viernes, 12 de agosto de 2011

Cristina le declara la guerra fría a De la Sota

Cristina Fernández no pierde las esperanzas de doblegar a José Manuel de la Sota. Y sin esperar a que se aquieten los ánimos tras el cruce de mensajes entre la Casa Rosada y el flamante gobernador electo luego de su contundente victoria del domingo, ordenó montar un juego de presiones destinado a condicionarlo por el lado que más le duele: la billetera.
Avisados desde la capital mediterránea de la instalación ahora mismo de esa suerte de guerra fría que le proponen desde el cristinismo, voceros del peronismo cordobés amenazan con devolver golpe por golpe.
El más duro de todos ellos: reflotar la idea de imprimir cuasimonedas si el Tesoro nacional les retacea los fondos que les corresponden y que fueron congelados desde que el futuro mandatario cometió la osadía de plantarse frente al reclamo de que le cediera lugares en las listas a kirchneristas cordobeses y hasta el segundo puesto en la fórmula.
Ir al pie o la asfixia financiera como opciones La historia, según cuentan de uno y otro lado, comenzó a escribirse hace un tiempo, cuando De la Sota avisó a Cristina que su candidata a vicegobernadora sería la intendenta de Laboulaye, Alicia Pregno. Y que no aceptaría ninguna injerencia nacional en el armado de sus propias nóminas de postulantes a diputados nacionales.
Todo se desbarrancó cuando el ahora mandatario electo decidió no colgar su boleta de la que encabezará Cristina Fernández en las primarias del próximo domingo. La presidenta respondió con otro golpe de impacto: no postular a ningún dirigente de su espacio -se hablaba del intendente de Villa María, Eduardo Acastello- para las gubernamentales del pasado domingo.
La viuda de Kirchner, en un gesto calculado, que buscaba embretar el apoyo de De la Sota, lo llamó en la noche de ese día para felicitarlo por el triunfo. “El Gallego” agradeció la comunicación, pero, trascartón, le disparó un primer misil: dijo que si la Casa Rosada lo quiere para unir, y no para dividir a los argentinos, que lo llame. Todavía sin la orden de romper lanzas sobre sus escritorios, Aníbal Fernández y Florencio Randazzo se contuvieron a duras penas el lunes por la mañana.
El jefe de Gabinete dijo que Cristina no tiene el propósito de dividir a nadie. Y el ministro del Interior minimizó el triunfo del peronismo no kirchnerista en el hecho de que en los diez comicios provinciales realizados hasta ahora desde que arrancó la carrera electoral de 2011, en nueve triunfaron los oficialismos.
La furia de Cristina, comentan en despachos del gabinete, explotó cuando De la Sota confirmó que no apoyará su fórmula en las primarias del domingo, y que dejará en libertad de acción a sus votantes para que se pronuncien por alguno de los peronistas que competirán ese día: la propia jefa del Estado, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá.
Las promesas de venganza no tardaron en manifestarse, aunque, por ahora, puertas adentro de los despachos del cristinismo puro. “‘El Gallego’ ya va a venir con el caballo cansado”, expuso gráficamente uno de los confidentes.
Se especula que la provincia necesitará en 2012, con de la Sota recién asumido, unos 1.200 millones de pesos para paliar el déficit de la caja de previsión local, que tiene un rojo de 100 millones de pesos mensuales, y que, al cabo de todo aquel ejercicio, ascendería a 1.500 millones.
En el gobierno suponen que esa es la zanahoria colgada del palo con la que pueden atraer a De la Sota y obligarlo a encolumnar al peronismo cordobés detrás de la candidatura de Cristina.
Por si faltase algo, esgrimen números provenientes del ministerio de Planificación según los cuales a “La Docta” le corresponderían en el próximo ejercicio unos 500 millones de pesos en concepto de obra pública.
Frente a la estrategia del gobierno provincial de mantener su independencia política y si es necesario tomar endeudamiento externo para paliar aquel déficit, en los mismos despachos del cristinismo recuerdan que esos créditos deben ser avalados por la Nación.
“Y si no, que le pregunte a (Mauricio) Macri”, consigna el informante, memorioso a la hora de reflotar el veto que oportunamente Cristina ordenó contra el jefe del gobierno porteño, lo que le impidió buscar fondos externos para terminar las obras en los subterráneos.
La batalla comenzó. Y desde los costados del delasotismo no se andan con chiquitas. Prometen que si el plan de la Nación es ahogarlos financieramente, o pretenden cambiar sumisión política por dinero fresco, el gobernador electo no llamará al ministerio de Economía o al de Planificación sino a la imprenta que debería hacerse cargo de fabricar los célebres Lecor, aquellos papeles pintados que años atrás circularon por casi toda la geografía nacional.
Aunque en el fondo se trata de una chicana, suena feo por donde se lo mire, especialmente por el efecto cascada que tendría en otros distritos provinciales, igualmente asfixiados por los aprietes de la Nación.

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