lunes, 1 de agosto de 2011

PROPIEDAD PRIVADA "PROHIBIDO PASAR "

Disculpe que le pregunte, pero ¿esto sirve para algo?
Una sociedad que roba a un individuo el producto de su esfuerzo... no es estrictamente hablando una sociedad, sino una revuelta mantenida por violencia institucionalizada.”
“El estatismo sobrevive saqueando; un país libre sobrevive por la producción.”
“El capitalismo ha sido el único sistema de la historia en el cual la riqueza no se ha adquirido mediante saqueo, sino mediante producción, no por la fuerza, sino mediante el comercio, el único sistema que ha defendido el derecho de los hombres a su propia mente, a su trabajo, a su vida, a sí mismos.
“No hay diferencia entre comunismo y socialismo, excepto en la manera de conseguir el mismo objetivo final: el comunismo propone esclavizar al hombre mediante la fuerza, el socialismo mediante el voto. Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio.”
Ayn Rand
Hace un par de días fui caminando por la calle Uruguay hasta las proximidades de la Avda. Corrientes, aquí en la Ciudad de Buenos Aires, en búsqueda de un letrero que dijera “Propiedad Privada. Prohibido Pasar” o algo por el estilo.
A pesar de que en dicha zona existen varios comercios que se dedican a la venta de carteles me fue difícil dar finalmente con un negocio que tuviera uno con tales características.
Una vez allí le pregunté al comerciante si podía llevarme el que había identificado y me dijo que no tenía stock porque “a esos carteles nadie los pide”. De manera que lo encargué y regresé en dos horas a retirarlo.
Luego de abonarlo y mientras finalizaba de envolverlo, el señor del negocio -un hombre de mediana edad- levantando la vista me miró a los ojos y me espetó: “Disculpe que le pregunte, pero ¿Esto sirve para algo?”
Mientras regresaba del negocio a mi lugar de trabajo me “cayó la ficha” e inevitablemente me puse a pensar por qué extraño motivo el comerciante me habría preguntado eso. Más temprano que tarde, me percaté, para mi espanto, que el interrogante significaba ni más ni menos que poner al explícito desnudo una de las razones – o tal vez, la principal de las razones-que explican nuestra decadencia desde hace por lo menos 70 u 80 años: se ha borrado de la mente y del corazón de los argentinos la noción del derecho de propiedad. La misma no sólo ya no se encuentra internalizada en nosotros, sino que, incluso, hasta sorprende que alguien pretenda efectuar con éxito alguna manifestación para hacerla valer ante terceros.
Desde hace ya largo tiempo, los políticos, los “intelectuales”K y no K, los bienpensantes, los progresistas, una gran cantidad de juristas y muchos sujetos más nos vienen atiborrando en forma pública y privada con toda clase de loas a la redistribución de la riqueza, al derecho a recibir bienes o prestaciones en forma “gratuita”, a la legitimidad de la alteración o incumplimiento de los contratos en ciertos -muchos- casos, a la preeminencia de la preclara inteligencia del Estado a través de sus funcionarios para decidir qué, cuánto, cuándo y cómo se debe producir -y ganar- y un larguísimo etcétera de monsergas de similar tenor.
El respeto y el sostenimiento del derecho de propiedad, siempre ausentes. O aún peor, se anatematiza a sus defensores a punto tal que muchos hombres públicos que están convencidos de la esencialidad del mismo como condición necesaria del bienestar de todos y cada uno, a lo sumo ensayan tímidamente balbuceantes defensas vergonzantes -tan fuerte es la ola “progre”...
Reflexionemos si los siguientes hitos que han tenido lugar en nuestro país desde hace diez años a esta parte -podríamos remitirnos sin demasiada dificultad a episodios anteriores, pero el agravamiento y reiteración de los mismos en los últimos tiempos han sido exorbitantes- pueden razonablemente conducir al bienestar de cada uno de nosotros y si permiten mantener la armonía y la concordia:
• La pesificación de los depósitos bancarios de comienzos del 2002.
• La grosera intromisión del Estado alterando los contratos entre particulares, especialmente en lo que respecta a la moneda de pago, que también data de la mencionada fecha.
• La conculcación procesal del derecho de los acreedores, mediante innumerables normas que impidieron, demoraron u obstaculizaron el desarrollo de los juicios tendientes a obtener el cumplimiento de los contratos, especialmente, en casos de préstamos con garantía hipotecaria.
• La confiscación de nuestros aportes administrados por las AFJP.
• La despreocupada tolerancia -y hasta simpatía de funcionarios y particulares- en casos usurpaciones de predios e inmuebles.
• La exorbitante presión impositiva -que para peor se “vende”a través de los medios masivos de comunicación como algo bueno, justo, necesario y generador de riqueza...
• Las exacciones continuas, demenciales y vejatorias efectuadas sobre el sector agropecuario a través de la imposición de retenciones, cupos de exportación y otras medidas de similar tenor.
• La exacerbación hasta el delirio de las trabas burocráticas implementadas por el Estado Nacional, los Estados Provinciales y los Municipios, para emprender y producir.
Podría seguir listando toda la noche, pero en homenaje a la brevedad y por pudor no lo voy a hacer. Ya sabemos de qué estoy hablando. Y sabemos que el listado de “virtuosas” conductas que anteceden no han sido privativas del sector público ni tampoco de un gobierno o partido en especial. Las mismas condicen con nuestra actual idiosincrasia, porque en todos o en muchos casos por acción u omisión, implícita o explícitamente las hemos -me incluyo- aceptado, tolerado, apoyado o incluso fomentado y alabado.
Las mencionadas conductas, no son ni más ni menos que manifestaciones patológicas del dramático desgarramiento del derecho de propiedad que venimos padeciendo desde hace largos años, prohijado por las banderas dirigistas, estatistas y socializantes que han infestado nuestro espíritu desde hace siete u ocho décadas a esta parte.
Así, el respeto y sostenimiento del derecho de propiedad, se han venido reemplazando por ideas y actitudes que únicamente pueden conducir al desastre para todos y cada uno -ricos, de clase media y pobres-. En el corto plazo tales ideas y actitudes pueden presentarse o querer ser presentadas como “buenas”,“piolas”, “con swing” -en el lenguaje de algunos capitostes culturosos- “humanas”,“justas”, “liberadoras” -en el idioma de los “intelectuales” de izquierda, tan mediocres y tan propensos a creerse iluminados y con derecho a mirar a los demás“desde arriba”, etc., etc.
Algunas de esas ideas y actitudes que nos conducen al suicidio:
• La riqueza es estática. De modo que para que a los que menos tienen le vaya mejor, hay que sacarle un pedazo de torta a los que más tienen. Ignorancia crasa: la riqueza se crea y recrea en forma dinámica y resulta imposible generar riqueza pretendiendo jugar a ser “Robin Hood”. Y si no se genera riqueza, siempre va a haber pobreza y estancamiento.
• Es legítimo y necesario sacarle la utilidad a alguien para dársela a otro. Esta idea está emparentada con la anterior, pero se erige con entidad propia porque supone algunas manifestaciones concretas como por ejemplo, la de la concepción de la “apropiación y redistribución de la renta extraordinaria”, que recurrentemente se pretende implementar en los últimos tiempos -vgr. confiscando la utilidad de los productores agropecuarios-. Esta idea es:
A) Profundamente autoritaria, ya que supone que hay alguien -un funcionario o grupo de funcionarios estatales- iluminado y de intachable envergadura moral que está en condiciones, puede y debe decidir cuándo la utilidad es poca o es mucha -es normal o extraordinaria- y que ese sujeto tiene derecho a arrebatar patrimonios a determinadas personas para dárselos a otras.
B) Moralmente irresponsable -al punto del “dolo eventual moral”, si se me permite este giro jurídico- , porque supone que un sistema de tal naturaleza no produce ni genera necesariamente corrupción.
C) Carente de la más mínima fundamentación empírica que la avale. ¿En qué se basan los “redistribucionistas” para sustentar que un grupo de funcionarios y burócratas tienen mayor lucidez y aptitud moral que los individuos interrelacionándose espontáneamente, para determinar cuándo se gana poco o mucho?
D) Ridículamente ingenua: supone que el sujeto exaccionado, al cual se le arrebata su riqueza, va a seguir produciendo y generando riqueza para que se la lleven otros. ¿No han bastado, entre otros “experimentos sociales” 70 años de Unión Soviética, Gulags incluidos, y otros patéticos colgajos contemporáneos como Cuba y Venezuela para desmentir a los “redistribucionistas”?
E) Promotora del clientelismo y de la denigración de la persona humana -al punto de la reducción a servidumbre-, porque posibilita y fomenta mecanismos de sometimiento de los beneficiarios de la distribución, alos cuales les cae el “maná del cielo estatal”.
F) Hipócrita, porque en la generalidad de los casos es raro que quien sustenta ideas “redistribucionistas” comience por redistribuir lo suyo a favor de quienes tienen menos que él -que siempre los habrá, no importa cuán rico o pobre sea el corifeo de esta teoría-.
G) Promotora de la ineficiencia crónica, porque no establece incentivos para que cada individuo aplique su esfuerzo, creatividad e inventiva para progresar y procurarse su propio sustento. Por el contrario, desalienta las conductas eficientes, al establecer castigos para el que obtiene beneficios y estimula las ineficiencias de los receptores de las dádivas.
* Las cosas son gratuitas. Podríamos llamar a esto “el mito de la gratuidad”, que consiste en sostener que tenemos derecho a acceder a bienes y servicios sin afrontar sacrificio económico alguno para obtenerlos, lisa y llanamente porque ningún sacrificio económico requieren para su obtención. Según los sostenedores del mito, algunas cosas, o mejor, casi todas las cosas -sea el fútbol, los plasmas, las milanesas, la energía eléctrica, las prácticas médicas, los servicios educativos, etc.- son o deben ser gratuitos, porque no tienen costo y nadie paga para obtenerlas o producirlas. Si esto fuera así, los argentinos habríamos descubierto la piedra filosofal y revolucionado la ciencia económica: es posible crear algo de la nada y los bienes, lejos de ser escasos, son omnipresentes e ilimitadamente abundantes. Lo peor del caso es que de tanto que se repite y machaca esta idea por los medios de comunicación hay gente que en forma consciente o inconsciente cree y vive como si esto fuera así, sin darse cuenta que si alguien consume algo sin pagar, el costo inevitablemente se lo está trasladando a otro. Interesante: la izquierda se dice promotora del altruismo y la solidaridad y a la vez apoya cuanta iniciativa anda por ahí que fomenta la gratuidad, lo cual implica necesariamente recargar coercitivamente -a la fuerza- sobre los hombros de otro -muchas veces más pobre- los consumos que alguien realiza. ¿Es que no perciben la contradicción o son lisa y llanamente hipócritas?
* Existen derechos vitalicios, sin obligación de contraprestación. Según esta idea, hermana del mito de la gratuidad, y que podríamos llamar “derecho a beca de por vida, universal e incausada”, la entelequia llamada “Estado” tiene que garantizar para siempre determinados derechos -como, por ejemplo, a la vivienda, a la asignación universal por hijo, etc.- sin que al beneficiario se le exija contraprestación concreta, efectiva y eficiente alguna. Difícilmente pueda rechazarse la idea de que cada persona deba acceder a determinadas prestaciones básicas, pero el principio debe ser que cada uno debe conseguir las mismas mediante su propio esfuerzo y no recargándose compulsivamente sobre otro -”polucionando” coercitivamente a otro-.Sin dejar de sostener que el altruismo sólo puede sustentarse y basarse en forma sana, perdurable y compatible con la libertad, en la caridad espontánea, desde un enfoque “político-social”, una cosa es pretender una ayuda coercitiva -es decir, impuesta por el Estado a otras personas- de carácter excepcional, lo más transitoria posible y sujeta a contraprestación y otra muy diferente es sostener el derecho a universalizar y eternizar la ayuda sin ofrecer nada a cambio. Los progresistas y otros sostenedores del fracasado Estado de Bienestar -si se quiere un ejemplo patente, véase lo que está sucediendo actualmente en la mayoría de los países europeos- parecen no querer darse cuenta de que si no se incentiva el trabajo, la creatividad y el esfuerzo, inevitablemente se fomenta la pereza, la falta de iniciativa, la vagancia y el envilecimiento del ser humano, con sus consiguientes consecuencias sociales y económicas.
* Riqueza estática, “redistribucionismo”, “mito de la gratuidad” y “derecho a beca de por vida, universal e incausada” son la contracara del respeto del derecho de propiedad. Y mal que les pese a los integrantes de la runfla de dirigistas, “progres” y sujetos de similar pelaje, únicamente el respeto del derecho de propiedad puede conducir a la prosperidad para todos y cada uno. Estos individuos -algunos, incluso, en forma honesta, en el sentido de que tal vez creen sinceramente lo que sustentan- destrozan cotidianamente con su prédica y sus actos los fundamentos de la riqueza de los habitantes de cualquier Nación.
* El respeto irrestricto y simultáneo a la vida, a la propiedad y a la libertad son los únicos fundamentos razonables del respeto a cada persona y de la prosperidad.
* Ah, me olvidaba... Tal vez a esta altura no tenga demasiada importancia, pero a la pregunta del comerciante acerca de si el cartel iba a servir para algo, lo miré por unos instantes y no sin cierta perplejidad le dije: “Espero que sí, lo tengo que llevar a Uruguay.”

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