jueves, 15 de septiembre de 2011

LAS MANIOBRAS PRESIDENCIALES

Cristina, París, Menem y Massa

La semana parisina de CFK se originó en una medida de precaución: no estar presente en el país cuando Carlos Menem fuera absuelto por el Tribunal Oral en lo Penal Económico N° 3 en el proceso por el envío de 6000 toneladas de armas del Ejército a Croacia y a Ecuador. Celosa de la ventaja acumulada en las primarias del 14 de agosto, la presidente temió que los presidenciables de la oposición formaran un coro para acusar al gobierno de haberle garantizado la impunidad judicial al ex presidente. Javier Fernández, Auditor General de la Nación, fue el operador principal de la absolución no sólo de Menem sino también de su ex cuñado y ex asesor Emir Yoma, el ex ministro de Defensa Oscar Camilión y el resto de los acusados. La delicada cuestión tuvo, en definitiva, un bajísimo costo para el gobierno. Fernández habría cumplido brillantemente su misión y la oposición hizo en general la vista gorda al tema, escuchándose escasas críticas al fallo. Ni mucho menos los presidenciables opositores se ocuparon de que el juez federal Norberto Oyarbide prorrogara por cuarta vez consecutiva el secreto de sumario en el caso Schoklender. Una cuenta sencilla indica que, como van las cosas, la causa llegaría al 23 de octubre con alrededor de 10 prórrogas del secreto de sumario. Todo con el obvio propósito de evitar que el explosivo expediente potencie un escándalo al que la Casa Rosada le cuesta sacar de la tapa de los diarios.
Sergio volvé, te perdonamos
Sin embargo, el hecho de que la oposición no haya logrado reponerse del efecto primarias, no haría que Cristina baje la guardia. Antes de partir hacia París, a través de uno de sus operadores bonaerenses, le habría hecho llegar un mensaje al intendente de Tigre, Sergio Massa, que está disputando cómodamente su reelección. El ex jefe de gabinete no sólo sería indultado por la Casa Rosada luego de sus gestos de rebeldía y de su violenta reyerta con Néstor Kirchner en junio del 2009. La idea presidencial sería que Massa vuelva al gabinete nacional, tal vez como Ministro de Desarrollo Social, dejando la intendencia en manos de su mujer, Malena Galmarini, actual candidata a concejal. El rescate cristinista de Massa estaría pensado por su efecto a varias puntas. Para empezar, se rompería así el eje Scioli-Massa que tanto preocupa en Olivos, y aquél debería cuidarse cada vez más ante la probable confluencia de Massa y Gabriel Mariotto para acotar el espacio de maniobra del sciolismo y de su nuevo operador, el archirrival de Massa Alberto Fernández. Pero también, matando dos pájaros de un tiro, a Cristina le interesaría privar al presidenciable Juan Manuel Urtubey de la posibilidad de una cabecera de playa en Tigre. Es que Massa no dejó en ningún momento de jugar a dos bandas con Scioli y Urtubey. Sólo que ahora, en definitiva, pasó a jugar en tres bandas. Aun desde París, CFK no olvidaría las enseñanzas de su difunto marido y se concentraría en el tablero bonaerense. Es así que para el gobierno ahora es cada vez más importante que Jorge Macri sea derrotado por el eterno Enrique “Japonés” García en la lucha por la intendencia de Vicente López. Las relaciones actualmente fluidas entre Mauricio Macri y la Casa Rosada tienen límites. El cristinismo admite al PRO como opositor complaciente, pero dentro del perímetro de la General Paz. Si el macrismo triunfara en un distrito clave como Vicente López, podría proyectarse como fuerza provincial, complicándole las cosas al kirchnerismo, que sueña con la extinción del duhaldismo y un denarvaísmo domesticado.

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