jueves, 21 de julio de 2011

Carta abierta a los soldados kirchneristas

El colectivo de intelectuales que adhiere al kirchnerismo advirtió sobre la desastrosa campaña en la Ciudad. Y sobre el peligro de que una catástrofe el 31 de julio afecta al kirchnerismo en Santa Fe. Los que no quieren que los ayuden. Los por qué. Y los peligros de cruzar de vereda de la filosofía a la política.
La autocrítica no es un ejercicio habitual en el kirchnerismo. Tanto, que un esbozo de reflexión colectiva más o menos exaltada amenaza con convertirse en un hito en la historia cultural de este fenómeno político.
Cada párrafo del debate ocurrido el pasado sábado en la Biblioteca Nacional, la sede y el día de reunión del colectivo “Carta Abierta”,ha provocado ecos diversos y está siendo utilizado por el antikirchnerismo para mostrar el estado de conmoción en que se habría sumido el oficialismo después de la dura derrota que le infringió Mauricio Macri en la Ciudad de Buenos Aires.
En primer lugar, “Carta Abierta” ni siquiera es “el kirchnerismo”, por lo cual menos puede decirse que representa la visión del Gobierno. Los intelectuales que se encuentran bajo ese paraguas coinciden en mayor o menor medida con ciertas políticas de las administraciones Kirchner, tanto de la primera como de la segunda. Esto no impide que, de lejos, se lo vea como un agrupamiento de justificadores de los errores y panegiristas de los aciertos del Gobierno. De hecho, si una crítica ha resonado desde los propios sectores del progresismo nacional es la condición de intelectuales orgánicos del kirchnerismo que han adoptado algunos de sus referentes, en especial Ricardo Forster y Horacio González, por citar solo a dos de los más conocidos en el escueto mundo de la política y los medios.
Lo que más se destaca de los análisis realizados durante el fin de semana es que Forster asumió que, obviamente, “la Ciudad de Buenos Aires está perdida”, pero lo más llamativo de su argumentación radica en el hecho de que advirtió que, si el kirchnerismo sigue por este camino, el resultado final podría ser de 70 % para Macri y 30 % para Daniel Filmus. En 2007, la segunda vuelta entre los mismos dos contendores terminó con un 60/40 que ahora se avizora como inalcanzable para este sector de la intelectualidad porteña ligada al kirchnerismo. Y, según Forster, lo “grave” es que el resultado “influye” sobre las chances de Agustín Rossi en la provincia de Santa Fe, el próximo domingo.
Ya en el plano de lo que implica el triunfo del PRO, y haciendo una comparación con el “pensamiento monótono” de Europa, Forster atacó“el cuentapropismo moral y el individualismo a la enésima potencia” que impulsaría los votos que atrajo el actual jefe de Gobierno porteño.
En un notable derrape de su “autocrítica”, el filósofo advirtió que la palabra “asco” que utilizó el cantautor Fito Páez en su ya famosa nota en Página/12, fue “inventada por el nazismo y el fascismo para exterminar a seres humanos, no son palabras que debemos pronunciar”.
No obstante, aplaudió la intención -que le atribuyó a Fito- de agitar y elevar el voltaje de “una campaña de cuarta, pobre en el peor de los sentidos, berreta y cobarde”. Este último adjetivo se lo colgó a Filmus, un sociólogo de Flacso que es uno de los pocos intelectuales que se atrevió a dar el salto a la política, quemando las naves de una trayectoria académica bastante aceptable.
Por su parte, Horacio González, el bibliotecario nacional, recordó que participó en varias marchas durante la campaña de Filmus, una de las cuales, la de Parque Centenario, resultó “escuálida” dado que no los“escucharon ni los cisnes”. Se refirió además al senador porteño como a cargo de una conducción política “inhabilitada, ciega, muda, sin palabras, que no está en condiciones de balbucear nada”.
El editor general de Colihue, Aurelio Narvaja, dijo a su turno que la única idea que conoce para el ballottage es la de un acto en el Obelisco con banderas diciendo “Chau Macri”. “Es una perfecta pelotudez”,opinó, elevando el nivel de la crítica. “Tenemos que ganar la calle con alegría. Campaña más aburrida que la nuestra, sólo la de De la Rúa”, concluyó (No, no propuso contratar al mago sin dientes).
Paralelamente, y en un ejercicio de liberalidad que seguramente justifique la aprehensión que le despertaban a Néstor Kirchner, los intelectuales de “Carta Abierta” apuntaron contra “6-7-8”, el programa en la TV oficial al cual le reprocharon que “le saltaran a la yugular (a otros pensadores progresistas) porque se les ocurrió plantear algunas críticas”.
“¡Eso es imbecilidad estructural! Tenemos que ir más allá de la ceguera nacional y popular”, fustigó Forster.
González, por su parte, siguió rescatando el programa que produce Diego Gvirtz, pero consideró que tiene que hacer “revisiones muy importantes”, como si se tratara de un instrumento político apto para convencer a las masas neutrales de la necesidad de apoyar “el modelo”. Para el director de la Biblioteca Nacional, sus productores “tienen que revisar el modo en que se constituye al sujeto hablante que va a hablar con el verdulero, que se constituyó como sujeto que, hablante o no hablante, ya no sólo vota a favor de lo que le proporcionó una buena situación económica, vota como parte de una red compleja”. En su “slang”, González parece enterarse de que los ciudadanos de a pie no pueden sea arreados desde ese tipo de herramienta, y le reclama más profesionalismo a sus productores.
Hasta aquí, la catarsis. Vamos a intentar una separación de la paja del trigo.
Resulta extraña esta explosión de sinceridad. Extraña porque le atribuye a Filmus casi toda la responsabilidad de una campaña nonata, cuando en rigor se trató de una candidatura, la suya, que no contó con la bendición de la líder absoluta del postkirchnerismo en ciernes, la presidente Cristina Kirchner, quien parece haberse conformado -encuestas mentirosas en mano- con repetir la elección del 2007. Cristina no jugó nada en la Ciudad para no hacerse cargo de la derrota. Ahora se preguntan si una caída todavía más catastrófica que la prevista no podría influir en la performance del santafesino Rossi.
Para los “hablantes” de “Carta Abierta”, la campaña por el ballottage ni siquiera empezó. Y lo peor es que todo indica que probablemente nunca vaya a hacerlo. Con ese panorama, resulta casi seguro que se complicará la posibilidad de mejorar la performance de hace cuatro años. Las primeras encuestas indican que, frente a la desorganización de la oposición K en la Capital, Macri ya roza el 65% de la intención de voto de cara al 31 de julio.
Ahora bien, metido a analizar el escenario electoral, lejos de la filosofía política, Forster asumió que una debacle en la Ciudad podría afectar a Rossi en Santa Fe. En rigor, lo que hizo fue advertir lo que el Gobierno ya casi descuenta: que Miguel Torres del Sel, el candidato del PRO, podría desplazar al jefe del bloque kirchnerista en la Cámara baja del segundo lugar en la preferencia de los santafesinos. El propio Del Sel le agradeció el “pase”que le dio el senador Carlos Reutemann cuando aclaró, el lunes 18, que no era kirchnerista. En este sentido, la declaración de Forster buscaría operar como un anticipo para atemperar el impacto de ese hecho, estaría tratando de “exorcizar”una futura derrota.
Más allá del voluntarismo que esta postura implica, hay que decir que los integrantes de “Carta Abierta” que hablan públicamente no se ganarían ni medianamente el pan como analistas políticos. Salvo que pensemos que en sus afirmaciones existe una cuota de cálculo político para dejar fuera de todo riesgo a Cristina. Puede que Forster esté en eso; difícilmente González.
La “autocrítica” de los intelectuales kirchneristas se preocupa del “ombligo” capitalino como si la Ciudad fuera una caja de resonancia todavía mayor de lo que es; y, consecuentemente, como si ellos tuvieran una importancia que en rigor no tienen. “Carta Abierta” le ha servido al kirchnerismo, pero no puede asegurarse que haya ocurrido lo mismo en sentido contrario. Más bien, tanto Kirchner como Cristina supieron echar mano de ese espacio cuando lo necesitaron. Y no hubo mucho a cambio, más allá del espacio que las declaraciones de algunos de los “pensantes” han ocupado y ocupan, casi exclusivamente en los medios oficialistas. Basta leer “El flaco, diálogos irreverentes con Néstor Kirchner”, de José Pablo Feinmann, para entender el lugar que el ex presidente les asignaba en su universo personal y político. Y aunque Cristina es más amigable en su relación con la intelectualidad, tampoco con ella la relación ha sido fácil.
Debates como los del sábado pasado, en los que se expresan posiciones histéricas, derrotistas, altaneras, egocéntricas, reflejan la histórica relación de distancia que el peronismo mantuvo con los intelectuales que lo rondaban. A pensadores como Forster o Feinmann siempre les resultó incómoda la verdad del peronismo, que recibe inmensos caudales electorales a pesar de que -o porque- ejerce el poder con maneras rudas, incivilizadas. Cristina y su modo de hacer política son, en ese sentido, una tremenda incomodidad cultural para los pensadores para-peronistas. Y, además, Cristina gira en el vacío, sola, sin que parezca necesitar a nadie. Ni siquiera a alguien que describa su hacer con un épico relato

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