miércoles, 7 de septiembre de 2011

La bipolaridad como interrogante. ¿Conciliadora o confrontativa?

La bipolaridad como interrogante. ¿Conciliadora o confrontativa?
Las dos caras de Cristina y su bipolaridad se están poniendo nuevamente de manifiesto, el interrogante cubre su posible segundo mandato y si bien desde la muerte del ex presidente apaciguó su estilo público y llegó al clímax la noche del contubernio y el fraude, desde la presentación de los cómputos definitivos realizado por Randazzo emerge nuevamente su estilo confrontativo
Florencio Randazzo no es un hombre de reacciones viscerales propias, y mucho menos tiene ese espíritu confrontativo que esgrimió contra los medios de prensa al comunicar el escrutinio final del fraude mas abyecto de que se tenga historia en más de cien años de historia nacional, por lo que es dable esperar y pensar que lo hizo por expresa indicación de “La Jefa” quien así volvió a esgrimir su permanente actitud confrontativa a la que nos tuvo acostumbrado durante su gobierno en vida de Néstor.
Es cierto que el Ministro estaba defendiendo su propio fraude -mejor dicho su trabajo- cuestionado por algunos políticos opositores y por los jueces electorales Manuel Blanco y Romilda Servini, a quienes no atacó pero directamente ignoró dando por sentado que las críticas y denuncias e éstos no eran tenidas en cuenta por el Gobierno que por primera vez sustituyó a la Justicia Electoral en la realización de los escrutinios, ya que de su buen desempeño en ese nuevo rol puede depender su futuro y las aspiraciones que él tiene respecto de éste.
Mostrando la coherencia existente entre el fraude del escrutinio provisorio y el contubernio del escrutinio definitivo -ya que casi nadie lo cuestionó y casi todos, incluidos los medios lo dieron por bueno- Don Florencio que se apoyó en este segundo realizado por la Justicia Electoral que dio por válidas las actas cuestionadas y verdaderamente “truchadas” por los supuestos orientadores oficialistas y hasta por las autoridades de mesa en muchos casos muy partidarias, aprovechó la ocasión para reiniciar los ataques contra aquellos elegidos como contrincantes.
Elegidos que fueron como partenaires para borrar de la escena a la oposición, que dicho sea de paso, hizo mucho para coincidir con lo pretendido por el oficialismo, la realidad terminó desacomodando al Ministro ya que debió avisar que para octubre la Junta Electoral cambiará a los presidentes de mesa donde las irregularidades fueron más escandalosas, dejando la impresión clara que las PASO fueron el proceso electoral más “desarreglado” en, por lo menos, 28 años de democracia reciente, y esas irregularidades descriptas por los jueces federales sólo hubieren podido ser corroboradas definitivamente revisando cada una de las urnas cuestionadas, cosa que no se hizo por la escasez de tiempo existente entre las PASO y los tiempos electorales hasta Octubre.
Los votos sobrantes del oficialismo y los faltantes de la oposición, específicamente de Alfonsín y de Duhalde corroborados por Servini y Blanco, más las “intromisiones” descaradas denunciadas por Servini se contrapusieron con los tiempos requeridos para realizar las “elecciones verdaderas”, y esas que en definitiva van a marcar la victoria o la derrota del cristinismo y del pueblo argentino todo, y de su futuro inmediato. El cortísimo plazo impuesto por la “reforma” kirchnerista de la ley electoral y la imposición de las PASO formó parte de su negocio político, siendo la oposición convidado de piedra ya que se impuso durante el período en que el sector K detentaba una mayoría absoluta en ambas cámaras.
La ira de Florencio no era otra cosa que la de un gobierno que vio como la ciudadanía asistía azorada a un fraude y un contubernio a la que no estaba acostumbrada desde el regreso democrático, y que era sólo contada por la historia argentina como un mal del pasado lejano, pero además existió en esa mañana también una interpretación maniquea de parte del“comunicador oficial”. Ese derecho que tiene cualquiera de realizar interpretaciones de los hechos, más allá de que no tengan ninguna similitud con la realidad, es lo no cuestionable, lo otro la crítica y la desconsideración es otro cantar.
Los únicos intentos desestabilizadores o agraviantes para con el sistema republicano y democrático los llevó a cabo INDRA y el gobierno cristinista, la supuesta instalación del clima de sospecha sobre las PASO las realizó la justicia a través de dos de sus jueces federales; ningún diario, ni radio, ni canal televisivo -como casi ningún dirigente opositor- planteó la posibilidad de un fraude o de ningunear la supuesta victoria apabullante e irreal de Cristina, tamaña ofuscación oficialista le impidió a Randazzo reparar que fueron los jueces federales y Duhalde quienes contradijeron al coro de adulones y aceptadores mediáticos.
Ese día de furia K sirvió para redescubrir la nueva/vieja faceta que se atisban en el horizonte cercano, las singularidades que la pareja presidencial entienden del ejercicio del poder, la moderación vuelve a parecer que no tendrá cabida en un posible segundo mandato de CFK, detrás de esta avanzada se está recortando, inconfundible, la figura y la sombra omnipresente de Cristina, tanto como en vida era la de Néstor. Esta no se condeciría con el perfil que ella se ocupó de cultivar desde que quedó en soledad con las herramientas del poder, tampoco, por supuesto, con la mujer exultante y triunfadora, consensual, que llamaba al diálogo y a la pacificación desde la noche del fraude.
Hasta la semana pasada La Jefa mantuvo aquel maquillaje, ¿puede esperarse a futuro una mandataria de dos caras? ¿O volveremos a disfrutar los argentinos de la bipolaridad presidencial como hasta antes de la muerte de Néstor? El correlato entre palabras y hechos nunca formó parte de la práctica del gobierno K, el desacople se ajustó apenas un poco desde el arribo de CFK, y las palabras, los enojos, las agresiones a todo aquel que ose enfrentar el “relato-discurso” único oficialista acostumbran preceder a los hechos. Néstor se encargaba de fogonear a diario una pelea, ella parece haber resuelto ser prescindente en esos conflictos, pero los delega en sus soldados a quienes envalentona para la refriega cotidiana.
Recordemos que Cristina nunca exhibió un buen carácter con quienes la contradecían, desde las épocas de legisladora en que llegó a abandonar el bloque peronista en los 90, a medida que escaló, también escalaron sus aprensiones y su obsesión con todo aquel que la contradijera -quien esto escribe puede certificarlo personalmente- . Los problemas son los detalles, no el fondo de la cuestión; el tránsito hasta octubre, quizás, muestre la permanente ambivalencia en su personalidad, ella no podrá exponerse a otra cosa después de haber conquistado ante la pasividad de la prensa y la oposición, un caudal inusitado de apoyo popular, que remarca lo obvio.
El pueblo que asiste azorado a tamaña desvergüenza, más allá del bolsillo y las bondades económicas esgrimidas por periodistas y politólogos, suelen escrutar con mayor sensibilidad que otros aspectos a la libertad y la calidad política, algo totalmente avasalladas, el problema llegará después, si llegase a ganar en octubre o noviembre, CFK asumirá en diciembre arrastrando al peronismo a una nueva aventura de final muy incierto donde imaginará su futuro gobierno con hombres y mujeres consecuentes y capaces de sumarse a las batallas que ella desea, la actitud de Randazzo quizás muestre el camino a transitar en el futuro.
Kirchnerismo-cristinismo rancio, leales a ultranza y La Cámpora: sobre esos pilares estará cimentando la futura administración, Scioli y los demás gobernadores peronistas verán como a cualquier ilusión siempre le aparecerá una desilusión, por lo que sería conveniente que a la dirigencia del poder o del llano, los medios y la ciudadanía, asuma el futuro que vendrá de triunfar y redoblar la apuesta que encarnará ella y su séquito de seguidores obsecuentes y lacayos. Asoma en la superficie una llamativa persistencia de ineficiencia e ineficacia en las cuestiones más elementales, tales como la seguridad, la economía, los manejos internacionales.
Cualquier explicación, a esta altura, suena irremediable y tardía, la bipolaridad deja de ser un interrogante y el fracaso del “modelo oficialista” que se viene produciendo desde el 2007 a la fecha no es el fracaso de “una política” sino de la falta de ella, no es un fracaso de un Gobierno o de la clase dirigente: es el fracaso de toda una sociedad que no comprende el interrogante planteado.

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