jueves, 18 de agosto de 2011

UNA ESTRATEGIA CON SERIOS RIESGOS

La oposición empieza a convertir octubre en una elección legislativa
En los bunkers opositores no sólo se siente todavía el efecto paralizante de los resultados de las primarias, sino que falta un elemento esencial para replantear la estrategia para el 23 de octubre. Recién a partir del lunes algunas encuestadoras les arrimarían a Ricardo Alfonsín, Eduardo Duhalde y Hermes Binner los primeros sondeos después del 14. A partir de los nuevos números se podría empezar a vislumbrar si el “huracán Cristina”mantiene su fuerza o si en la primera vuelta el gobierno puede sufrir una baja de votos importante. Entre las muchas preguntas que se abren, está también si el grueso del electorado opositor seguirá fiel a su voto en las primarias o migrará en cambio a la búsqueda de un candidato que polarice con el gobierno. Por lo pronto, la primera reacción es defensiva: todos buscan asegurarse la mayor cantidad de bancas posibles. Así es que las negociaciones reservadas entre Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde prosiguen a toda máquina. La variante de máxima sería una ruptura entre De Narváez y Alfonsín, que algunos consideran demasiado riesgosa. La de mínima es un pacto en el cual Pepe Scioli renunciaría a su candidatura a senador para facilitar que Hilda Chiche Duhalde consiga esa banca, en tanto que Eduardo Amadeo se bajaría para que De Narváez aumente su caudal para la gobernación. Por su parte, Elisa Carrió empezó a convocar al corte de boleta a favor de sus candidatos a diputados y Ricardo Alfonsín empezó a explicar que hay que “equilibrar el poder en la Argentina” y puso el acento en el Congreso, para “garantizar una presencia suficiente de fuerzas”. En otras palabras, algunos presidenciables ya están girando su mensaje en dirección a convertir el 23 de octubre en una elección legislativa. Javier González Fraga consolidó esta línea al sincerarse diciendo que era casi imposible vencer a CFK.
Como va la cosa, la propuesta opositora parece orientarse a proponerles a los independientes que voten a Cristina y corten boleta apoyando a las listas de diputados de la oposición. Votar un presidente del oficialismo y legisladores de la oposición no se compadece con nuestra tradición electoral. Acá el que gana generalmente se lleva todo.
Un fracaso ya probado
Además y como era previsible, Mauricio Macri ya adelantó que, vistos los bajos guarismos obtenidos por Alfonsín y Duhalde, el PRO se mantendrá neutral, fortaleciendo así aún más al Frente para la Victoria.
Si Alfonsín, Duhalde y Binner terminan haciendo campaña con eje en que haya mayoría opositora en el Congreso, se exponen a nuevos riesgos para la primera vuelta. Desde el 10 de diciembre del 2009, la oposición tiene mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado hay una mayoría móvil que, según los casos, oscila entre la oposición y el oficialismo. Pese a esto, durante todo el 2010 los bloques opositores prácticamente no consiguieron sancionar ninguna ley que modificara las políticas de la Casa Rosada. La excepción fue el 82 por ciento móvil para las jubilaciones, que el Ejecutivo vetó sin contemplaciones y sin pagar mayor costo político. En minoría, el kirchnerismo se las arregló perfectamente para bloquear en el Congreso a una oposición ineficiente y sin vocación de poder. En definitiva, ya está probado el fracaso del predominio opositor en el Congreso.
Este panorama actual prácticamente invalida la supuesta importancia de que en octubre CFK sea reelecta con un Congreso con mayoría opositora. De ser así, el riesgo para Alfonsín, Duhalde y Binner es que la respuesta del electorado sea darle a Cristina la suma del poder, incluyendo la plena restitución del control del Congreso.

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