jueves, 15 de septiembre de 2011

COFRADÍA

COFRADÍA
Junta de ladrones o rufianes, define “COFRADÍA” el Diccionario de la Real Academia Española.
Nunca más acertada esta definición para el kirchnerato cleptómano, que se nutre de lúmpenes de toda laya y color, en procura de obtener sus objetivos, todos los cuales convergen en la acumulación de riquezas sin límite.
Pero esta asociación ilícita oficial no está sola, tiene a su alrededor toda una serie de satélites que los proveen de dinero e impunidad, tanto en sectores privados como públicos.
Conocedora del valor del triunfo, en esta sociedad exitista, filicida y caníbal, la cofradía hace ostentación de su poder sin disimulo ni pudor.
Frente a la tragedia del paso a nivel en Flores, que cobrara la vida de -cuando menos- 11 personas y más de 230 heridos, nuestra botóxica bipolar presidente ni siquiera tuvo un gesto de condolencia, en contraposición a la solidaridad del Santo Padre. Las obras que podrían haber evitado la tragedia no se hicieron por su encono hacia el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, no obstante depender del Ministerio de Planificación de la nación, a cargo del cajero Julio De Vido.
Pero también sería interesante saber quiénes fueron los que promovieron amparos para impedir dichas obras, y fundamentalmente quiénes los jueces que hicieran lugar a esas medidas de excepción.
Tal muestra de desprecio de la presidente de “todos y todas” es coherente con su conducta abandónica y meliflua, enfrascada en su discurso unidireccional contra el periodismo independiente al que hace responsable de todos los males que padecemos.
Nada dijo “la Cristina” de su negativa a soterrar el ferrocarril, no obstante dilapidar millonarios fondos en megaemprendimientos frustrados, frustrantes y fraudulentos.
A guisa de ejemplo todavía se siguen derrochando millones en la “recuperada” Aerolíneas Argentinas, con el absurdo supremo consistente en mantener al día una empresa “virtual” de aerolíneas como LAFSA, nombre que oculta desfachatadamente su calidad de FALSA, con superlativo número de directores, gerentes y empleados, y sin aviones ni rutas aéreas. Esta burla a la sociedad supera la estafa moral y material hacia nuestros ancianos, a quienes la Reina vetó el 82% móvil que oportunamente aprobara el Congreso Nacional.
Su aviesa conducta también la llevó, en el colmo del paroxismo, a vetar la Ley de Protección de Glaciares, no obstante haber sido ella misma quien la envió al Parlamento para su aprobación.
Mientras tanto, la supuesta oposición se regodea con el show montado por un delincuente acorralado, hasta poco tiempo atrás cómplice y partícipe necesario del saqueo de fondos públicos. Esa especie de stand up a cargo del siniestro Sergio Schoky Schoklender quedará en la Historia como una muestra más de la decadencia y degradación que generara el kirchnerismo en nuestra sociedad.
Los títeres de la supuesta oposición, tanto legisladores como diputados y senadores, gustosos de compartir el festín, incumplen y omiten sus deberes como funcionarios públicos y sólo se desgañitan para la tribuna, en vez de reclamar a jueces y fiscales que cumplan su rol magistral.
Si todavía siguen impunes los autores intelectuales y materiales de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, ¿qué podemos esperar los sufridos ciudadanos que vemos impávidos cómo nos saquean, roban y matan?

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