sábado, 15 de octubre de 2011

NO HABRÁ APERTURA CRISTINISTA

Bolilla negra

Una ola de decepción y preocupación se extiende en las filas del peronismo no kirchnerista. Es que después de las primarias del agosto, algunas señales del cristinismo fueron interpretadas como el inicio de una apertura para sumar al gobierno a sectores del peronismo disidente resueltos a deponer las armas. Sin embargo, las expectativas de apertura se están diluyendo rápidamente. Más allá del reciente abrazo entre Carlos Kunkel y Felipe Solá, la Casa Rosada seguiría vetando que a este último se le dé una cuota de poder en el gobierno bonaerense. “Felipe tarde o temprano va a jugar contra Cristina y nosotros no se la vamos a hacer fácil”, sintetizó un conocido operador kirchnerista de la tercera sección electoral. Otro ejemplo serían las reiteradas llamadas del gobernador saliente de Chubut, Mario Das Neves, a Aníbal Fernández. Éste tendría expresas instrucciones de no contestar ésas y otras llamadas. La orden sería clara: Cristina decide personalmente si se le abren las puertas a algún peronista disidente o si, en cambio, se aplica la bolilla negra. La idea dominante es no ceder espacios a figuras no confiables y concentrar los resortes del poder en dos ejes encabezados por Carlos Zannini y Amado Boudou, que expresan respectivamente la centroizquierda K y el nuevo cristinismo heterodoxo.

De más está decir que al gobierno sí le interesa cooptar los votos de muchos de los diputados -y algunos senadores- que están a punto de abandonar los bloques del Peronismo Federal. Pero con los números tal como vienen, por ejemplo, el Frente para la Victoria contaría con quórum propio en la cámara baja y la necesidad de votos ajenos sería cada vez menor, excepto para operaciones de gran envergadura que requieran los dos tercios de los votos, como es el caso de la reforma de la Constitución Nacional.

Adelina operadora

El hecho de que las posibilidades de una apertura del cristinismo sean cada vez menores no impide que por la Casa Rosada circulen operadores habilitados para gestionar determinados acuerdos. Por ejemplo, la ex diputada nacional de la UCD Adelina Dalesio de Viola oficiaría de puente entre el gobierno y el gobernador Alberto Rodríguez Saá, que ahora hace campaña aclarando que no es opositor. San Luis era el último distrito del peronismo rebelde, luego de que el gobernador electo de Chubut, Martín Buzzi, abandonara a su mentor Das Neves para abrazarse al cristinismo. Pero la situación está cambiando rápidamente. El sucesor de Alberto Rodríguez Saá será su ex jefe de gabinete Claudio Poggi. Sin llegar a los extremos de Buzzi, algunos conocedores del tema insisten en que el futuro gobernador empezará a actuar en sintonía con Olivos, marcando el eclipse de la dinastía de los Rodríguez Saá. Otro caso especial es la relación del cristinismo con Juan Manuel Urtubey, un kirchnerista no sólo crítico sino también presidenciable. El gobierno no estaría dispuesto a tolerar la instalación mediática de Urtubey como presidenciable, porque la considerarían un desafío a la autoridad de CFK, que no tiene hoy posibilidad de ser reelecta. Esto hace que sean mirados con creciente inquietud ciertos pasos del salteño. Por ejemplo, en la Casa de Salta en Capital Federal ya estaría funcionando una oficina de Urtubey 2015. Y hasta se dice que algunos de los principales operadores de Eduardo Duhalde, el caso de Julio César Araoz, ya estarían instalados allí con el objetivo de trasvasar los cuadros duhaldistas al nuevo emprendimiento. Todo un revival, porque en el 2003, en la Casa de Salta, el entonces gobernador Juan Carlos Romero puso en marcha al peronismo disidente. 

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