viernes, 2 de septiembre de 2011

Dólar imparable y aumento de la incertidumbre

Dólar imparable y aumento de la incertidumbre

Ya se puede hablar de que está en marcha una minicorrida cambiaria en nuestro país. Por primera vez en los tres últimos años, ayer las reservas bajaron de los 50.000.000 millones de dólares, al vender el BCRA, el Nación, el BAPRO y la ANSES US$240 millones para mantener la paridad en $4,22. Además, la entidad presidida por Mercedes Marcó del Pont vendió otros US$100 millones a futuro. Si bien ayer fue fin de mes, es muy sugestivo que a más de 15 días de disipada la incertidumbre electoral con el triunfo de CFK, la gente común y los operadores de mercado sigan comprando dólares en forma oficial y en el paralelo. Por otra parte, la divisa en el “contado con liqui” se vende a $4,45. Si bien la compra de dólares en forma masiva venía desde julio pasado, se acentuó en agosto y en los últimos días habría influido la baja de la calificación del sistema financiero de nuestro país realizada por la consultora Moody’s. Ésta pasó a la Argentina de estable a negativa, porque evaluaría que este plan económico es insostenible el año que viene y que el gobierno tomará una de dos medidas: o desdobla la plaza cambiaria o bien se apropia de los depósitos en dólares.
La hipótesis de la confiscación
A partir de la última crisis, el BCRA estableció que los bancos pueden recibir depósitos en dólares para luego prestarlos para operaciones de comercio exterior que se hacen en la misma moneda. Pues bien, los bancos que operan en la plaza local prestaron con este sistema, pero les quedan US$6.000 millones que están en el BCRA como encajes que se cuentan entre los menos de US$50.000 millones de reservas. Así es que el gobierno bien podría decirles a los bancos que, a cambio de esos 6.000 millones de dólares, les dará un bono a cinco años a una tasa del 4%. Actualmente están a tasa 0 y servirían para cubrir los compromisos de la deuda externa del año que viene. Pero una medida de este tipo sería vista como un primer paso hacia la confiscación de los depósitos en pesos, lo que el cristinismo evitaría, porque sabe muy bien lo que vendría después de la implantación de un nuevo corralito. Simultáneamente, con esta medida, el gobierno podría pegar un manotazo sobre la soja, maíz y trigo, que mantienen sus altos precios mientras todo lo demás cae. Por lo tanto no hay que descartar un desdoblamiento cambiario y la nacionalización del comercio exterior. El Estado pasaría a fijar, entonces, el valor de las cosechas. O bien, como dijimos antes, aplicar un bono compulsivo a los depósitos en dólares, acompañado por más controles cambiarios.
En definitiva, en julio y agosto se fugaron US$2500 millones cada mes. Y en septiembre se espera que sea mucho más, ya que el gobierno nacional no define qué hará para pagar los compromisos de deuda del año que viene. Hay que descartar, por otra parte, una baja del gasto público, como hizo por ejemplo Brasil. Siempre queda el recurso de volver a los mercados internacionales de crédito. Pero para llegar a eso hay que normalizar el INDEC y acordar con el Club de París. Este cuadro hace que sea cada vez más verosímil alguna confiscación, que sería coherente con la metodología que siempre ha aplicado el gobierno nacional.
Brasil, como señalamos ayer, decidió una baja del gasto público con el fin de que el Banco de Brasil baje la tasa Selic, que está 12,50, para que dejen de ingresar capitales y permitir de este modo la devaluación del real. Todo esto teniendo en cuenta que el PBI en julio cayó el 0,25% por primera vez en años y que la confianza del consumidor tambien sufrió la mayor caída en años.

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