centrales empresarias y sindicales, pero no gozaría de su plena confianza. Todo esto mientras dos productos genuinos de su gestión, Mercedes Marcó del Pont y Amado Boudou, están quedando muy por debajo de lo que exigen las circunstancias. Así las cosas, trascendió que CFK podría intentar una jugada sorpresa negociando con algunos sectores empresarios la designación de un ministro de economía salido de esas filas y ajeno al kirchnerismo. Los memoriosos recuerdan la similitud de esta idea con la designación en 1990 por Carlos Menem de Néstor Rapanelli, un ejecutivo de Bunge y Born, que durante varios meses sirvió para dar la imagen de que el principal grupo exportador del país estaba comprometido con la política económica de la Casa Rosada. Ahora hasta se comenta la posibilidad de un acuerdo con Techint, grupo emblemático no sólo por ser el más importante del país, sino por su histórica vinculación con Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna.
Sólo los vecinos
Aparte de la evidente tensión de su frente interno, la presidente tendría otro motivo importante para estar irritada. Ella pretende darle a la ceremonia de su reasunción del mando un brillo especial. Y así es que el canciller Héctor Timerman estaría dedicado a chequear la lista de invitados del exterior. La presencia de casi todos los presidentes de la UNASUR está confirmada. Pero el punto es si viajarán a Buenos Aires figuras de primer nivel de Europa y los EEUU. Cuando CFK asumió en el 2007, George Bush -obviamente molesto por los desaires sufridos un año antes en la cumbre de las Américas realizada en Mar del Plata- apenas envió a una funcionaria de tercera línea, la Secretaria de Trabajo Eliane Chao.
Ahora la pretensión local es que se haga presente el vice de Barack Obama, Joe Biden, lo que según algunas fuentes sería bastante improbable. Timerman se adjudicaría, en cambio, el éxito de la supuesta presencia del nuevo primer ministro de Japón, Yoshihiko Noda. Pero, en cambio, la agenda europea seguiría muy débil, aparte de la presencia, que se descuenta, de un miembro de la casa real de España. El viejo resquemor de los bonistas italianos en conflicto con el Estado argentino haría que la representación peninsular sea de bajo perfil y algo parecido ocurriría en Francia y Alemania. Como van las cosas, el empeño presidencial para que su reasunción no se convierta sólo en una reunión doméstica de la UNASUR parece tener una suerte dudosa.

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