viernes, 12 de agosto de 2011

Se desintegra el supuesto modelo progresista

El próximo domingo 14 de agosto la ciudadanía comprobará definitivamente como el “ya ganamos” fue un espejismo que intentaron promocionar como si fuera una realidad; el relato de la consolidación del modelo progresista cruje definitivamente comenzando una desintegración que se produce por las falencias innatas a su propia construcción. Desaparecido el ideólogo éste desapareció.
Terminado el proceso de confección de las listas de candidatos para las Internas Abiertas y Simultáneas del 14-8, donde se borró al peronismo mientras se entronizaba a la supuesta “juventud maravillosa cristinista” de La Cámpora, y donde éste sector desplazó asimismo al sector gremial afín y socio del poder, se comenzaron a notar ciertos rastros de descontento, inicialmente, que se fueron transformando en claras posturas de ruptura entre el peronismo tradicional incorporado al oficialismo -aunque en forma sórdida y callada- en la era Néstor y ahora ninguneados cuando no negados enfáticamente.
Algo muy similar sucedió con el sector moyanista, al que el cristinismo buscó separar totalmente del armado y la confección de las listas de candidatos hasta hacerlos verdaderamente desaparecer de ellas; aquí como en las estructuras del peronismo oficialista comenzaron a notarse con cierta claridad al principio, y mucho más notoriamente luego fisuras, encontronazos hasta terminar por derivar en enfrentamientos sórdidos visualizados a través de las exigencias cegetistas respecto del aumento del salario mínimo, la base imponible para el impuesto a las ganancias aplicadas a los sueldos obreros y la exigencia del llamado a paritarias anticipadas.
Tras los escándalos producidos por la Misión Sueños Compartidos -Schoklender y Bonafini- nunca bien explicados por el funcionariado encargado de controlarlos y hoy en manos de la justicia (más allá de que se encuentre en manos del juez aliado), se desató el conflicto de la falta de pago y de respuestas a los empleados y obreros de esa Misión, a quienes Hebe de Bonafini con un descaro propio de un “patrón de estancia oligárquico” mandó a reclamarle a Schoklender, viéndose obligada a realizar las semanales rondas de la Plaza de Mayo con muy fuerte contralor policial, ese mismo contralor que la Policía Federal -dependiente de la Ministro de Seguridad Nilda Garré- no realiza en los barrios capitalinos o si los realiza, no son realmente muy efectivos por el grado inusual de inseguridad reinante.
Pero como este régimen posee una gigantesca capacidad para dispararse a los pies, a este escándalo mayúsculo y aumentado por la soberbia de la titular de Madres de Plaza de Mayo, se le sumó el de otro de los integrantes “inmaculados” del régimen K como es el juez de la Suprema Corte de Justicia Eugenio Raúl Zaffaroni, a quien la ONG La Alameda, de lucha contra la trata de personas, denunció como poseedor y titular de 6 unidades donde se ejercía la prostitución y el proxenetismo y que además se vino a conocer casi con simultaneidad que este “inmaculado” prohombre del cristinismo, ese que preparaba una reforma constitucional a medida de la eternización de “ella” en el poder, también era un evasor fiscal pues poseía varias cuentas entre Suiza, Brasil y algunos paraísos fiscales.
Otro escándalo donde el involucrado en lugar de responder adecuadamente y republicanamente ante el pueblo argentino, adoptaba una posición de victimización y soberbia muy similar a la de Hebe de Bonafini, mostrando que quizás todo el régimen no tolera las intromisiones investigativas sobre los dislates y los disparates que realizan en el ejercicio de funciones que deberían encontrarse totalmente a disposición de la ciudadanía y a derecho. Pero así como en vida de Néstor los D’Elía, Moreno y compañía patoteaban a cualquier ciudadano que osara criticar al gobierno, durante la era cristinista estos seudo progresistas contestan con soberbia y/o se victimizan ante la sociedad.
Pero a todo esto se le vino a sumar, y para completar el vaso los hechos de Jujuy, que luego de la represión de los QOM de Formosa, terminan por conjugar una actitud que pone de manifiesto definitivamente la diferencia de posturas de éste régimen progre ante similares situaciones de alzamientos sociales. No debemos olvidar que en los dos últimos años el cristinismo debe responder por 14 muertes producidas todas ellas en conflictos sociales y en el terreno de su gobierno o de gobiernos provinciales propios o aliados del gobierno nacional.
Mientras toleraban, o incitaban, a la toma de los terrenos del Indoamericano capitalino, reprimían furiosamente a los maestros santacruceños, los petroleros patagónicos, las comunidades aborígenes de Formosa o a los chacareros y pequeños productores agrarios que protestaban contra políticas antipopulares, o reclamaban por condiciones dignas de sueldo y trabajo, o por la tenencia de la tierra de la que estaban siendo desalojados por empresarios y/o políticos afines al régimen y que se enriquecían a costillas de las necesidades populares.
Las estadísticas de la protesta subrayan durante el régimen K, en contraposición con lo que sucedía en los 90 del menemato, que disminuyen las impugnaciones al modelo económico y vuelven los pedidos típicos de la movilización sindical por salarios y condiciones de trabajo; desde 2005 y en nombre de la “vuelta a la normalidad” se celebró el corrimiento de las fronteras del conflicto social, de lo territorial a lo sindical, pero pocos años después, comenzó a hablarse en los discursos del kirchnerismo del “modelo progresista, nacional y popular”, el cual estaría ligado a la producción y el empleo, y por ende, involucraría conflictos por la redistribución.
Este “relato oficialista” que glorifica el supuesto “modelo”a veces a secas -sin adjetivación-, u otras veces como “nacional y popular”, en los últimos tiempos -y en especial desde la muerte de “él”- se ha visto interpelado desde la conflictividad social, en un caso con la muerte de Mariano Ferreyra desde el mundo sindical develando la trama oscura de la tercerización, precarización laboral y apoyo gubernamental que abren muy fuertes interrogantes sobre la calidad y alcance del relato oficialista del modelo. En otros la explosión de conflictos territoriales vinculados -a veces- a la disputa por la tierra y la vivienda y que se deben incluir en el de tipo socio-ambiental.
Estos conflictos, sumados a la corrupción desenfrenada, son los que toman importancia en todo el territorio nacional, debiéndose tanto a la falta de viviendas -esas que el gobierno dice haber construido a mansalva y que no se visualizan- como al creciente desplazamiento que sufren “pobres urbanos”, “pueblos originarios” y “campesinos” a raíz de la implementación de modelos productivos altamente concentrados, que exigen el acaparamiento de tierras y superficies cultivables para el cuasi monocultivo sojero. Aquí encontramos el problema formoseño, o el actual problema jujeño que terminaron engrosando la lista, ya muy importante, de muertes atribuibles al régimen kirchnerista, y que se esfuerza por esconder bajo la alfombra.
La necesidad de recaudación vía retenciones sojeras lleva al cristinismo a supeditar el supuesto modelo ligado a la producción y el empleo al avance de la frontera agraria que termina por despojar de la tierra, en nombre de los agronegocios, los megaemprendimientos sojeros, turísticos o futuros proyectos extractivos de minerales o combustibles. Tanto el caso jujeño como el sanjuanino, o el santacruceño ilustran el paisaje del pasaje de la industria alimenticia o minera a la agroindustria de la producción de biocombustibles, o la explotación irracional de los recursos naturales, favorecidos por subsidios del Gobierno, o por regalías o reintegros verdaderamente canallescos y antinacionales.
No es casual entonces que la disputa por la tierra, que los pobres y necesitados reclaman para supervivencia y vivienda, choque con la política de expansión territorial que exige este negociado promovido, o como mínimo tolerado, desde los Estados nacional y provinciales, siendo ésta “la otra cara” del “modelo” que florecen en varias provincias argentinas, acercándonos a períodos preperonistas existentes en la primer mitad del siglo XX y durante la segunda mitad del siglo XIX. La oligarquía feudal que se enseñoreaba en el país durante aquellos períodos, hoy vuelve a florecer traspasándose desde la oligarquía terrateniente de los “ilustres” apellidos, a esta nueva oligarquía financiera que malutilizando los dineros subvencionados desde el Gobierno se enseñorea cooptando las riquezas nacionales en su propio beneficio.
Los banqueros y financistas que se codeaban con la dictadura genocida hoy son apasionados concurridores de los actos cristinistas, he aquí otro pedazo del discurso progresista que vuelve a crujir y nos lleva a complejizar lo que se entiende por “modelo”, el efecto contagio de varias ocupaciones se halla impulsado por los punteros o los prebendarios actores sociales del cristinismo -Hebe en algunos casos, Milagro Salas en otros- que dilapidan o se enriquecen personalmente con los dineros de jubilados o del pueblo todo -ANSES y BCRA-. Si bien fue cierto aquello del discurso kirchnerista de no utilizar la represión como “política de Estado”, no es menos cierto que ésta aparece desde hace ya mucho tiempo federalizada cuando los reclamos son en territorios propios.
Son los gobiernos provinciales -todos ellos K- los que apelan a la “represión” a través de grupos especiales, las policías provinciales, las patotas sindicales e incluso guardias privados para llevarlas adelante; los hechos de represión comienzan a ser recurrentes, las muertes lejos de ser esporádicas o casuales, comienzan a banalizarse, tanto como los actos de corrupción de figuras del entramado cristinista o de organismos de DDHH y hasta de miembros de la Corte Suprema de Justicia. El “nunca más” que tanto sufrimiento y dolor le trajo a la memoria colectiva nacional, ha dejado de ser un umbral desde donde repensar la democracia argentina, el paradigma del respeto absoluto a la vida, empieza a entrar en un nuevo tembladeral producto de éste “modelo” impulsado desde el poder.
Los verdaderos DDHH son el derecho a una vida digna, una salud y una educación de excelencia y focalizada en las clases más postergadas para lograr el ascenso social, un ingreso salarial que supere los costos de la canasta alimentaria, de vestir y de vivienda, y una seguridad que nos permita a los argentinos movernos libremente sin temor a ser asaltados, violados o muertos. El derecho a la vida, a la salud, la educación, la vivienda y el trabajo son la base esencial de los DDHH y no aquellos hechos revanchistas que permanentemente miran al pasado; el futuro es lo que nos convoca, y este “modelo”se desintegra a cada paso, porque la corrupción lo carcome y la soberbia les hace negar la realidad.
Dentro de apenas unas horas el pueblo dará su veredicto, y este será inapelable, el relato del “ya ganó” encontrará el primer y significativo freno nacional, que amplificará nacionalmente los frenos impuestos en Tierra del Fuego, Neuquén, Chubut, Capital Federal, Santa Fe y Córdoba -no dejemos de mencionar la realidad de los supuestos triunfos de Catamarca y Salta que se enmarcan en una tónica localista y de familias-, y los desplazados del propio sector gobernante colaborarán a este descalabro al que deberán enfrentarse tanto CFK como esta seudo juventud maravillosa, mercenaria y muy bien paga con los dineros del pueblo argentino.

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