jueves, 25 de agosto de 2011

CFK ASUMIRÍA EL AÑO QUE VIENE LA PRESIDENCIA DEL PJ

Hacia el PRI argentino
Aunque da por ganada la elección del 23 de octubre, para el kirchnerismo sería fundamental mantener y aun superar el 50.7% obtenido en las primarias del 14. Es que para el rediseño del mapa político que ya está realizando CFK, sería imprescindible que el Frente para la Victoria consiguiera una victoria aplastante. Pero además el esfuerzo oficial apunta a que tanto Eduardo Duhalde como Francisco De Narváez sufran un colapso electoral luego de los escasos 12 y 17 por ciento obtenidos en las primarias. Si los fragmentos que todavía subsisten del peronismo federal se empiezan a dispersar a partir de octubre, el cristinismo tendría el camino allanado para convocar -con éxito- a la reunificación del PJ bajo el mandato supremo de CFK. En junio del 2012 vencerá el mandato de cuatro años de la actual conducción del PJ, que está completando Daniel Scioli por el fallecimiento de Néstor Kirchner. Cristina pretendería asumir la conducción del justicialismo reunificado con los disidentes reducidos a su mínima expresión, o pasados a las filas oficiales. La realidad es que los peronistas anti-k sólo consiguieron un gobernador en el actual proceso electoral, el chubutense Martín Buzzi, ahijado político de Mario Das Neves. Pero 60 días después, el flamante gobernador electo anunció que abandonaba el peronismo disidente para retornar al kirchnerismo. En el Congreso, por otra parte, ya habría discretas conversaciones con Felipe Solá y otros diputados disidentes para explorar un retorno de los mismos a las filas del oficialismo. En el Senado, si se reiteran los impresionantes resultados que el 14 obtuvo el FpV en las provincias chicas, como mínimo 3 ó 4 senadores disidentes podrían reingresar al bloque kirchnerista.
A la mexicana
Con o sin reforma constitucional de por medio, el cristinismo parece tener casi allanado el camino para darle forma a un mega partido hegemónico bastante semejante al Partido Revolucionario Institucional que gobernó México desde 1929 hasta 1989. Para empezar, se diluye rápidamente el tímido retorno al bipartidismo que se insinuó en los últimos meses. La UCR empezó este turno electoral perdiendo el gobierno de Catamarca y luego marcó resultados pobrísimos en Salta y Chubut. Esta tendencia declinante se profundizó con el tercer puesto de Oscar Aguad en Córdoba pero, sobre todo, con la escasez del 10 y el 11% obtenidos por la UDESO respectivamente en Capital y Buenos Aires. El fracaso del proyecto Alfonsín parece sumir a la UCR en una profunda -y tal vez larga- crisis interna, que le dificultaría seriamente plantarse como alternativa al nuevo PRI criollo. Por otra parte, los gobernadores radicales que subsisten se están afiliando sin disimulos al nuevo PRI, como son los casos de Ricardo Colombi en Corrientes y Miguel Saiz en Río Negro. Otros mandatarios de partidos provinciales, como el neuquino Jorge Sapag (MPN) y la fueguina Fabiana Ríos (PSP) integran la categoría de aliados extrapartidarios del gobierno.
En este rediseño que está tomando forma, la Casa Rosada impulsa con entusiasmo que el PRO y el Socialismo sean las dos fuerzas que sobrevivan a la inminente debacle opositora. Con Mauricio Macri y Hermes Binner el kirchnerismo está tejiendo rápidamente acuerdos que favorecerían la gobernabilidad en Santa Fe y Capital y que, por la misma razón, impedirían que sus seguidores ejerzan una oposición frontal. Por otra parte, tanto el PRO como el socialismo tienen una distribución geográfica restringida sólo a los grandes distritos, sin proyectarse a una veintena de provincias, donde el clientelismo masivo blinda a los aparatos del oficialismo.
La mexicanización política de la Argentina avanza así sobre la base de un axioma: que sólo es posible subsistir como gobernador o intendente sometiéndose a la voluntad del partido gobernante. Por supuesto que el nuevo orden requiere todavía de diversos ajustes. Uno de los más importantes sería la colocación de un secretario general de la CGT sin poder propio y obediente a las órdenes de Olivos. La subsistencia de un poder paralelo como el de Hugo Moyano parece incompatible con la consolidación del nuevo PRI.
El campo, todavía semirebelde, también impondría medidas para su disciplinamiento. La más efectiva sería la estatización del comercio de granos.

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