viernes, 22 de julio de 2011

Argentina: Una recuperación de alto riesgo

La frase “Aprender de la experiencia” tal vez sea una máxima muy útil. Pero ¿qué pasa si la lección es el default y la experiencia es la Argentina?
Mientras Grecia se balancea sobre el abismo, los irlandeses y portugueses van quedando en la categoría de basurales, y la palabra D (por default) se va centrando sobre los EEUU, los miembros del gobierno Argentino se regodean hablando de su gran crecimiento sostenido. Según ellos, esto prueba no ya que hay vida después del default soberano más grande del mundo, sino que tambien puede resultar ser una gran fiesta.
Según Mercedes Marcó del Pont, presidente del Banco Central de la Republica Argentina (BCRA) durante una entrevista televisiva, dijo que “la sabiduría convencional fracasó” al referirse a la deuda-más-las recetas de austeridad que le impusieron a Grecia. “Paremos la pelota y veamos lo que le ha ocurrido a la economía a escala global. Aprendamos de lo que ha sucedido en muchos países en desarrollo, como Argentina, donde se hicieron cosas que directamente explotaron en la cara de toda la sabiduría convencional y que, por cierto, a nosotros nos salió muy bien”.
Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía, recientemente opinó de la misma forma. El hacer las cosas “bien” le salió muy mal a la Argentina en los 90; y a pesar de que la declaración del default le produjo un retroceso salvaje, sin embargo en poco tiempo le dio lugar a una rápida y larga recuperación.“Ciertamente que el ejemplo de Argentina sugiere que declararse en default es una gran idea”, sostuvo el pasado mes en un blog del New York Times.
Por cierto, antes del default de Argentina en 2001 por 100 billones de U$S de deuda soberana, la sola idea resultaba impensable. El país era por entonces el ejemplo de la región de las políticas económicas liberales. Pero a medida que se sucedían los rescates internacionales uno tras otro, la deuda crecía cada vez más. Al mismo tiempo, aumentaban las protestas sociales por cuanto el tipo de cambio fijo forzaba una deflación sobre una economía cada día menos competitiva. (A cualquiera que esté siguiendo los acontecimientos en Grecia, esto le resulte muy familiar -por lo menos a primera vista).
Hoy, Argentina es un país que le puede dar la espalda al consenso internacional, defaulteando y quebrando la “inquebrantable” traba monetaria, y sin embargo sobrevivir para contar el cuento. No obstante el resultado final no resulta ser tan atractivo ni prolijo como lo quieren hacer ver quienes lo propician.
La recuperación ha sido impresionante -su economía creció el 65% desde 2002 hasta que se produjo la crisis mundial financiera de 2008; su pronóstico de crecimiento para el 2011 ha sido recientemente elevado al 8,2%. Sin embargo el gobierno todavía no ha podido limpiar la mancha del default sobre la reputación de la Argentina, como tampoco ha podido convencer al mundo que sus medidas populistas que desafían toda ortodoxia económica resulten ser recetas sostenibles en el manejo de un país.
“El modelo”, como lo ha bautizado la Presidente Cristina Fernández y que es una mezcla de políticas, ha logrado funcionar durante mucho más tiempo y mucho mejor de lo que muchos han creído posible. Porque el país sigue están excluido de los mercados de capitales internacionales; lucha para mantener excedentes mellizos en materia de resultados comerciales y fiscales. Y para lograrlo, resulta imprescindible mantener un tipo de cambio competitivo que genere un excedente en la balanza de pagos y que al mismo tiempo favorezca las exportaciones. Esta opción no la pueden tener los economistas Griegos en tanto y en cuanto su moneda permanezca en la eurozona.
Otro factor crítico resultó ser el compromiso estrictísimo para con la disciplina fiscal que se propuso Néstor Kirchner, esposo microgerencial de la Sra. Fernández, que ejerció la presidencia entre 2003 y 2007, y que durante esos años vigiló como un águila todo lo referido a pagos de impuestos. Pero desde 2007 esta disciplina férrea se ha relajado y ha crecido la inflación por cuanto el gobierno ha hecho funcionar la impresora de billetes para financiar ciertas necesidades. Varios pronósticos privados sugieren que Argentina va camino a una tasa de inflación del 25% y más para este año, que representará el quinto año consecutivo de una inflación de dos dígitos. Por su parte, el gobierno insiste en que la inflación ronda el 9,7% anual.
Pero tambien se han encendido otras luces de alerta. El gasto público excede a los ingresos fiscales. Los enormes subsidios para la energía y el transporte se están haciendo cada vez más insostenibles. Las elecciones presidenciales de Octubre, a las que la Sra. Fernández se presentará para obtener un segundo mandato, y que dicen que podría ganar, no supondría el fin de estos desatinos.
Todos estos factores socavan la imagen de Argentina justo cuando el gobierno cree que el país -que orgullosamente ostenta el hecho de que ha logrado ingresar al G20- tiene valiosas enseñanzas que ofrecer.
Según la Sra. Fernández, que ha estado dirigiendo el país sin su copiloto desde que falleciera éste en octubre pasado, la injusticia de todo esto se palpa claramente. Desde su particular punto de vista, el FMI, que diseño las políticas económicas en los años pre-default, no comprendió a la Argentina, recetándole la aplicación de políticas neo-liberales ruinosas. Ella cree que, más recientemente, las agencias clasificadoras no entendieron la crisis financiera. Y sin embargo todo el mundo se resiste a reconocer la recuperación de Argentina ni tomarla en serio.
Una razón es que, más allá del crecimiento estelar de sus números, el cuadro está muy borroso. Por empezar, el boom se debe en gran medida a factores globales. En medio del aumento de precios globales, Argentina es un productor importante de commodities, y que de todas sus exportaciones el 35% están representadas por productos agrícolas. Es más, no sólo es China la que clama por los recursos naturales de Argentina, sino tambien la clase media de Brasil -que es su principal socio comercial- está ávidamente comprando sus automóviles, que representan su mayor exportación industrial.
En la opinión de Lucio Castro, de CIPPEC -un grupo de reflexión con base en Buenos Aires-, “las condiciones para negociar se encuentran actualmente en un nivel histórico. Este es actualmente el mejor mundo posible para Argentina. Pero si le quitamos los sectores intensivos de los recursos naturales y la productividad al resto de la economía, está mal y la informalidad es extremadamente alta”.
Y agrega después el Sr. Castro: “el desempleo, que para el primer trimestre registró el 7,4%, es bajo, pero las inversiones son opacas -apenas el 19.4% del PBI. Mientras que la productividad, si bien no es “mala, sí es lóbrega”.
Se debe agregar, además, que tras años de no proveer de fondos suficientes, el otrora admirado sistema de educación del país ha entrado en un cono de sombras. Lo mismo puede decirse de la oficina estatal de estadísticas, que ha caída bajo la égida de una mayor influencia del gobierno, que ofrece cifras para la inflación, la pobreza y el crecimiento que hacen parecer todo de un color demasiado rosado.
Los datos referidos a la deuda externa Argentina vs. PBI según datos oficiales arroja un envidiable 35%, pero según Claudio Loser, que era el oficial del FMI para América Latina cuando se produjo el default, reconoce que el país todavía adeuda 16 billones de U$S a los tenedores de bonos defaulteados incluyendo intereses. Esta cifra surge a pesar de haber logrado reestructurar en dos etapas el 92.4 por ciento de la deuda defaulteada. Pero, además, Argentina también le debe 7 billones de U$S a los países occidentales; y a pesar de que repite constantemente de que Argentina está dispuesta a pagar, en general se nota que no tiene la menor intención de hacerlo, salvo que sea en las condiciones dictadas por ellos mismos.
Si bien no se percibe un peligro inminente de un nuevo default, sí se presiente que habrá turbulencias a futuro. Mark Weisbrot del Centro de Investigaciones sobre Políticas Económicas de Washington, que le otorga al gobierno muchos méritos más que otros muchos analistas económicos, reconoce que: “Ningún modelo puede aplicarse durante plazos muy largos. El mayor problema que Argentina enfrenta es que la inflación es mucho mayor que la de sus socios comerciales, de modo que su moneda ya comienza a apreciarse en términos reales… aunque Argentina no está al borde del precipicio”.
Prueba de que no logra ‘abrochar’ todo a una economía floreciente es el hecho de que -aparte de los tres acuerdos sellados con China por cifras multibillonarias en proyectos energéticos del 2010- los inversores ni se acercan para invertir en la Argentina.
Inflación, protestas laborales, crisis energéticas e imprevisibles políticas económicas que dictará el gobierno, que se torna cada vez más intervencionista, que produjo por ejemplo la nacionalización de los fondos privados de jubilación en 2008 (las AFJP), que seguramente tornará en difíciles todas las negociaciones, como mínimo. Mientras tanto, se calcula que durante los últimos cuatro años la fuga de capitales ha llegado a un estimado de 60 billones de U$S o más, y va en aumento aceleradamente, haciendo que los 26 billones de U$S que el Comité Económico de la ONU para América Latina y el Caribe calcula que destinará como inversión directa extranjera desde 2007 quede a la altura de un poroto.
Es más; el gobierno ha caído en una contradicción insostenible en un tema clave: la lucha contra la pobreza. El plan de protección a la niñez ha sido muy exitoso, pero la inflación ya se ha comido aproximadamente el 30% de su valor real. Un estudio reciente dice que el 50 por ciento de la población es pobre o está en riesgo de serlo, a pesar de que los datos oficiales hablan de que el índice de pobreza está por debajo del 10 por ciento. Roberto Lavagna, que fue Ministro de Economía entre 2002 y 2005 fue el autor del plan económico para rescatar a la Argentina, dice al respecto de este tema que “esto es una contradicción insuperable para un gobierno que tiene un discurso progresista y populista”.
Mientras tanto, las instituciones han sido arrasadas y la intervención estatal ha ido “in crescendo”. Se ha llegado, recientemente, a clausurar algunos kioscos de venta de periódicos porque en ellos se vendían Clarín, el diario de mayor circulación y crítico del gobierno. Incluso, el gobierno ha multado a varias consultoras privadas por dar a publicidad los datos sobre índices económicos que no coinciden con los datos que publica el gobierno, argumentando que tales datos falsean la realidad sobre la inflación, etc., incluso algunas de estas consultorías están siendo acusadas penalmente. No importa que los analistas digan que la inflación oficial ha posibilitado un ahorro muy importante en la cancelación de bonos atados a la tasa de inflación.
Entonces, hoy por hoy ¿dónde está parada la Argentina? A pesar de haber logrado salir del default de un modo excepcional, el Sr. Loser dice que su tierra natal es cada vez “más irrelevante”. Después de haber sido -hace un siglo- uno de los países más opulentos del mundo, Argentina sigue conservando el más alto ingreso per cápita de la región medido el poder de compra vs. Paridad cambiaria. Pero, en lo que hace a su relativa importancia “ha descendido precipitosamente”, su economía es apenas la sexta parte del total que tiene Brasil y una tercera parte de la de México. “De seguir así, muy pronto será Colombia quien tambien habrá de superar a la Argentina si ésta no se cuida. Ya que Colombia viene creciendo muy bien y de una forma mucho más racional”, en su opinión.
El resultado, en definitiva, es que Argentina está cada día más aislada, que apenas es un jugador para actos de presencia en el G20, desplazada por mercados emergentes más mimados. Sus relaciones internacionales parecerían estar limitadas a lograr convencer a otros países miembros para que la apoyen en sus negociaciones con el Reino Unido en la disputa por la Islas Falkland (Islas Malvinas).
Mientras que el solo mencionar de enfriar la economía es un tema tabú, los analistas dicen que el gobierno necesita comenzar a dominar la inflación y estabilizar el tipo de cambio real, para lo cual se haría necesaria alguna devaluación, probablemente después de las elecciones. Durante los últimos 18 meses el peso contra el dólar ha cedido el 8 por ciento.
En la opinión de Martín Redrado, el desplazado presidente del banco central durante la batalla por el uso de las reservas para aplicar al pago de deuda: “El gobierno aplica una política monetaria y fiscal que es pro-inflacionaria inconsistente con el tipo de cambio. Más temprano o más tarde, habrán de chocar”.
Eso no significa que habrá una explosión a la antigua. “Argentina no va a volar en pedazos como sucedió antes”, agregó el Sr. Redrado.”Pero si podemos decir que está caminando hacia una tormenta”.
El gobierno se ufana en decir que los agoreros se han equivocado antes -y que por ahora, la soja es el salvavidas. Mientras la fuga de capitales se ha acelerado, han ingresado casi 100 billones de U$S a las arcas argentina, producto de las exportaciones agrícolas de los últimos cuatro años y, de no producirse una caída significativa en los precios de los commodities o que se produzcan tragedias climáticas, Argentina seguirá siendo “la niña bonita”.
Pero aun así, se arriesga a seguir siendo un típico modelo de lo que NO se debe hacer, antes que ser un modelo de lo que SI se debe hacer.
“Dentro de 20 años, la historia nos va a preguntar: QUE HICIERON USTEDES CON LA BONANZA DE LAS COMMODITIES? “¿Acaso hubo un aumento del consumo, las empresas públicas y los salarios o la inversión en infraestructuras, salud, educación y el ahorro para los tiempos de vacas flacas?” son las palabras del Sr. Castro. Que finalmente agrega: “No estamos haciendo los deberes para convertirnos en un país desarrollado”.

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COMENTARIOS AL MARGEN EN EL MISMO ARTÍCULO
PETRÓLEO Y GAS: todo lo relacionado con la energía ha sido totalmente alterado por la mala intervención estatal.
Si existe un obvio talón de Aquiles en el “modelo” del gobierno Argentino, es su política energética -que es una mezcla económica basada en comercio y excedentes fiscales y moneda competitiva.
Aun cuando Buenos Aires se vanagloria de su economía floreciente, las fábricas son obligadas cada invierno a reprogramar sus sistemas de producción para hacer frente a la falta de gas natural para que el campo pueda seguir produciendo en el sector agrícola, que es crucial para la economía, y no es nada fuera de lo normal que se racionen los cupos de diesel cuando se está al tope de las cosechas.
En efecto, a la industria se le recortan las raciones para no cortarles el suministro de energía a los clientes residenciales. Después de 10 años -o sea, desde el default- se han acostumbrado a pagar tarifas altamente subsidiadas y no se les impone ningún incentivo para que reduzcan el consumo domiciliario. Según Francisco Mezzadri, un analista especializado en el área energética, “Argentina en materia energética ha alterado totalmente sus políticas por la mala intervención del Estado”.
A pesar de ser un país asentado sobre enormes reservas de petróleo y gas, incluyendo enormes existencias de esquisto de difícil extracción, pero que se cree que son las mayores reservas que existen en el mundo, Argentina se ha convertido en un país importador de energía. Mientras que su vecino Brasil, ha invertido enormes capitales para desarrollar los yacimientos submarinos recientemente descubiertos. Es así que el pasado mes, Argentina ha firmado un convenio por 20 años con Qatar por la compra de gas natural líquido a un precio que no se ha dado a conocer.
El mercado energético de Argentina fuertemente controlado por el Estado, tambien ha fallado en atraer inversiones que necesita para aumentar su capacidad de refinación para satisfacer las demandas internas.
Pese a que el gobierno lo niega sistemáticamente, tienen un problema energético, y este mes tuvo que revolver todos sus bolsillos para juntar 1.5 billones de U$S para darle al sector, para lo cual tuvo que echarle mano a gran parte de los fondos destinados a la segunda mitad del año presupuestario. Si continua el alto crecimiento, que significaría que la industria necesitará más petróleo, el problema energético seguirá siendo una pesada carga para las finanzas del gobierno de un país en el cual el gasto público creció nada menos que un 34.5 por ciento en el año medido Mayo 2011/Mayo 2010.
Mientras tanto, los yacimientos de petróleo crudo y de gas que ya están teniendo menor producción y la falta de inversión en exploración que se suma a los crecientes subsidios de tarifas y precios al sector (en el 2010 totalizaron 6.3 billones de U$S) han guiado a una marcada caída en la producción y de las reservas. La industria está al rojo vivo.
“La Argentina que en el 2006 gozaba de un excedente comercial de energía por valor de 5.6 billones de dólares, terminará este año 2011 con un déficit calculado en 3 billones de dólares”, así se expresaron los ocho ex secretarios de energía que este mes dieron a conocer un documento destinado a despertar al gobierno para que atienda la fragilidad energética que deberá enfrentar antes de las elecciones presidenciales que se realizarán en octubre próximo.
Desde ya que no le resultará nada fácil ni simpático aumentar las tarifas justo en tiempos de alta inflación. La alternativa sería continuar con los subsidios al consumo energético utilizando fondos estatales que podrían utilizarse para realizar cambios estructurales tan necesarios para combatir la pobreza.
Si Cristina Fernández resulta reelecta para un segundo período presidencial, ella tendrá que hacer grandes cambios -en opinión del Sr. Mezzadri- pues de lo contrario Argentina terminará convirtiéndose en un país de TRUEQUE, que cambiará SOJA (que es su producto ‘estrella’ y mayor productor de ganancias) por ENERGÍA.

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